Ejercicios para prevenir lesiones en las rodillas y los tobillos
Edición Impresa | 17 de Agosto de 2025 | 07:16

En el mundo del deporte, pero también en la vida cotidiana, las rodillas y los tobillos son dos articulaciones clave que, por su función y exposición al impacto, se encuentran entre las más vulnerables a lesiones. Desde quienes corren maratones hasta quienes simplemente suben escaleras todos los días, el riesgo de molestias, esguinces o desgaste crónico está siempre latente. Sin embargo, los especialistas coinciden en que la prevención, basada en ejercicios de fortalecimiento, movilidad y control, es la herramienta más efectiva para reducir esos riesgos y mantener la salud articular a largo plazo.
El primer paso es entender que la fuerza muscular alrededor de la articulación es un escudo natural contra lesiones. En el caso de las rodillas, el trabajo de cuádriceps, isquiotibiales y glúteos genera una estructura de soporte que disminuye el estrés sobre los ligamentos y cartílagos. Ejercicios como las sentadillas isométricas contra la pared, los step-ups en plataformas, las estocadas caminando y los saltos laterales aportan no solo fuerza sino también estabilidad en diferentes planos de movimiento. Complementar estas rutinas con puentes de glúteo y peso muerto rumano con una sola pierna activa los músculos posteriores y mejora el control del movimiento. Incluso las caminatas laterales con bandas elásticas, conocidas como monster walks, han ganado popularidad por su eficacia en la activación del glúteo medio, pieza fundamental para evitar desalineaciones en la rodilla.
La movilidad es el otro componente que no se puede descuidar. Un músculo rígido transmite mayor tensión a la articulación y aumenta el riesgo de microlesiones. Estiramientos regulares de cuádriceps e isquiotibiales, así como ejercicios de extensión de rodilla en posición acostada, contribuyen a conservar un rango de movimiento saludable. La combinación de trabajo de fuerza y estiramiento ayuda a que la rodilla responda de manera eficiente ante cambios de dirección, saltos o esfuerzos repentinos.
En el caso de los tobillos, su fortaleza y capacidad de reaccionar rápidamente frente a inestabilidades son esenciales. Movimientos simples como elevarse sobre la punta de los pies y bajar lentamente refuerzan la musculatura de la pantorrilla, mejoran la circulación y aumentan la resistencia a esguinces. Ejercicios lúdicos, como “dibujar” el abecedario con el pie en el aire, ayudan a mantener la movilidad en todas direcciones y a activar pequeños músculos estabilizadores que suelen pasar inadvertidos. Trabajar el equilibrio sobre una sola pierna, primero sobre superficies firmes y luego sobre colchonetas o almohadillas, estimula la propiocepción, esa capacidad del cuerpo para saber en qué posición está cada articulación sin necesidad de mirarla.
La prevención también requiere de un correcto calentamiento antes de cualquier actividad física. Incluir movimientos articulares de tobillos, rodillas y caderas prepara las estructuras para soportar cargas y evita que los tejidos blandos trabajen en frío, una de las principales causas de lesiones. Los ejercicios pliométricos suaves, realizados con técnica controlada, enseñan al cuerpo a absorber el impacto de manera eficiente, reduciendo la carga sobre huesos y ligamentos. En este sentido, la forma de ejecutar cada movimiento es tan importante como la fuerza: en estocadas o saltos, por ejemplo, es vital que la rodilla no se desvíe hacia adentro, una postura conocida como valgo, que aumenta significativamente el riesgo de lesión.
Más allá del deporte, estas rutinas tienen un impacto positivo en la vida diaria. Subir escaleras, caminar por terrenos irregulares o simplemente permanecer de pie por largos períodos requiere articulaciones estables y fuertes. La bicicleta, las caminatas, las subidas de escaleras y otras actividades aeróbicas de bajo impacto son aliadas para mantener la salud articular sin someterla a esfuerzos excesivos.
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