Bandidos en la Patagonia: las andanzas de Butch Cassidy y Sundance Kid
Edición Impresa | 12 de Octubre de 2025 | 05:06

Primeros días de un nuevo siglo. Dos hombres arriban a Argentina escapando de Estados Unidos y, después de una inédita travesía, eligen uno de los lugares más recónditos del globo terráqueo para tener una segunda oportunidad y empezar de nuevo: el inhóspito -en aquel entonces- sur nacional. La misión única parece ser pasar desapercibidos. Por un tiempo lo logran pero, más allá de la persecución y el final inconcluso, un abanico de preguntas se exhiben sobre la mesa: ¿por qué Argentina? ¿por qué la Patagonia? ¿Habrá más casos?
Vayamos a los hechos: a comienzos del siglo XX, dos hombres con prontuario en Estados Unidos decidieron probar suerte en un lugar remoto y poco vigilado: la Patagonia. Se trataba de Robert LeRoy Parker y Harry Alonzo Longabaugh, más conocidos como Butch Cassidy y Sundance Kid, líderes de la banda criminal “The Wild Bunch”, célebre por asaltos a bancos y trenes en el oeste norteamericano. Su historia en el sur argentino fue breve, pero dejó huellas documentadas y anécdotas que todavía generan debate.
El 20 de marzo de 1901, los dos prófugos desembarcaron en Buenos Aires bajo nombres falsos. Butch Casiddy se presentó como James Ryan, en burlón homenaje a un sheriff que lo había detenido años antes; Sundance Kid se hizo pasar por Harry Place, tomando el apellido de su novia, Etha, que viajaba con él. Los tres se alojaron en el Hotel Europa, un establecimiento ya desaparecido de la capital, y desde allí comenzaron a definir cómo continuar su vida lejos del acoso de la ley.
En esa época, el Estado argentino promovía la colonización de la Patagonia a través de avisos en la prensa internacional que destacaban la disponibilidad de tierras. Se trataba de un contexto resultaba ideal para quienes buscaban empezar de nuevo, y los pistoleros lo aprovecharon.
RUMBO AL SUR
Recomendados por los hermanos George y Ralph Newbery, vicecónsules estadounidenses en Buenos Aires y tíos del pionero de la aviación, los recién llegados viajaron en tren desde Constitución hasta Neuquén, pasando por Bahía Blanca. Luego, con la ayuda de un baquiano, llegaron a Chubut, donde se instalaron en Cholila, por entonces apenas un paraje donde vivían seis familias.
Con parte del dinero obtenido en sus asaltos, abrieron una cuenta en el Banco de Londres y Río de la Plata y adquirieron unas 625 hectáreas de tierras. Construyeron una cabaña de troncos de cuatro habitaciones junto al río Blanco y comenzaron una etapa como ganaderos de vacunos, ovinos y caballos.
En Cholila, los forajidos lograron integrarse a la vida local. Contrataron peones, hicieron negocios con familias galesas e inglesas y trabaron relación con un personaje llamativo: John “Comodoro” Perry, un ex sheriff de Texas que también se había radicado en la región y que nunca sospechó su verdadera identidad.
Incluso el gobernador del territorio de Chubut, Julio Lezana, visitó la cabaña de los famosos pistoleros en 1903 durante un recorrido oficial. Conversó con los ellos y hasta se cuenta que bailó con Etha Place. Documentos judiciales posteriores registran que Cassidy llegó a escribirle a un amigo en Estados Unidos contándoles que tenía “500 vacunos, 1500 ovinos, 28 caballos de silla, dos peones” que trabajaban para él.
LA SOMBRA DE PINKERTON
Mientras en la Patagonia intentaban consolidarse como estancieros, la agencia de detectives Pinkerton en Estados Unidos no había desistido de seguirles la pista. A través de la interceptación de cartas enviadas por los prófugos a familiares, confirmaron que se encontraban en la Argentina. En 1903, el detective Frank Dimaio viajó al país con la misión de detenerlos, aunque el clima y las dificultades de desplazamiento en la Patagonia le jugaron en contra.
La presión aumentó en 1905, cuando dos hombres angloparlantes asaltaron el Banco de Tarapacá y Argentina en Río Gallegos. El episodio, nunca completamente aclarado, los puso bajo sospecha directa. Para entonces, sus vínculos sociales no alcanzaban para mantener el disfraz. El comisario galés Edward Humphreys, amigo de Cassidy en Trelew, les advirtió que Pinkerton estaba cerca.
Fue entonces que decidieron vender su hacienda y saldar sus deudas antes de partir. Las cartas que enviaron a sus acreedores, conservadas en un expediente judicial de más de mil páginas, muestran la prolijidad con la que cerraron esa etapa. El 1 de mayo de 1905 se embarcaron en el vapor El Cóndor, cruzaron el lago Nahuel Huapi y salieron de la Argentina por el Paso Pérez Rosales, rumbo a Chile.
Desde allí continuaron viaje hacia Valparaíso y Santiago, antes de reaparecer en la Argentina meses más tarde. El 19 de diciembre de 1905, junto con un cómplice no identificado, protagonizaron el robo al Banco de la Nación en Villa Mercedes, San Luis. La persecución los obligó a regresar a Chile y luego a desplazarse hacia Bolivia.
¿SU FINAL?
En 1908, bajo nuevas identidades, se establecieron en la mina de estaño Concordia, en la región de Potosí. Pero pronto retomaron su antiguo oficio: el 3 de noviembre de ese año asaltaron a un correo minero que transportaba sueldos de obreros. Tres días más tarde, la policía boliviana rodeó la casa donde se escondían en San Vicente. Tras un tiroteo, ambos aparecieron muertos en el interior. Informes de la época sugieren que no murieron por disparos policiales, sino que se suicidaron para evitar la captura.
Sin embargo la historia de los famosos bandidos no terminó allí. Una hermana de Butch Cassidy declaró años después que su hermano había sobrevivido y que había regresado a Estados Unidos bajo un nuevo nombre. Existen relatos similares sobre Sundance Kid, quien, según algunas versiones, habría muerto recién en 1937. La falta de pruebas concluyentes alimentó la leyenda.
Más de un siglo después, el paso de Cassidy y Sundance por la Argentina sigue siendo motivo de interés. La cabaña de Cholila se conserva como sitio histórico y recibe visitantes que buscan rastros de los bandidos. Fotografías, documentos y relatos orales completan un rompecabezas en el que entrelazan el mito y la realidad.
Tras un disparo, ambos aparecieron muertos. Pero se sospecha sobre la certeza
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