El “guardián” del rock platense, su monumental discoteca y la enciclopedia que se viene

UNA INÉDITA COLECCIÓN DE ÁLBUMES Y TESTIMONIOS

Edición Impresa

Francisco Lagomarsino

flagomarsino@eldia.com

Mientras repasa mentalmente las cajas y pilas de discos que pueblan su casa, Leonardo De Angelis enumera arcanos sonoros con la precisión y el entusiasmo del que lleva décadas cruzando datos, sellos y nombres: “A ver... en formato de siete pulgadas, del año ’72, tengo a Madera Tallada, una banda de Ensenada. Pero me falta Tonelada, que ese mismo año sacó un simple y un tema en un compilado de garage surf”.

De los primeros simples en vinilo de los ‘60 a los incontables álbumes que se producen en la actualidad, ha reunido centenares de discos que cuentan la historia del rock regional. Su hogar de Villa Elisa es una especie de museo, en el que cada estante guarda una historia y cada nombre da pie a un dato, un recuerdo, una emoción.

Docente y escritor y coleccionista, padre de Tizi -18- y Juan Cruz -15-, dedica buena parte de su tiempo libre a rastrear y preservar la memoria de lo que considera como “uno de los aportes principales, si no es el máximo, de la Ciudad a la cultura nacional”.

“El rock platense tiene un altísimo valor conceptual, estético y musical” enfatiza. “El Gran La Plata, junto con Buenos Aires y Rosario, son en ese sentido los polos más importantes de la Argentina. El valor musical de nuestras bandas es enorme por su calidad, inspiración y diversidad”.

Licenciado en Economía por la UNLP, se define, ante todo, como un “coleccionista” que “a los cinco años, allá por el ‘78” empezó a juntar monedas. “Después vinieron los billetes, las latas, las estampillas, las tarjetas de boliche, los cassettes” enumera: “en 1987 compré el primero con mi plata: “Signos”, de Soda Stereo” .

EL ELEFANTE EN LA VITROLA

Desde entonces, su cosecha no dejó de crecer: más de 5 mil CDs, decenas y decenas de vinilos y cassettes. “Cuando me preguntan cuál fue mi primer disco platense, obviamente menciono los de Virus y Los Redondos. Después aparecieron los independientes” cuenta. Entonces, surge vívida la escena inicial del romance: “enfrente de la Facultad de Ciencias Económicas había una disquería, en 6 entre 47 y 48, La Vitrola. Fui a comprar algo internacional, y tenían el disco de Elefante Violeta, un nombre que me intrigó; conversando, el disquero me dice: ‘es una banda platense, hacen funk’. Y yo dije: ’a ver…’”. Esa curiosidad fue el principio de una colección sin freno.

“Pasé de comprar mucho rock nacional e internacional, a buscar sólo rock local” recuerda. En sus anaqueles conviven piezas imposibles de conseguir, ediciones únicas, cassettes de los ‘80 y CDs artesanales.

“Tengo que ampliar el mueble, porque ya no me entra la discografía platense”, bromea De Angelis, y repasa parte del inventario: Abrelatas, Factoría, Norma, Mostruo, Billordo, Pérez, Él Mató, Estelares, Guasones, Las Violetas… Los únicos que me faltan en vinilo son el de Búsqueda, de los ‘70, y el debut de Las Canoplas, Batman, que es imposible de conseguir por los precios”.

“Cuando escucho un disco, lo primero que pienso no es sólo en la música y las letras, sino en todo lo que hubo alrededor: el momento, la época, los lugares donde se grabó, los músicos que participaron. Cada objeto tiene un alma”, reflexiona: “La pregunta del millón -y que les hice siempre a todos los músicos- es si tenemos o no una identidad. Y si quiero definir como una regla algo que sea específicamente nuestro, quizás no lo encuentre en un atributo concreto. Pero sí lo hallo en la forma en que los músicos hacen su música”.

“En las últimas dos décadas, La Plata fue el germen, el embrión de todo lo que dentro del ‘indie’ marcó tendencia” sigue De Angelis: “Cualquier persona puede reconocer, sobre todo en la parte lírica, ciertos rasgos que identifican una canción como platense. Por supuesto, la diversidad es enorme y a veces parecería que ese “gen” se diluye. Es un gran tema para debatir durante horas sin una respuesta única”.

