Desigualdad: mejora la estadística, deterioro real en las condiciones
Edición Impresa | 12 de Octubre de 2025 | 03:19

Instituto de Economía Aplicada
Universidad del Este (UDE)
El último informe del INDEC correspondiente al segundo trimestre de 2025 mostró una leve mejora en los indicadores de distribución del ingreso, aunque las razones se vinculan con una mejor captación de los ingresos de clases medias, y no con una mejora palpable en la sociedad.
El coeficiente de GINI es un indicador que compara una distribución del ingreso totalmente perfecta (valor 0) contra una concentración del ingreso máxima (valor 1). A nivel nacional el mismo se ubicó en 0,424, frente al 0,436 registrado un año antes, aunque ligeramente por encima del 0,417 del mismo trimestre de 2023. En apariencia, se trata de una noticia positiva: una caída en el GINI implica una mejor distribución del ingreso. Sin embargo, la aparente mejora estadística convive con un deterioro persistente de las condiciones laborales y con una estructura productiva cada vez más diezmada.
La brecha de ingresos per cápita familiar continúa siendo elevada: el 10º decil (los hogares de mayores ingresos) gana 13 veces más que el 1º decil (los de menores ingresos). Es un valor que refleja una polarización económica sostenida, incluso en un contexto de desinflación. Detrás de esa aparente estabilidad, lo que se observa es una desigualdad que se ha vuelto más resistente y menos visible en los promedios nacionales. Los datos sugieren una recuperación de ingresos medios, pero sin modificar el reparto estructural: en términos poblacionales el 10% más rico sigue capturando más del 30% del ingreso total, mientras el 10% más pobre apenas accede al 1,3%.
Una de las razones de esta “mejora” estadística es la subcaptación estructural de ingresos altos en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Los sectores de mayores ingresos suelen estar subrepresentados o directamente fuera del alcance de las encuestas tradicionales: grandes empresarios, rentistas financieros, directivos, profesionales con ingresos en dólares o en sociedades. Cuando esos segmentos no se registran, el GINI tiende a ser artificialmente menor, dando una imagen más igualitaria de lo que realmente ocurre.
No obstante, en las últimas mediciones el INDEC ha mejorado la captación de ingresos altos, incorporando mejores ponderadores y bases tributarias cruzadas, lo que explicaría parte de la mejora entre 2024 y 2025. En otras palabras, la leve reducción del GINI podría no ser tanto una mejora distributiva, sino una combinación de mejor medición y estabilización nominal luego del proceso inflacionario de los años anteriores. Algo similar a lo que ocurre con la tasa de pobreza.
Más allá de los datos, la estructura económica continúa mostrando una brecha persistente entre sectores ganadores y perdedores. Mientras las actividades exportadoras —agro, energía, minería— exhiben recuperación, los sectores que más empleo generan, como la industria manufacturera y la construcción, continúan rezagados.
La Provincia de Buenos Aires es el reflejo más claro de esta dualidad. El último dato regional disponible del INDEC (tercer trimestre de 2024) muestra un coeficiente de GINI de 0,438, frente al 0,424 del año anterior, tomando el ingreso de la ocupación principal. El deterioro coincide con el retroceso industrial y la contracción de la construcción, que en el mismo período cayeron -6,0% y -14,9 %, respectivamente. En una provincia donde la mitad del empleo formal proviene de estos sectores, la desigualdad se amplifica territorialmente: el Conurbano concentra cada vez más población con ingresos por debajo de la línea de pobreza, mientras el interior agroexportador se beneficia de los precios internacionales y la baja de retenciones.
La leve reducción del coeficiente de GINI podría no ser, en definitiva, una mejora distributiva
Los últimos datos, no son más alentadores. El índice de producción industrial manufacturero muestra en agosto del 2025 un retroceso del -4,4% contra 2024, evidenciando que no estamos en un proceso de recuperación. Los sectores más golpeados son el textil (con gran incidencia en Mar del Plata), la producción de metales, maquinaria y equipo (con peso en el corredor industrial de RN 9) y automotriz (Conurbano norte y oeste). La serie tendencia-ciclo del índice muestra que el rebote finalizó en enero y desde entonces la producción continúa con tendencia decreciente.
El leve descenso del GINI puede ser interpretado como una mejora técnica, pero no como un cambio sustantivo. Sin recomposición del poder adquisitivo ni expansión del empleo formal, la desigualdad seguirá siendo la regla, aunque los promedios mejoren. La Provincia de Buenos Aires, con su deterioro productivo y social, anticipa lo que podría ser la tendencia nacional: un país con menos inflación, pero no por eso más igualitario, sobre todo debido a la desindustrialización.
En síntesis, la desigualdad argentina parece haberse vuelto menos visible, pero no menos profunda. Las cifras del INDEC ofrecen una foto más prolija que la realidad que se percibe en el territorio. En un contexto donde la estabilización se construye sobre la contracción de la demanda y el ajuste del gasto público, las leves mejoras estadísticas lucen más como un espejismo que como un signo de equidad.
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