Un thriller que no te permite respirar

Hay libros que se leen. Y hay libros que se devoran. “La asistenta”, de Freida McFadden, pertenece sin dudas a la segunda categoría. Publicada en español como puerta de entrada a una trilogía que se completa con “El secreto de la asistenta” y “La asistenta te vigila”, esta novela se convirtió en un fenómeno global: más de nueve millones de ejemplares vendidos y más de ochenta semanas en listas de best sellers internacionales.

El dato biográfico ya es, en sí mismo, una escena de novela.

McFadden no es solo escritora: es médica especializada en lesiones y trastornos cerebrales y continúa ejerciendo. Vive en Boston, escribe de noche y esconde su identidad real. “Freida McFadden” es en realidad seudónimo. Lo hace para proteger su vida privada y, según explicó, también para no incomodar a sus pacientes. El misterio alrededor de su figura no es marketing: es parte de su ética.

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Pero el verdadero corazón del fenómeno está en la novela.

Sobre la obra

Millie Calloway es una joven en crisis. Tiene un pasado turbio, pocas opciones y una necesidad urgente de empezar de nuevo. Por eso acepta trabajar como empleada doméstica en la casa de los Winchester: lujo, perfección, orden. Al menos, en apariencia. Nina Winchester, la dueña de casa, es encantadora y perturbadora a la vez. Sus cambios de humor, sus frases extrañas y sus mentiras pequeñas pero persistentes convierten la convivencia en un terreno pantanoso. Andrew, el marido, completa un triángulo emocional donde nada es lo que parece.

El argumento, en esencia, es simple. Y eso es justamente lo que lo vuelve eficaz. Porque en los grandes thrillers el mérito no está en lo que pasa, sino en cómo se construye la tensión. McFadden domina ese arte: capítulos breves, lenguaje directo, ritmo vertiginoso. La novela está dividida en tres partes, pero esa arquitectura es casi invisible: el lector avanza como arrastrado por una corriente.

Los giros narrativos aparecen con una violencia quirúrgica. No llegan como fuegos artificiales, sino como puertas que se cierran de golpe en la cabeza del lector. Algunos pueden intuirse. Ninguno se siente cómodo. La trama se da vuelta, los personajes mutan, la casa se vuelve una trampa simbólica. Hay una habitación que no se abre desde adentro, y esa imagen resume toda la sensación de encierro que la autora construye con pocos elementos y mucha precisión.

La prosa

El estilo de McFadden es engañosamente simple. Parece liviano, rápido, sin adornos. Pero debajo hay una comprensión muy fina de la psicología del miedo cotidiano: el miedo a depender, a no tener poder, a vivir dentro de reglas que no se entienden. La casa de los Winchester no es solo un escenario: es un organismo. Cada puerta cerrada, cada vestidor perfecto, cada escalera silenciosa funciona como una advertencia.

Otra de las fortalezas de la novela es su protagonista. Millie es frágil y fuerte al mismo tiempo. Su deseo de normalidad la vuelve profundamente humana. El lector no solo la acompaña: la entiende. Y esa empatía es clave para que el suspenso funcione.

La historia editorial del libro es casi tan interesante como su trama. McFadden estuvo a punto de no publicarlo. Lo consideró “demasiado oscuro” y lo archivó. Cuando finalmente salió en 2022, estalló. En 2023 y 2024 llegaron las continuaciones. Hoy la saga es un fenómeno de lectura transversal: jóvenes, adultos, lectores ocasionales y fanáticos del género.

Hay algo profundamente contemporáneo en la obra: la obsesión por las apariencias, las casas perfectas, las familias impecables, los silencios densos. El libro trabaja, con bisturí, la idea de que lo pulcro puede esconder lo siniestro, y de que la vulnerabilidad social —ser pobre, necesitar trabajo, no tener red— es una forma de peligro.

En definitiva, “La asistenta” no promete alta literatura. Promete otra cosa: escape, tensión, insomnio, páginas que pasan sin darse cuenta. Y cumple.

La asistenta

Freida McFadden

Editorial: Suma de letras

Páginas: 344

Precio: $37.799