“La viuda”, pieza fundacional del gran autor portugués

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Antes de ser el Nobel de Literatura, José Saramago fue un joven de 25 años que buscaba su voz. Esa búsqueda se llama “La viuda”, su primera novela, escrita en 1947 y recién ahora publicada en español por Alfaguara, en el marco del centenario de su nacimiento. En Portugal se conoció como “Terra do pecado”, título impuesto por su editor.

La protagonista es María Leonor, una mujer joven, madre de dos hijos, que intenta sostener su vida tras la muerte de su marido. La hacienda familiar, las exigencias sociales y el peso del duelo la cercan. Pero lo que más la atormenta no es la soledad, sino el deseo que se resiste a morir. Desde esa culpa —la de sentir cuando debería llorar— Saramago construye una historia íntima, hecha de vigilias, silencios y confesiones interiores.

Hay algo profundamente moderno en esta mujer que espía las pasiones ajenas mientras reprime las propias. En su cuarto cerrado, en su insomnio, late ya el germen del escritor que más tarde pondría a sus personajes frente a dilemas morales y políticos con una lucidez implacable.

El propio Saramago reconoció en la “Advertencia” del libro su inseguridad de principiante. Y sin embargo, “La viuda” revela una sensibilidad precoz: el gusto por la introspección, la mirada compasiva hacia los marginados y la certeza de que, incluso en medio del dolor, “hay que vivir aunque sea de cualquier modo, siempre que sea vivir”.

 

José Saramago
La viuda

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