La peligrosa exposición a las pantallas

En un mundo donde la tecnología se ha vuelto imprescindible, el desafío no es eliminar su uso, sino aprender a gestionarlo de manera consciente y saludable

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El uso excesivo de dispositivos electrónicos como tablets, celulares y computadoras se ha convertido en una preocupación creciente para la salud pública. Los profesionales de la salud advierten que la exposición prolongada a las pantallas puede traer consecuencias negativas tanto físicas como mentales, afectando desde la postura corporal hasta el bienestar emocional.

Los médicos traumatólogos clínicos sostienen que el uso excesivo de estos dispositivos está estrechamente vinculado con problemas musculoesqueléticos. “El sedentarismo prolongado y las posturas incorrectas al utilizar estos dispositivos generan un aumento significativo de consultas por dolores de cuello, espalda y muñecas”, explican. Además, señalan que el síndrome del túnel carpiano, las tendinitis y otras afecciones derivadas del uso repetitivo de manos y muñecas están en alza, especialmente entre quienes pasan largas horas frente a pantallas.

Por su parte, los oftalmólogos advierten sobre la fatiga visual digital, una condición que cada vez afecta a más personas. “La exposición prolongada a pantallas genera síntomas como enrojecimiento ocular, sequedad, dolor de cabeza y visión borrosa. Muchas personas no parpadean lo suficiente al mirar una pantalla, lo que agrava la sequedad ocular”, detallan los especialistas. También recomiendan la regla del 20-20-20: cada 20 minutos, hacer una pausa de 20 segundos y mirar algo a 20 pies de distancia (aproximadamente seis metros) para reducir la tensión ocular.

El impacto en la salud mental es otro aspecto que preocupa a los psicólogos. “El uso excesivo de pantallas, especialmente en redes sociales, está directamente relacionado con el aumento de la ansiedad, la depresión y la baja autoestima. La sobreexposición a contenido digital genera una constante comparación con modelos irreales de éxito, belleza y felicidad, lo que puede afectar la percepción personal y la salud emocional”, explican. Además, destacan que el abuso de dispositivos puede alterar los ritmos circadianos y dificultar el descanso nocturno, lo que repercute en el estado anímico y la capacidad de concentración.

Los neurólogos también alertan sobre los efectos en el desarrollo cognitivo, especialmente en niños y adolescentes. “El tiempo excesivo frente a pantallas limita la interacción con el entorno, afectando el desarrollo del lenguaje, la creatividad y las habilidades sociales. Además, hay evidencia que sugiere que el exceso de estímulos digitales puede impactar en la capacidad de atención y aumentar la impulsividad”, analizan los especialistas en neurociencia.

Los profesionales de la salud enuncian que una de las claves para reducir estos efectos negativos es establecer límites en el uso de pantallas y fomentar hábitos saludables. “Es fundamental equilibrar el tiempo de exposición con actividades al aire libre, ejercicio físico y contacto social real. También es importante generar espacios libres de pantallas, especialmente en horarios de comida y antes de dormir”, recomiendan.

En un mundo donde la tecnología se ha vuelto imprescindible, el desafío no es eliminar su uso, sino aprender a gestionarlo de manera consciente y saludable. La clave, según los expertos, está en encontrar un equilibrio que permita aprovechar los beneficios de la conectividad sin descuidar la salud física y mental.

 

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