Detrás de los gobernadores

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Rosendo Fraga

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La Casa Rosada finaliza la ronda de diálogo con gobernadores, entendiendo que ellos son la clave de la negociación política y del funcionamiento del Congreso. Las provincias geográficamente se dividen en tres grupos. Por un lado, las diez que integran el “norte grande”, que son Salta, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, Jujuy, Formosa, Chaco, Misiones, Corrientes y Tucumán. Tienen cierta organización institucional que les permite algunas declaraciones de conjunto, pero políticamente se definen individualmente.

En el otro extremo del país se encuentran las seis provincias de la región patagónica: La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Han ido ganando cohesión con el desarrollo de los hidrocarburos y los recursos naturales, pero mantienen intereses particulares también.

A ellas se agrega la región centro, cuyas provincias están identificadas por la llamada “franja productiva”, que tiene al agro como su eje: Santa Fe y Córdoba suman a Entre Ríos, Mendoza y San Luis; San Juan integra por un lado la región centro, aunque comparte características del norte grande, que no integra. De este grupo, en la última elección surgió el sector denominado Provincias Unidas, que fracasó en la última elección.

La Ciudad de Buenos Aires y la Provincia formarían por sí mismas una cuarta región, pero ella podría ser el AMBA, conformado por la capital federal y el Gran Buenos Aires, una región predominantemente urbana, mientras que el interior de la Provincia comparte intereses y características del área productiva.

Pero este alineamiento geográfico y geopolítico se cruza con otro de carácter político, que se ha ido debilitando. Por un lado, la mayoría de los gobernadores sigue siendo peronista, pero en un extremo están los de Formosa, La Rioja, Buenos Aires y Tierra del Fuego, que son los que mantienen mayor relación y afinidad con la exvicepresidente Cristina Kirchner. En cambio, en el norte del país están los de Salta, Jujuy, Catamarca, Tucumán y Misiones, que son los más cercanos al gobierno y quienes más avanzan en la negociación con él. Podrían formar un bloque provincial propio que se proyectara a las dos Cámaras del Congreso.

Los dos primeros tienen buena relación con Sergio Massa, aunque ya en la primera parte de gobierno de Milei mantuvieron diálogo y coincidencia con él. El peronismo de Córdoba, como es tradicional, se mantiene en una posición particular, siempre alejada del kirchnerismo. Del radicalismo quedan Mendoza, que es aliada del libertario, y Corrientes, que integró el grupo de Provincias Unidas.

Las patagónicas tienen la mayoría de gobernadores electos por el PRO, pero en los hechos actúan como partidos políticos provinciales. Tal es el caso de los de Santa Cruz, Chubut y Río Negro, esta última de origen peronista. El gobernador peronista de La Pampa ha fluctuado alrededor de Cristina, pero finalmente ha mantenido su independencia. En cuanto a Neuquén, mantiene su línea histórica de provincialismo. San Luis mantiene una postura entre el PRO y La Libertad Avanza, mientras que la de San Juan es peronista y relativamente independiente. No es un cuadro fácil para componer por parte de la Casa Rosada.

Qué piden los gobernadores

Los temas inmediatos que estaban pendientes antes de la elección para los gobernadores, eran el cambio en la distribución de los ATN y la participación en el impuesto a los combustibles. Es lo que esperan obtener por su apoyo a la aprobación del Presupuesto. Los gobernadores tienen una unidad frágil e incluso contradictoria, como se ha visto, pero estos se unifican en los temas concretos.

El Poder Ejecutivo está más fuerte entonces en ambas Cámaras del Congreso, pero sin mayoría en ninguna de las dos. Mejora su capacidad de negociación, pero deberá ejercerla. El desafío de Milei será demostrar que es capaz de alinear sus objetivos con los de los gobernadores, quienes son los mismos que en sus primeros dos años de gobierno.

Mientras tanto, en las dos Cámaras del Congreso la influencia de los gobernadores baja, pero con limitaciones y ambigüedades. En Diputados, ni el oficialismo ni la oposición están en condiciones de articular bloques que le permitan alcanzar la mayoría propia que requiere ciento 129 diputados. El oficialismo, sumando los legisladores de La Libertad Avanza, un sector del PRO, algunos radicales y escindidos del propio oficialismo, se acerca a los 95 diputados nacionales. A su vez, el bloque de Fuerza Patria, que unifica por ahora al peronismo, tiene casi el mismo número, pero este va descendiendo con escisiones por lo general kirchneristas.

En el Senado se vive una situación a la inversa. El peronismo está sufriendo deserciones que están reduciendo su bancada a cerca de treinta legisladores. A su vez, La Libertad Avanza, junto el PRO, radicales e independientes, se acercaría a los 24 legisladores. Es decirque en esta Cámara, el peronismo podría ser la primera minoría, pero perdiendo la mayoría absoluta, y el oficialismo nacional, en cambio, constituirse en segunda minoría.

Este panorama obliga a la negociación y da oportunidad en ella a legisladores que no están alineados en ninguno de los dos bloques, los que están en etapa de organización, y en ella los gobernadores serán claves.

 

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