Tomaron del cuello a una jubilada para sacarle todo
Edición Impresa | 24 de Junio de 2025 | 02:09

En un estremecedor episodio ocurrido durante la madrugada del domingo, una jubilada de Ringuelet vivió una verdadera pesadilla cuando su vivienda fue blanco de un violento robo.
El hecho tuvo lugar en 4 entre 512 y 513. La mujer, de 65 años, descansaba en su dormitorio cuando, alrededor de las cinco de la mañana, fue sacudida por un estruendo que la obligó a despertar de golpe. El sonido de vidrios rompiéndose la hizo incorporarse bruscamente en la oscuridad. Lo que vio desde la cama la dejó paralizada: un hombre, encapuchado y de contextura robusta, había ingresado por el ventiluz del baño y ya estaba dentro de su casa.
Aún sin comprender la magnitud de lo que estaba sucediendo, la víctima intentó llegar a la puerta de entrada con la intención de salir a pedir ayuda.
Pero la pesadilla recién comenzaba: al abrir la puerta, se topó con un segundo delincuente, también encapuchado, que irrumpió con violencia, empujándola hacia el interior.
Sin darle tiempo a reaccionar, la tomó del cuello con fuerza y la arrastró hasta su habitación, donde comenzó a exigirle dinero con amenazas e intimidaciones. “¡Dame la plata o te mato!”, fueron algunas de las frases que, según trascendió, le gritaban mientras la mujer rogaba por su vida.
Así, mientras un ladrón revolvía sin descanso cada rincón de la finca en busca de objetos de valor, el otro la mantenía reducida, inmovilizada y aterrada. La jubilada, en un intento desesperado por que todo terminara pronto, les entregó un monedero donde guardaba su jubilación reciente: 40 mil pesos en efectivo, sus tarjetas bancarias y su documentación personal.
Pero ni siquiera eso bastó. Antes de huir, uno de los delincuentes advirtió que la mujer tenía las llaves de la vivienda en la mano. Le dio un golpe certero para que las soltara, se apoderaron de ellas y escaparon a toda velocidad en medio de la madrugada.
El nivel de frialdad con el que actuaron los asaltantes dejó en shock a la víctima, que logró pedir ayuda recién cuando el silencio regresó a su hogar. Según su testimonio, los delincuentes estaban vestidos con ropa oscura y llevaban pasamontañas negros que les cubrían completamente el rostro.
Su contextura era robusta, y su accionar rápido y violento denotaba cierta experiencia. No obstante, todo indica que se trató de un robo al voleo, una decisión delictiva tomada en el momento, sin planificación, pero ejecutada con brutalidad milimétrica.
Personal policial tomó intervención y trabaja ahora en la identificación de los responsables. En tanto, la mujer -quien por temor pidió mantenerse en el anonimato- permanece conmocionada, con secuelas emocionales que difícilmente puedan cicatrizar.
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