Cómo sacarse una idea de la cabeza

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A veces siento que mi cabeza es un cuarto pequeño y que una sola idea ocupa todo el espacio. Quiero estudiar, socializar, ver una película pero nada. No puedo hacer otra cosa que analizar una y otra vez la misma idea rumiante. ¿Esto es lo que llaman sobre pensar?

Repito: no importa lo que haga: leer, salir, escuchar música, siempre vuelve. Y no siempre es una idea buena: a veces es un miedo, una suposición, un “qué pasaría si”.

Me dijeron que la mejor forma de sacarla no es pelearse con ella, sino darle un lugar, escribirla, hablarla en voz alta, ponerle nombre. Cuando lo hago, la idea se achica. No desaparece, pero deja de ser un monstruo invisible y pasa a ser algo que puedo mirar de frente. También aprendí que distraerse sirve, pero distraerse de verdad: caminar, conversar, cocinar, hacer algo que saque al cuerpo de la quietud en la que las ideas se hacen más fuertes. No es fácil, y no siempre me sale, pero de a poco entiendo que las ideas no se sacan a la fuerza: se sueltan cuando uno se permite vivir otras cosas.

 

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