Medicamentos asesinos y controles descontrolados

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Alejandro Castañeda

afcastab@gmail.com

Con tanto remedio sospechoso, tenemos miedo hasta de tomar una aspirineta. La mafia de los laboratorios, que por supuesto les otorga sobredosis de culpas a ministros mano larga y a incautos organismos de control, pinta con viejos colores cuadros conocidos. La coima es una tradición criolla, un pericón rendidor, con un imprescindible bastonero y docena de paisanos bien organizados. La coima, tan nuestra que debería tener su coreografía. Y es la danza preferida de los patriotas de estos días.

Los laboratorios sospechados tienen un agravante: además de enriquecerse malamente, su codicia es mortífera. El fentanilo asesino mató un centenar de inocentes y enriqueció una docena de vivos. Una falsificación criminal sin parangón en la historia de remedios envenenados. Es cruel y tenebrosa porque mataba a quienes la necesitaban para salvarse. Otra estafa más en un entramado patrio que pelea entre los primeros lugares del mundo a la hora de contabilizar tragedias con medicamentos letales. Los audios han prestado un generoso servicio para aclarar la trama. Antes, todo era palabra contra palabra y si no aparecía algún documento indudable, la estafa se diluía entre abogados persuasivos y jueces convencibles. Las grabaciones, los celulares, las cámaras, los conventos, las cripto y los cuadernos han hecho un fenomenal aporte para lograr esclarecer algunos grandes escándalos de una democracia ingenua.

Sartre decía que para gobernar hay que ensuciarse las manos. Pero aquí, los roñosos ya son demasiado. El crecimiento formidable de la burocracia, con sus organigramas inflados, sus pasos interminables y sus caprichosos recorridos, les concede, a los estafadores con chapa, escondites sinuosos. Hay en las cuentas públicas zonas de misterio que todos conocen y ningún gobierno las anula. Con tanto fraude, y tanto laboratorio de entrecasa menos controlado que un quinielero, hoy, darse una inyección, tiene algo de heroico. No se sabe si le están inoculando algo inocuo o perjudicial al estropeado de turno.

El nuevo escándalo, que tiene por ahora varios detenidos pero una verdad saltimbanqui, llamó a prestar declaración a la muerte. Nadie imaginaba que los canallas se atrevieran a hacer caja jugando con la vida de los enfermos. Y pasó. Y son muchos los que aparecen actuando en medio de esta tragedia que expone la maldad a la altura de un crimen imperdonable y que sin querer le suma arraigo y reflejo al Homo Argentum de Francella.

Por culpa de laboratorios infames y de organismos de control impávidos, los remedios generan recelos. No basta mirar la fecha de vencimiento ni las contra indicaciones ni la posología. Una cosa es falsificar aceite de oliva o mayonesa pero otra es transformar un medicamento en veneno. La exclamación de Cristina con el “Che Milei, te acordás de Vialidad”, es una expresión que pone en pie de igualdad dos estafas y no deja bien parado a ninguno. ¿El comercio del escándalo los verá como socios?

Lo de Milei y su furia purificadora se ha topado con la realidad. La coima es una franquicia que atiende en cualquier despacho. No sé si el elocuente Spagnuolo se lo habrá advertido. Karina está demasiado cerca de todo.

La trama ruin del fentanilo (que ha emparejado responsabilidades, descuidos y aprovechadores) ha juntado a quienes enviaron a Moscú, para traer vacunas, a empresarios rufianes, con los que protegen a esos muchachos del organismo de control que se olvidaron de vigilar a un laboratorio pero no de coimear a otro.

La polaca Wislawa Szymborska dice en un poema que la cebolla “es cebolla hasta la médula”. Y lleva razón. Por más que profundices en ella no hallarás otra cosa que cebolla. Ni vísceras ni huesos ni nervios ni venas ni carozos ni semillas, nada. La cebolla es cebolla desde la periferia hasta el centro. Y en su fondo, sigue siendo sólo cebolla. No así lo que pasa por debajo de nuestras vidas o de los sucesos desgraciados que nos sorprenden. Aquí empezás a pelar cualquier duda, sacás la cascarita superior y van surgiendo hechos, personajes y recuerdos que le suman intérpretes y argumentos a una estafa colosal. Lo único parecido a la cebolla es este presente que te hace llorar.

Lo de Milei y su furia purificadora se ha topado con la realidad

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