Casa para siempre o unos años: platenses, más quietos que en otros países
Edición Impresa | 17 de Julio de 2025 | 03:45

En Estados Unidos, una persona puede llegar a cambiar de propiedad entre 8 y 10 veces a lo largo de su vida. En Francia, el ciclo puede repetirse 4 o 5 veces; en España, 3 o 4; en el Reino Unido, entre 6 y 7 veces. ¿Y en Argentina? La mudanza suele ocurrir tan sólo en 1 o en 2 ocasiones. Según un informe de la Cámara de Empresas de Servicios Inmobiliarios (Camesi) el escenario dispar tiene una raíz multifactorial: “Una cultura de permanencia, falta de crédito y un mercado poco dinámico”, expresó el documento.
La Ciudad no es la excepción. Según martilleros locales, los cambios de propiedad suelen ser entre 1 y 2 -a lo sumo 3- y se llevan a cabo por inicio y finalización de ciclos; o por posibilidades económicas.
Teniendo en cuenta que la compra de inmueble conlleva una inversión de miles de dólares y que para muchos jóvenes -y adultos también- es un objetivo a largo plazo, todavía hay vecinos de la Ciudad que pueden mudarse aunque sea una o dos veces a lo largo de su vida adulta.
Según el documento de Camesi, “en Argentina cambiar de casa es una decisión costosa, compleja y muchas veces inalcanzable. Las propiedades pueden tardar más de 6 meses en venderse si no están bien tasadas o promocionadas”.
Asimismo, “la baja movilidad frena la renovación barrial, impide la rotación del parque habitacional y genera ciudades estáticas. Otro problema clave es la falta de opciones para nuevos compradores. Si no hay recambio, los jóvenes tienen pocas oportunidades de acceder a una primera vivienda”, continuó.
Martilleros locales coinciden en que, en la Ciudad, el escaso cambio de propiedad es funcional a ciclos económicos y personales.
APEGO Y CAMBIOS FAMILIARES
“Cuando un matrimonio tiene hijos, necesita irse a un lugar más grande. Cuando sus hijos se van, la casa queda grande, es difícil mantenerla. Entonces, vuelven a mudarse a un lugar más chico”, señaló a EL DIA Mariana Valverde, martillera local en “Valverde Inmuebles”, en relación al grupo de personas que sí elige -y puede- cambiar de hogar.
“Constantemente, observamos que los matrimonios que salen de un departamento para comprar una casa, 15 ó 20 años después vuelven para vender esa casa y comprar un departamento para ellos y para sus hijos”, evidenció.
“Cuarenta años llevamos en el rubro. Mi madre ya lo vivió dos o tres veces esto de que vuelvan las personas a las que les vendimos una casa y ahora quieren venderla”, culminó Valverde.
Para Gisela Agostinelli, martillera en “Agostinelli Propiedades”, además de la variante económica, también hay un costo sentimental: “A las personas de mediana edad les cuesta este tipo de cambio que, por lo general, ocurre cuando los hijos crecen y la casa, les queda grande. También hay una cuestión de apego al barrio, a las comodidades de la cercanía del colegio, del trabajo, del día a día”, explicó a este diario.
“Es insoslayable la cuestión económica en el no cambio tan a menudo, pero también cultural”, cerró.
LA VARIANTE ECONÓMICA
“En Argentina, hay personas que no pudieron comprar un inmueble en su vida. Lo cierto es que sin el crédito hipotecario, es prácticamente imposible”, destacó el martillero local Ramón Penayo, propietario de “Penayo Propiedades”.
“Sin el crédito, es prácticamente imposible comprar, salvo que heredes o que construyas y subdividas en el terreno de tus padres”, describió.
Cómo publicó este diario, hubo un repunte en los préstamos hipotecarios indexados en UVAs.
Pero vayamos a los números: para acceder a un crédito de 100 millones de pesos y poder comprar un departamento o una casa, se requiere, como mínimo, de un ingreso en blanco cercano a los 2 millones de pesos mensuales. Una barrera que pocos vecinos de la Ciudad pueden cruzar.
No obstante, para Valverde, se consolida la recuperación del mercado inmobiliario. A ello, está ligada la movilidad habitacional: “En momentos de crecimiento y luego de expansión, aumenta el poder adquisitivo, hay capacidad de ahorro, hay crédito, mejoran las tasas y eso hace que el acceso a la vivienda sea mucho más fácil”, aseguró la martillera.
Esto, lo que hace es que “el producto de esa venta tiene como destino un propietario que compra otro inmueble o amplía el propio y vuelve a vender. Se motoriza todo el ciclo”.
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