Vuelve la mirada sobre los estantes, en busca de inspiración: “De Norma, Pérez y Mostruo tengo todo; de Billordo me debe faltar uno. Tengo de Él Mató, La Cofradía, Estelares, Guasones, Peligrosos Gorriones... Yo La Máquina, Dúo Pasajero, Los Muñecos, Smith & Wesson... Baccarat, La Ira de Jaqke... Si me decís El César, bueno, te digo Perrodiablo, Militantes del Surco, Pájaros, La Secta, La Valvular, La Saga de Sayhueque... Juan Pablo Bochatón, Javi Punga, Embajada Boliviana, Flavio Casanova, Falso Primer Ministro...”

Sigue repasando nombres y anaqueles con la memoria y la vista puesta en sus discos. “Generación X, GS Escribas, Hemorragia Nasal… Hexatónica, Dread Negast, Crema del Cielo, Ciudadano Toto, Aguirre, Adicta, Audio Perú, Akenatón… 107 Faunos, Murciélagos y lo que se te ocurra; Nerd Kids, Peces Raros... Y algunos casi inhallables, como Los Poderes, La Feeling, Mata Mil, Mutandina, Lord Mantra, La Pelada, La Dieta de Worms… Korso Gómes, Penadas Por La Ley, Mister América, Dintona Rumori... Cassettes de Increíbles Ciudadanos Vivientes, de Boycott...” Hace una pausa y se ríe. “Bueno, es infinito”.

LOS LIBROS DE LA BUENA MEMORIA

De Angelis no solo colecciona: investiga, entrevista y escribe. “Como nací, crecí y vivo en La Plata, siempre me pregunté cómo podía ser que nadie hubiera escrito un libro con la historia de sus bandas, independientemente de los ensayos sobre la parte lírica, que es abordada por al menos dos libros, uno de Oscar Jalil y uno tuyo. Entonces me dije: ‘si nadie lo hizo, lo hago yo’”. Así nació su proyecto más ambicioso: una enciclopedia de bandas, dividida en tres volúmenes que recorren cuatro décadas.

“A diferencia de mi primer libro, “Rock Argentino. Historia de un género”, éste será coral: escribo yo, sí, pero la mayor parte del relato la aportan los propios protagonistas, que son los músicos, con todo lo que me fueron contando”. El primer tomo, en el que trabaja actualmente, abarca los conjuntos formados entre los ’60 y los ’80; el segundo se concentrará en los fecundos ’90, y el tercero, ya avanzado, aborda el heavy metal, el punk y el hardcore platense. Son casi doscientos grupos.

“De pronto me di cuenta de que había muchísimo más de lo que imaginaba. Bandas de heavy de los ‘80 y ‘90, como Cancerbero, Kobalto, Corpus Christi, Murdock, Genocidio, o Pandemia. Y lo mismo con el punk y el hardcore. Todo eso también forma parte de la historia y merecía quedar registrado”.

Ya entrevistó a más de 180 músicos: “En muchos casos hablé con dos o tres integrantes de la misma banda. Eso te permite construir una historia más rica, porque las versiones se complementan, aunque a veces se contradicen”, explica entre risas. “Una vez entrevisté a tres integrantes de una banda de los ‘70, y cada uno me contó que había sido el fundador. Es parte del juego. Cuando terminaron peleados, a veces se odian y se ningunean. Gajes del oficio”.

calidad musical y humana

El proceso de investigación tiene algo de arqueología y algo de aventura. “A la mayoría los contacté por Facebook. Uno te da el teléfono de otro, ese de dos más, y así se arma la red. No termina jamás...” admite: “Llevo tres años y hasta el día de hoy sigo entrevistando”. Cada encuentro suma nuevas pistas, y cada pista abre un universo. “Hay historias increíbles, discos perdidos que reaparecen, grabaciones que nunca se editaron, anécdotas que se repiten como leyendas. Y todo eso también forma parte del ADN del rock platense”, cuenta con entusiasmo.

De Angelis es consciente de que su obra será, necesariamente, incompleta. “No se puede hablar de todas las bandas, es imposible. Pero al menos quiero dejar testimonio de la movida musical y cultural que existió y sigue existiendo en La Plata. Que quede algo. Eso, para mí, ya vale todo el esfuerzo”.

En el recorrido de su pesquisa también descubrió algo más profundo: “Pasa algo muy interesante, y muy grato. Con muchos músicos se generaron vínculos, no sé si de amistad, pero de un respeto importante. Encontré gente muy generosa, de una calidad humana tremenda, como Lalo Nicolás, de La Banda del Bao, o el baterista de Norma, Laro Bidonde, o Quito Ferrucci. Personas excelentes”, afirma. “No solo me encontré con artistas talentosos, sino con personas que entendieron que esto que estamos haciendo es para que la memoria no se pierda. Que la historia quede viva, que circule”.

 

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