Sólo pienso en llegar a mi casa y dormir

Edición Impresa

 

Por LUCÍA

Tolosa

Últimamente, mi día se resume en eso: llegar y dormir. Salgo temprano, vuelvo tarde, y entre el trabajo, el tránsito y las cuentas, no me queda energía ni para pensar qué quiero cenar. Camino por el centro y veo las mismas caras cansadas, los ojos perdidos, los auriculares como defensa. La ciudad parece moverse sola, como si todos fuéramos parte de una coreografía invisible de agotamiento.

Recuerdo cuando tenía ganas de salir después del trabajo, de tomar una birra con amigos o de dar una vuelta por el bosque. Hoy solo quiero cama. Y me da bronca, porque siento que nos robaron algo: el entusiasmo, el disfrute, las ganas. Vivimos para cumplir, no para vivir.

Quizás no sea cansacion, sino una forma de resistencia. Tal vez dormir sea, en estos tiempos, el último acto de rebeldía. Una manera de decirle al mundo: “Hasta acá llegué”. Porque si no descansamos, si no frenamos, nos convertimos en máquinas que pagan impuestos y bostezan.

 

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