Retenciones: más quejas del campo, con la mira puesta en la rentabilidad

Precios internacionales en baja, altos costos internos y una presión impositiva elevada, impactan sobre numerosos productores

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El fin de la prórroga de la baja de retenciones a la soja y el maíz reactivó los reclamos del campo, que esperaba una señal de alivio fiscal por parte del Gobierno en plena campaña de siembra. Desde Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), uno de los organismos más representativos del agro, manifestaron su “profundo malestar” por la decisión y advirtieron que la medida “agrava aún más” el panorama de los productores.

“Esperábamos que se mantuviera la medida por el contexto actual. Con precios internacionales en baja, altos costos internos y una presión impositiva asfixiante, esto golpea directamente la capacidad productiva del sector”, sostuvo Carlos Castagnani, presidente de CRA, en declaraciones radiales.

El programa de reducción temporaria de retenciones, vigente hasta el 30 de junio, había sido implementado para incentivar la liquidación de exportaciones y sumar reservas al Banco Central. Sin embargo, el Ejecutivo solo decidió extender la rebaja para el trigo y la cebada, dejando afuera a los cultivos que más aportan en volumen y divisas: la soja y el maíz.

“La rentabilidad es nula y, en muchos casos, hay quebranto”

Desde CRA plantean que el impacto de la medida no es solo simbólico, sino económico y logístico. “La rentabilidad es nula en muchos casos, y directamente de quebranto en otros, especialmente para quienes están lejos de los puertos”, alertó Castagnani.

El dirigente subrayó que las decisiones de inversión del agro están fuertemente ligadas a las señales del Gobierno. “Cuando se dan reglas claras, el productor responde. Con el trigo y la cebada, que conservaron la rebaja, ya se nota más entusiasmo para sembrar”, explicó. Y agregó: “Todo lo que no se va en impuestos, se reinvierte en tecnología, fertilizantes y eficiencia”.

La distancia a los puertos y los costos logísticos elevadísimos para regiones del interior profundo hacen que la competitividad se vea aún más deteriorada con medidas como esta. “No se puede tratar de igual modo a un productor del norte cordobés o del NOA que a uno que está a 80 kilómetros de Rosario”, advirtió otro dirigente rural.

INVERSIONES EN VEREMOS

El malestar no solo se centra en lo económico, sino también en lo simbólico. En sectores del agro consideran que el Gobierno, que había generado expectativas positivas con su discurso promercado, empieza a enviar señales contradictorias. “La marcha atrás con esta medida es una mala señal. El productor necesita certezas, porque está invirtiendo a riesgo”, sostuvo Castagnani.

Aunque reconoció que el diálogo institucional con el Gobierno sigue abierto, dejó en claro que las diferencias son profundas: “La relación es buena, hay canales de conversación, pero esta decisión va en contra de lo que veníamos hablando. Es una medida que desincentiva la producción y complica la planificación de la próxima campaña”.

Si bien por el momento el reclamo se canaliza por vías institucionales, en el interior ya se escuchan voces que proponen medidas más contundentes si no se revierten decisiones como esta. En algunas entidades de base ya se habla de movilizaciones o protestas “visibles” si no hay una corrección del rumbo fiscal para el agro.

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