La inteligencia artificial expone la urgencia de lo humano
Edición Impresa | 23 de Febrero de 2025 | 04:48
En la era de la Inteligencia Artificial, donde las innovaciones tecnológicas transforman cada aspecto de nuestra vida, conviven grandes expectativas y temores respecto a su impacto. La IA se ha convertido en una herramienta omnipresente, desde las aplicaciones que nos indican la ruta a seguir hasta los sistemas automatizados en la banca y los bots que atienden nuestras consultas. Sin embargo, a pesar de los innegables avances en el procesamiento de datos y la automatización, la esencia y la capacidad decisoria del ser humano siguen siendo insustituibles, como se evidencia en recientes acontecimientos que han dejado al descubierto la imprevisibilidad del factor humano.
Un ejemplo revelador se produjo durante la final del Campeonato Mundial de Ajedrez 2024. En un duelo que parecía haber sido minuciosamente analizado por algoritmos capaces de prever todas las jugadas posibles, el pronóstico apuntaba a un empate entre el experimentado chino Ding Liren y el joven prodigio indio Dommaraju Gukesh. Los expertos en tecnología, confiados en el poder de la IA, daban por sentado que el desarrollo del encuentro seguiría patrones lógicos e invariables. Sin embargo, en una jugada decisiva y completamente inesperada, Ding Liren cometió un error crítico que permitió a Gukesh superar el empate y consagrarse campeón. Este hecho, que sacudió tanto a la comunidad ajedrecística como a los analistas tecnológicos, demuestra que la capacidad de equivocarse, de sorprender y de improvisar es una cualidad intrínsecamente humana que ningún algoritmo, por avanzado que sea, puede predecir con total certeza.
La presencia de la Inteligencia Artificial en nuestra vida cotidiana se manifiesta de formas tan sutiles como sorprendentes. ¿Acaso no es la aplicación de Google, con su voz y precisión, la que nos guía por rutas desconocidas, facilitando desplazamientos por ciudades y países? ¿O las aplicaciones móviles de los bancos, que nos permiten gestionar finanzas en tiempo real, o incluso los bots de atención al cliente que simulan una conversación cara a cara en una ventanilla virtual? Estas herramientas, que para muchos pasaron de ser materia de ciencia ficción a una realidad cotidiana, han sido parte de nuestro día a día durante décadas, evolucionando y adaptándose a nuestras necesidades. Sin embargo, es importante recordar que su funcionamiento depende de la infraestructura digital y, en última instancia, del uso que le damos a cada una de ellas.
En otro terreno donde la interacción entre tecnología y factor humano resulta crucial se encuentra la seguridad vial. En Mendoza, por ejemplo, los viajes hacia Chile se han visto afectados por una serie de accidentes que han dejado víctimas y causado interrupciones en el tráfico. A pesar de contar con dispositivos de alerta, indicadores de velocidad y sistemas diseñados para prevenir incidentes, el principal factor determinante sigue siendo la conducta del conductor. Los recientes episodios en los que vehículos han quedado involucrados en siniestros evidencian que, aunque la tecnología puede advertir y prevenir, la imprudencia y el descuido humano son difíciles de erradicar. Uno de estos casos impactó especialmente en una estación de servicio de Guaymallén, donde un conductor se mostró totalmente ajeno a las normas básicas de seguridad: entre fumar de manera imprudente y manejar sin la debida concentración, puso en riesgo no solo su integridad, sino la de quienes lo rodeaban.
Estas situaciones invitan a una reflexión profunda sobre cómo la tecnología, a pesar de sus indudables beneficios, no puede suplir la necesidad de responsabilidad y juicio personal. En un mundo donde la IA analiza y procesa cantidades inimaginables de datos en cuestión de segundos, el margen de error humano sigue siendo un elemento crucial que marca la diferencia en contextos tan variados como una partida de ajedrez de alto nivel o el simple acto de conducir. La capacidad de tomar decisiones, de evaluar riesgos y de adaptarse a situaciones imprevistas es una virtud inherente al ser humano que ninguna máquina ha logrado replicar de manera integral.
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