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Rejuvenecer la sangre: ¿el plasma puede frenar el envejecimiento?

La terapia de intercambio de este material se presenta como un tratamiento prometedor, pero polémico. Qué dice la ciencia

Rejuvenecer la sangre: ¿el plasma puede frenar el envejecimiento?

Freepik

29 de Junio de 2025 | 03:21
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La escena parece salida de una película de ciencia ficción: un cuerpo recostado, tubos que conectan dos seres humanos y una máquina que extrae el plasma de uno para infundirlo en otro. Pero no es ficción, sino realidad. Se trata de la terapia de intercambio de plasma, un procedimiento médico tradicional que, en los últimos años, fue adoptado —y en algunos casos tergiversado— como un supuesto método de antienvejecimiento.

La idea central es impactante: eliminar del torrente sanguíneo ciertas proteínas, toxinas y factores inflamatorios relacionados con el deterioro celular y reemplazarlos por componentes más jóvenes o limpios. Pero ¿cuánto hay de ciencia real y cuánto de mito? ¿Podría la sangre ser, como se insinúa en algunos laboratorios de Silicon Valley, una nueva fuente de juventud?

DESDE EL INICIO AL PRESENTE

La terapia de intercambio de plasma, conocida médicamente como “plasmaféresis”, no es nueva. Se utiliza desde hace décadas para tratar enfermedades autoinmunes, ciertos tipos de cáncer hematológico, desórdenes neurológicos y toxicidad por metales pesados. Consiste en extraer la sangre del paciente, separar el plasma (la parte líquida que transporta proteínas, hormonas, grasas y residuos) y reemplazarlo por soluciones salinas o por plasma fresco de donantes.

En contextos clínicos, su objetivo es remover componentes nocivos como autoanticuerpos, complejos inmunes o proteínas inflamatorias. El procedimiento es controlado, regulado y generalmente se realiza en ambientes hospitalarios.

El salto de la medicina a la longevidad comenzó con estudios en ratones. En 2005, investigadores de la Universidad de Stanford realizaron un experimento llamado “parabiosis heterocrónica”: unieron quirúrgicamente el sistema circulatorio de ratones jóvenes y viejos. Los resultados fueron sorprendentes: los ratones mayores mostraron mejoras en la función muscular, regeneración hepática y plasticidad cerebral.

A partir de entonces, científicos y empresarios comenzaron a explorar la posibilidad de “rejuvenecer tejidos humanos mediante la transferencia de plasma joven”. El problema: los estudios en humanos no han replicado —aún— esos efectos con la misma contundencia. Y mientras tanto, el marketing y la especulación hicieron lo suyo.

En 2020, un equipo del Instituto Wyss de Harvard liderado por el investigador Harold Katcher publicó resultados prometedores en ratones envejecidos tratados con “plasma modificado” : mejoras en órganos vitales, menor inflamación y mejores marcadores metabólicos. Pero, de nuevo, no se trataba de plasma joven “puro”, sino de una formulación artificial, desarrollada en laboratorio.

En humanos, se están desarrollando estudios preliminares con resultados aún modestos. Uno de los más conocidos es el ensayo clínico de “Ambrosia”, una startup de California (Estados Unidos) que ofrecía transfusiones de plasma de donantes jóvenes a adultos mayores, con fines supuestamente rejuvenecedores. El tratamiento costaba 8.000 dólares y fue duramente criticado por la comunidad científica, hasta que en 2019 la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU.) advirtió oficialmente que no hay evidencia suficiente para considerar este procedimiento seguro o efectivo como terapia antienvejecimiento.

¿QUÉ PUEDE (Y QUÉ NO PUEDE) HACER ESTA TERAPIA?

Hoy, los defensores del intercambio de plasma como tratamiento anti-aging apuntan a su capacidad de reducir la inflamación sistémica, conocida como “inflammaging”, un proceso crónico que se intensifica con la edad y que está vinculado con enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas y metabólicas.

 

La terapia de intercambio de plasma se utiliza para tratar enfermedades

 

La idea es que al remover factores inflamatorios, el organismo puede recuperar parte de su funcionalidad. Pero no hay prueba concluyente de que esto implique una “reversión” del envejecimiento. Tampoco hay evidencia de que la sangre joven contenga un “factor mágico” que regenere tejidos en adultos.

¿FICCIÓN O FUTURO?

La búsqueda de longevidad es tan antigua como la humanidad. Desde la alquimia medieval hasta los tratamientos con células madre, el anhelo de prolongar la vida saludable se reinventa con cada avance científico. La terapia de intercambio de plasma se encuentra en esa frontera difusa entre lo posible y lo probable. Aporta hipótesis interesantes, pero aún necesita mucha evidencia clínica.

La medicina regenerativa avanza: nuevos estudios trabajan con plasma enriquecido, exosomas, factores de crecimiento y edición genética para frenar el deterioro biológico. Pero el verdadero cambio, al menos por ahora, sigue estando en las prácticas simples y sostenidas: una buena alimentación, ejercicio regular, descanso reparador y vínculos sociales de calidad.

En el mientras tanto, la terapia de intercambio de plasma debe ser vista con prudencia. Puede tener un lugar en la medicina del futuro, pero aún no es la fuente de la juventud. La ciencia, como el envejecimiento, no se acelera por decreto.

Lo que sí puede hacer el tratamiento es

Disminuir proteínas inflamatorias circulantes.

Modificar ciertos biomarcadores relacionados con el envejecimiento.

Mejorar parámetros inmunológicos en pacientes con enfermedades específicas.

Lo que no puede hacer (por ahora)

Rejuvenecer órganos o tejidos de forma sostenida.

Detener el envejecimiento celular.

Ser aplicado masivamente sin riesgos y sin supervisión médica estricta.

Riesgos y peligros

Reacciones alérgicas al plasma donado.

Infecciones por mala manipulación.

Alteraciones electrolíticas.

Fatiga, mareos o hipotensión.

Comercialización sin regulación, con promesas desmesuradas, precios altísimos y poca supervisión científica.

Dilemas éticos profundos, como la mercantilización del cuerpo humano.

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