Ciberbullying: exclusión, stickers y subgrupos en redes sociales
Edición Impresa | 19 de Octubre de 2025 | 05:13

No hay gritos ni insultos. Tampoco empujones en el recreo. El nuevo acoso escolar se esconde detrás de pantallas, stickers y silencios. En los grupos de WhatsApp o en las redes sociales, los adolescentes aprenden —y a veces padecen— otra forma de violencia: el bullying encubierto, una modalidad de ciberbullying que no deja moretones, pero sí marcas profundas en la autoestima.
“El acoso ya no siempre es estridente. Muchas veces actúa en silencio”, explica el psicólogo Adrián Dall’Asta, fundador de la organización Padres. “El bullying encubierto aparece en gestos mínimos: eliminar a alguien de un grupo, ignorar sus mensajes, hacer chistes internos que lo excluyen, o crear stickers y memes que ridiculizan sin nombrar directamente”.
Según la ONG Bullying Sin Fronteras, la Argentina ocupa el tercer lugar mundial en casos de acoso escolar y ciberbullying: en 2024 se registraron 14.800 situaciones graves, un 20% más que en 2019. Los expertos coinciden en que buena parte de ese crecimiento está vinculado a los entornos digitales.
María Zysman, directora de Asociación Civil Libres de Bullying, expresó en informes anteriores: “Hoy los vínculos se construyen en línea. Y quedar afuera de esos espacios es, para muchos chicos, quedar afuera del mundo”.
Como se evidencia
El fenómeno se manifiesta de distintas formas. En los chats de curso aparecen los llamados “grupos espejo”: un grupo “oficial” donde están todos y otro paralelo, más chico y selectivo, donde se decide quién pertenece y quién no. También se extiende el uso de stickers y memes personalizados para burlarse, el “baneo” en juegos en línea o la práctica de “cancelar” a alguien por comentarios o actitudes que se juzgan inapropiados. “El mensaje es siempre el mismo: vos no existís”.
Para los adultos, muchas de estas prácticas pasan inadvertidas o se relativizan. “Escuchamos con frecuencia frases como ‘ahora los chicos se manejan así’, y eso es peligrosísimo”, señaló la especialista. “La naturalización del maltrato —aunque parezca juego— es el terreno donde germina la violencia”.
En 2024, desde la Defensoría del Pueblo bonaerense, la coordinadora de Gestión de Conflictos, Dolores Ayerdi, subrayó que se prefiere hablar de hostigamiento más que de bullying, para entenderlo como una dinámica social y no como un problema individual. “El hostigamiento se sostiene en el tiempo y tiene que ver con relaciones asimétricas de poder. No es una cuestión de carácter: un hostigador en otro contexto puede ser hostigado. Por eso hay que intervenir sobre el grupo, no solo sobre el caso”.
La investigación más reciente de Argentinos por la Educación (agosto 2025) refuerza la alerta: el 63% de los estudiantes de primaria dijo haber sufrido algún tipo de agresión, y más de la mitad se sintió excluido o solo alguna vez. Los motivos más frecuentes: el aspecto físico, los intereses personales o la identidad de género.
En ese contexto, los especialistas remarcan el rol central de los adultos: “No alcanza con intervenir cuando el conflicto estalla. La escuela debe garantizar que haya límites claros y espacios de diálogo sostenido. Prohibir lo que daña no es censura: es cuidado”.
El desafío es doble. Por un lado, evitar que los entornos digitales se transformen en territorios sin ley. Por otro, reconstruir la presencia adulta —en la escuela y en la familia— como referencia y contención. “El límite bien puesto protege”, resumió Dall’Asta. “Y proteger, en tiempos de hiperconectividad, es también enseñar a usar la palabra en lugar del silencio como arma”.
Uso de sticke rs y memes para burlarse, el “baneo” en juegos en línea o la “cancelación”
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En 2024 se registraron 14.800 situaciones graves
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