Una batalla de matones librada sin piedad en un hospital público
Edición Impresa | 27 de Marzo de 2025 | 02:26

Dos conocidos grupos de facinerosos pusieron en riesgo la vida de pacientes, empleados, enfermeros y médicos del Hospital San Roque de Gonnet.
En una actitud salvaje se enfrentaron a tiros, en peleas cuerpo a cuerpo, con armas blancas y a trompadas afuera y en el interior del centro médico, causando un imaginable pánico. Este diario detalló en su edición de ayer la batalla de seres antisociales que se libró en el interior del centro de salud.
La Ciudad vivió así un episodio que supera toda calificación y que obliga a las autoridades policiales y judiciales a aplicar el mayor peso legal posible contra los protagonistas de esa barbarie sin control. Se combinaron lo peor del gremialismo y del fútbol para montar lo que pudo ser una tragedia.
Pacientes, familiares, personal, enfermeros y médicos debieron tirarse cuerpo a tierra en el interior del hospital para salvar sus vidas, con grupos de delincuentes enfrentados a balazos en el lugar. Se vivieron escenas propias de una película violenta, pero no se trataba de una ficción, sino de un episodio real que no encuentra explicación ni justificación posibles. La sala de guardia del San Roque sufrió importantes daños.
Hace demasiado tiempo que la interna de la Uocra se libra por la vía de las armas, de los palazos y de los piedrazos. En donde se encuentran las facciones enfrentadas, empieza una batalla. No de ideas, precisamente. La entidad sindical que nuclea al sector laboral de la construcción local debiera tener en claro que no es con armas de fuego, facas ni palos la manera de dirimir conflictos internos.
Y sobre llovido, mojado. Hace un tiempo, estos sectores enfrentados de la entidad gremial decidieron apelar al refuerzo todoterreno de los barrabravas de Estudiantes y Gimnasia. El lunes habían protagonizado un enfrentamiento en la ruta 2, en Atalaya. Y el martes decidieron participar de la inauguración de la Plaza San Martín, instalándose a metros del Gobernador.
Claro, a los pocos instantes empezaron los incidentes de rigor, que se propagaron luego con el saldo de heridos a la esquina de 15 y 46. Y todo se trasladó después al Hospital San Roque, en donde hubo corridas, tiros, facazos, afuera y adentro, hasta que llegaron las sirenas policiales. Ello sucedió en un hospital que existe para salvar vidas, no para convertirse en un ámbito para la violencia.
Algunos dirigentes de la Uocra se creen gremialistas, pero no lo son. Acaso los barrabravas de Estudiantes y Gimnasia suponen, aún, que son hinchas de fútbol. Y tampoco lo son. Lo que hicieron en esta última oportunidad demuestra que son personas desviadas, a quienes la Justicia, tras las investigaciones del caso, debe imputar como autores de delitos gravísimos. Muchos de ellos ya tendrán antecedentes penales, pero lo cierto es que en ambos grupos de violentos siguen matando e hiriendo sin mirar a quién y causando destrozos.
No corresponde, en realidad, detallar las causas, los alcances del episodio y sus secuelas, ya que ello forma parte de la investigación judicial en curso. Lo que sí debiera señalarse es que la Uocra platense en alguna ocasión tendrá que entender que hay que apelar a vías pacíficas para dirimir conflictos. Entre otras múltiples finalidades, para no convertir una institución tan objetivamente valiosa como es un gremio en una suerte de batallón prepotente.
Además del último período de violencia, se habla también de un largo proceso previo en el que una conducción del gremio originó incidentes, presiones y extorsiones a empresarios y trabajadores muy graves en el rubro de la construcción, que derivaron en causas y condenas judiciales.
Pero lo ocurrido ahora en el Hospital San Roque de Gonnet hizo llegar las cosas a un extremo inadmisible. Sectores del gremio han decidido librar una fuerza sin control, sin límites de ninguna naturaleza. Para lograr ello enrolan a barrabravas violentos. Todo esto causa una justificada indignación en la población, que quiere vivir pacíficamente, respetando las leyes y no los comportamientos matones.
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