Quién es Scott Bessent, el poderoso secretario del Tesoro de EE UU que respalda al gobierno argentino

Exmano derecha de George Soros y conocido por haber apostado contra la libra y el yen, es un estratega que define desde Washington

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Detrás del reciente auxilio financiero de los Estados Unidos a la Argentina —una operación inédita que implicó una inyección de 20.000 millones de dólares para la compra de bonos nacionales y una eventual ampliación de otros 20.000 millones con bancos y fondos soberanos— hay un nombre que empieza a sonar con fuerza en los mercados y en la política internacional: Scott Kenneth Bessent, actual secretario del Tesoro del gobierno de Donald Trump y una de las figuras más influyentes del sistema financiero global.

Scott Bessent formó parte del equipo de Soros Fund Management (SFM) en la década de 1990 y —siendo alto miembro de la oficina de Londres— participó en la apuesta que ayudó a la gestación del colapso de la libra en el episodio conocido como Black Wednesday, que rindió grandes ganancias a SFM y es por eso que la prensa financiera lo asocia con haber “golpeado” al Bank of England en aquel episodio.

Bessent también es conocido por operaciones importantes contra el yen: en 2013 su trabajo en SFM incluyó apuestas que le reportaron a su equipo ganancias millonarias por posiciones en la moneda japonesa. Esa experiencia lo consolidó como gestor macro con historial de grandes apuestas cambiarias.

Con un pasado en los legendarios fondos de George Soros y una fortuna personal estimada en más de 600 millones de dólares, Bessent combina el olfato de los grandes especuladores con la visión pragmática de un tecnócrata que aprendió a moverse entre los salones de Wall Street y los pasillos del poder.

De Soros a la Casa Blanca

Nacido en 1962 en Conway, Carolina del Sur, Bessent se graduó en Ciencias Políticas en la Universidad de Yale, donde presidió la sociedad Wolf’s Head y fue editor del Yale Daily News. Su talento precoz para los mercados lo llevó a trabajar con figuras de peso como Jim Rogers y Jim Chanos antes de ingresar, en 1991, al Soros Fund Management, la firma del mítico inversor húngaro-estadounidense.

Desde allí comandó la oficina de Londres y fue uno de los protagonistas del célebre episodio del “miércoles negro” de 1992, cuando Soros apostó contra la libra esterlina y obtuvo una ganancia de mil millones de dólares. Dos décadas más tarde repetiría la hazaña: en 2013 generó otros 1.200 millones para el fondo al apostar contra el yen japonés.

Tras dejar a Soros en 2015, fundó su propio fondo, Key Square Group, con una inversión inicial de 2.000 millones de dólares aportados por su antiguo mentor. Aunque los resultados fueron irregulares —alternando años de ganancias con largos períodos de estancamiento—, la firma lo consolidó como un analista geopolítico de referencia y un conocedor profundo de los flujos de capital internacionales.

Del financista liberal al estratega de Trump

Durante buena parte de su carrera, Bessent fue identificado con el ala liberal del establishment demócrata. En los años 2000 organizó cenas de recaudación para Al Gore y Hillary Clinton, y llegó a donar a las campañas de Barack Obama. Pero su relación con el Partido Demócrata se enfrió con el tiempo, y tras la elección de Donald Trump en 2016 viró hacia posiciones más conservadoras.

Entre 2023 y 2024 se convirtió en uno de los principales asesores económicos, donantes y recaudadores de la campaña republicana, organizando eventos que recaudaron decenas de millones de dólares en Carolina del Sur y Florida. En noviembre de 2024, Trump —ya presidente electo— lo eligió como su secretario del Tesoro. El Senado lo confirmó por una amplia mayoría en enero de 2025.

Bessent se transformó así en el primer hombre abiertamente gay en liderar el Departamento del Tesoro y el funcionario LGBT de más alto rango en la historia del gobierno federal de Estados Unidos.

El cerebro financiero del nuevo trumpismo

Desde su llegada al Tesoro, Bessent impulsó un viraje estructural en la política económica norteamericana. Propuso la creación de un fondo soberano de inversión inspirado en los modelos de Noruega y Abu Dabi, defendió la reindustrialización basada en minerales estratégicos y apoyó medidas proteccionistas —como la imposición de tarifas a China, India y México— para “defender los intereses productivos de los Estados Unidos”.

De pensamiento pragmático, combina su fe en el libre mercado con una visión intervencionista cuando se trata de preservar el poder financiero norteamericano. Él mismo definió la economía actual como una “barbell economy” —una economía con extremos potentes (finanzas y materias primas) pero un centro debilitado— y promueve una política monetaria expansiva con tasas más bajas y estímulo fiscal.

Su estilo directo y su temperamento fuerte le han valido tanto admiradores como detractores dentro del propio gabinete. En septiembre, según trascendió, protagonizó un cruce a los gritos con el director de la Agencia Federal de Vivienda, Bill Pulte. Pero pocos dudan de su peso político: es la voz más escuchada por Trump cuando se trata de mercados, deuda y geopolítica financiera.

El plan Bessent para la Argentina

El 24 de septiembre de 2025, Bessent anunció un plan de rescate económico para la Argentina que incluye la compra de bonos soberanos por 20.000 millones de dólares. El objetivo declarado: estabilizar la moneda y reforzar las reservas del Banco Central.

El 9 de octubre la operación se concretó, y pocos días después el propio secretario del Tesoro reveló que negociaba con bancos internacionales y fondos soberanos un nuevo tramo de financiamiento privado por otros 20.000 millones, destinado a sostener el programa económico del gobierno de Javier Milei.

La maniobra, sin precedentes por su magnitud y su respaldo político directo de Washington, ubicó a Bessent en el centro de la escena. Analistas de Wall Street lo describen como un “interventor sofisticado”, capaz de usar las herramientas del mercado para apuntalar aliados estratégicos sin pasar por los canales tradicionales del FMI.

Para muchos, la decisión expresa una lógica de realpolitik: contener un colapso argentino que podría arrastrar inestabilidad en toda Sudamérica. Para otros, es una apuesta personal de Bessent por consolidar el nuevo eje financiero que él mismo imagina entre Washington y los mercados emergentes.

Un multimillonario discreto y con causas propias

Fuera del poder, Bessent lleva una vida dividida entre Charleston, Washington y Nueva York. Está casado desde 2011 con John Freeman, exfiscal de Nueva York, con quien tiene dos hijos nacidos por subrogación.Ha donado millones de dólares a su alma máter, Yale, donde financió becas para estudiantes de primera generación universitaria y una biblioteca que lleva su nombre. También apoya organizaciones benéficas vinculadas a la salud infantil y la preservación del patrimonio histórico.

Con una fortuna personal que supera los 500 millones de dólares declarados, su perfil mezcla la ostentación —posee múltiples propiedades restauradas en los Hamptons, Miami y Charleston— con una disciplina austera que lo llevó a empezar a trabajar a los nueve años.

El nuevo arquitecto del dólar

A los 63 años, Scott Bessent encarna una rara síntesis: es un inversor formado bajo la lógica especulativa de Soros, un estratega político al servicio del trumpismo y un tecnócrata con poder global. Su desembarco en la Argentina, más que una señal de auxilio financiero, parece ser parte de una estrategia más amplia: reposicionar a los Estados Unidos como garante del orden económico en su “patio trasero” latinoamericano.

Y mientras el gobierno de Milei busca oxígeno frente a un dólar en alza y reservas en caída, el nombre de Scott Bessent se consolida como el del hombre que, desde el Tesoro norteamericano, decide a qué países les tiembla —o no— el piso financiero.

 

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