La herencia de Jorge Lanata a un año de su muerte: denuncias, deudas millonarias, auditorias y peleas familiares 

Sin dudas, aquel 30 de diciembre de 2024 no fue un día más para el periodismo argentino. A los 64 años, murió Jorge Lanata después de una extensa internación. Pero su problemática despedida comenzó mucho antes de ese anteúltimo día del año.

El hombre que había sobrevivido a un trasplante cruzado, a fallas renales y a una vida de excesos, entró al Hospital Italiano en junio para un estudio de rutina y nunca volvió a ser el mismo. 

De un lado, Elba Marcovecchio, la abogada platense, viuda y con dos hijos que se había casado con Lanata. Del otro, Bárbara y Lola Lanata, las hijas del periodista, herederas de su apellido y de su rebeldía, acompañadas por sus madres y ex parejas del periodista, Andrea Rodríguez y Sara Stewart Brown.

Así, lo que empezó como una diferencia sobre quién podía entrar a la habitación terminó en una denuncia judicial por "hurto" y "malversación de dinero".

En ese contexto, las hijas acusaron a Elba de aprovechar la vulnerabilidad de su padre para retirar objetos de valor de su departamento: relojes de lujo, obras de arte y dinero en efectivo. "Es muy triste atravesar todo esto, principalmente para Jorge, pero también para mí y para mis hijos, que son pequeños. Que estas cosas salgan a la luz es lo peor para él", se defendía la abogada.

Por otra parte, recordemos que a medida que avanzó 2025, la sucesión de Jorge Lanata se transformó en un tema recurrente en los medios.

Se supo que, su patrimonio incluía una pinacoteca valuada en millones de dólares, colección de objetos de valor como relojes y lapiceras, propiedades en Buenos Aires y Uruguay, activos financieros y los derechos de su obra literaria y periodística.

Lanata no había realizado un acuerdo pre nupcial ni testamento. Sí existía una división de bienes que Marcovecchio pidió cuando compró su departamento.

Entonces, las hijas, representadas por sus abogados, solicitaron de inmediato que la justicia interviniera para evitar que la viuda dispusiera de los bienes. 

Aunque los bienes son muchos también había deudas. El departamento donde Elba Marcovecchio vivía con Lanata es una propiedad de 500 metros cuadrados valuada en un estimado de 2 millones de dólares. Fue  comprada con dinero de la abogada y un supuesto aporte que habría hecho Jorge Lanata y para el cual, contrajo una deuda. Esa deuda entró en en la sucesión. 

Pero, todo parece indicar que, el punto más sensible fue el reclamo presentado por Radio Mitre, emisora donde Lanata condujo Lanata sin filtro. Durante los meses de internación, la empresa mantuvo el sueldo del conductor, una cifra que, según se supo era de 40 millones de pesos. Allí, si bien la cifra parece exorbitante para el mercado promedio, no era un contrato "fastuoso" o un "delirio" comparado con lo que Lanata facturaba para otros grupos periodísticos en concepto de publicidad y audiencia

Pero con la muerte del conductor, la radio exigió el pago de 300 mil dólares, correspondientes al saldo de un préstamo que originalmente había sido de 600 mil y que el periodista había solicitado para una operación inmobiliaria.

Así, el mencionado reclamo abrió una nueva grieta: quién debía hacerse cargo del pago y de qué manera. Aunque en algunos momentos hubo coincidencias discursivas entre la viuda y las hijas en cuanto a la necesidad de resolver la deuda, las versiones sobre el destino del dinero y las responsabilidades nunca terminaron de alinearse.

Con el correr de los meses, el conflicto dejó de ser solo económico y pasó a ser personal.

Las diferencias entre Elba Marcovecchio y Bárbara Lanata se hicieron cada vez más evidentes, incluso dentro del ámbito judicial.

Entonces, en octubre de 2025 se conoció el pedido de una auditoría externa para revisar en detalle el estado de los bienes y las deudas del periodista. El objetivo era claro: ordenar números, despejar sospechas y establecer responsabilidades. El pedido fue aceptado y dejó en evidencia el nivel de desconfianza existente entre las partes.

En discusión quedaron propiedades emblemáticas, como un departamento en el Palacio Estrugamou y la casa en Punta del Este. La pregunta central seguía siendo la misma: cómo se repartiría el patrimonio y quién asumiría las obligaciones pendientes, especialmente el reclamo de Radio Mitre.

Aunque ninguna de las protagonistas hizo declaraciones públicas, los movimientos judiciales hablaron por sí solos. La necesidad de una auditoría externa marcó un quiebre que difícilmente tenga retorno.

Más tarde, la abogada platense pidió la declaratoria de herederos, un documento legal que determina quiénes son los familiares beneficiarios de la herencia de una persona fallecida, llamada causante, que no dejó un testamento escrito. El objetivo es comunicar que tienen que reclamar sus bienes y derechos para poder disponer de ellos.

En este escenario caldeado de emociones, surgió la figura de Romina Manguel. La abogada acusó a Manguel de haber mantenido un vínculo sexo-afectivo con el conductor a cambio de una cartera de lujo.

El enfrentamiento escaló. Manguel se convirtió en la voz del entorno histórico. Denunció públicamente que Marcovecchio había "secuestrado" a Lanata en sus últimos días, impidiendo que sus amigos se despidieran. "Lo dejó solo", sentenció. Sobre el episodio de la cartera aclaró que todo se redujo a un error de lectura de Elba: "Leyó chats que malinterpretó". Incluso dio un ejemplo concreto: "En un chat, el gordo me preguntó si estaba en New York y me mandó una dirección. Yo le respondí "ah bueno, preparate. Sexo, drogas y rock and roll", y resultó que estaba internado y quería que vaya a verlo. Si lo lees así no más, lo mal interpretás”.

Asimismo, otra dura polémica fue el despido de Facundo Casanova, su chofer y asistente. Estas personas, que pasaban 24 horas con Jorge, fueron desvinculadas por Elba bajo el argumento de que ya no había fondos para sostener semejante estructura.

Por último, las hijas de Lanata denunciaron que estos despidos buscaban "borrar testigos" de lo que sucedía dentro de la casa. Incluso se llegó a un arreglo judicial donde se les pagó el 50% de la indemnización, un acuerdo que muchos colaboradores aceptaron solo para salir del infierno mediático en el que se había convertido la sucesión.

 

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