Betty Martínez y Nelly Dozo: el recuerdo de dos mujeres asesinadas

Mientras se aguardan novedades en el caso del crimen de la psiquiatra de City Bell, Virginia Franco, por el que no hay detenidos, en La Plata hubo otros hechos conmocionantes. El repaso de esas historias trágicas

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En La Plata son horas de alta sensibilidad, porque al drama de la inseguridad se le sumó un crimen conmocionante. Es el de la psiquiatra Virginia Franco, por el que aún se esperan respuestas.

Según expresaron los investigadores a este diario, una de las pistas que siguen es la de un robo que, por alguna razón, terminó con la profesional golpeada y degollada.

Se sabe que por el hecho se desarrollan múltiples diligencias, aunque hasta el momento parece haber más dudas que certezas (ver aparte).

Virginia Franco, la psiquiatra degollada en City Bell. Su muerte espera respuestas. No hay ningún detenido / Web

Esas sensaciones son las mismas que también se vivenciaron en otros dos asesinatos en la Ciudad, de alto impacto mediático. Se trata de las muertes violentas de Betty Martínez y Nelly Dozo, que en esta crónica se traen al recuerdo.

Beatriz Martínez era una mujer distinguida, de presencia cuidada y muy pendiente de su apariencia. Su mayor obsesión era frenar el avance de los años: aunque había llegado a los 60, sostenía que tenía poco más de 45. Separada y madre de dos hijas, había mantenido durante varios años una relación con un reconocido diputado radical. Sin embargo, en los meses previos a su muerte se la veía acompañada por un joven al que casi triplicaba en edad y al que presentaba como su pareja.

Betty -como la llamaban todos- vivía sola en una quinta elegante ubicada en la zona de Gonnet-Bell.

La tarde del 25 de enero de 1999, una de sus hijas llegó a visitarla junto a su esposo. Fue entonces cuando se toparon con una escena que sacudiría a La Plata y que, aún hoy, sigue envuelta en interrogantes.

Dos noches antes, el 23 de enero, Betty había llamado a un local gastronómico de la zona para pedir pizza y empanadas. Un repartidor cumplió con la entrega sin advertir nada fuera de lo común. Pero dentro de la vivienda, según se reconstruiría después, había al menos dos hombres más.

Uno de ellos, mientras mantenía relaciones sexuales con la mujer, la ató con un trozo de tela arrancado de una cortina. La víctima estaba desnuda y boca abajo cuando el agresor le tomó la cabeza del cabello para elevarla. Entonces ejecutó el homicidio: la degolló de un corte profundo, de izquierda a derecha, con una cuchilla.

Los investigadores llegaron entonces hasta Ariel Reynaldo Palacios, ya que esa misma madrugada, según contó a su novia, anduvo paseando con ella a bordo de un Chevrolet Corsa blanco que, decía, le había prestado un amigo. En realidad, era el auto de Betty, que para ese momento ya estaba muerta.

El 25 de enero de 1999 Betty Martínez fue degollada mientras mantenía relaciones sexuales. Tenía 60 años / Web

La pesquisa avanzó entre contradicciones y demoras, hasta que se ordenaron allanamientos en las casas de Palacios y de su novia. Allí encontraron cadenas, anillos y otros objetos que habían sido sustraídos de la vivienda de Martínez. Aunque inicialmente “Rulo” confesó ante la Policía -una declaración sin validez judicial-, luego se desdijo ante el juez.

Pese a que parecía que todo apuntaba a él, nuevas dudas surgieron. El corte en el cuello indicaba que el asesino habría actuado desde atrás con la mano derecha, mientras que Palacios era notoriamente habilidoso con su izquierda en el boxeo. Además, en el cuerpo de la víctima detectaron dos perfiles genéticos distintos entre sí, ninguno coincidente con el del acusado.

Aun así, Palacios llegó a juicio. Tras varias audiencias, el Tribunal lo consideró coautor del crimen, pero no ejecutor directo. Los análisis de ADN sugerían que quien la degolló lo hizo mientras tenía relaciones con ella. Y los restos seminales no correspondían a Palacios.

El caso, con nuevos sospechosos y pistas inconclusas, jamás llegó a resolverse por completo. Quedó atrapado en la impunidad, pese a los reclamos constantes de la familia de Betty. Y la historia sumaría un capítulo más: un cambio de calificación y la derogada “ley del 2x1” beneficiaron a Palacios, que recuperó la libertad rápidamente. Condenado a 14 años, solo cumplió 5.

Tras su salida, una ola de delitos violentos lo volvió a colocar en el centro de las noticias.

Poco tiempo después, entre 2005 y 2006, comenzaron a multiplicarse en City Bell las denuncias por robos y violaciones. El agresor era descrito como un hombre fuerte, que se movía en una bicicleta gris y que tenía la costumbre de tomar el celular de la víctima y realizar una llamada mientras cometía el abuso.

En diciembre de 2003, la psicóloga Nelly Dozo fue golpeada y ahorcada con un cinto. Pasó en 59 entre 23 y 24 / Web

Reynaldo Palacios recibió entonces una nueva condena, esta vez de 44 años. El fallo fue del Tribunal Oral en lo Criminal IV, que le atribuyó los delitos de “abuso sexual agravado, coacción agravada, privación ilegal de la libertad y robo”.

Más acá en el tiempo, el ex marido de la psicóloga Nelly Dozo (51) fue condenado a perpetua como instigador de su brutal crimen en 2003 en una vivienda de 59 entre 23 y 24. La Justicia afirmó que el hecho lo había mandado a cometer para cobrar un seguro de vida -de 200 mil pesos- que tenía la mujer. Se trata de Yerko Zlatar Alé (69), quien a poco de recibir la sentencia falleció a causa de una enfermedad.

En el juicio se acreditó que la mujer recibió dos golpes en la cabeza con un hierro que se usa para marcar animales y una vez que la víctima se encontraba inconsciente fue ahorcada con un cinturón lo que le provocó la muerte por asfixia. Como autor material fue encontrado culpable Maximiliano Gastón Romano, el cuidador de Zlatar Alé, a quien le dieron 18 años de prisión.

 

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