Corridas, gases y un hidrante en la marcha de jubilados y médicos
Edición Impresa | 7 de Agosto de 2025 | 02:27

Las inmediaciones del Congreso Nacional volvieron a mostrar ayer un clima de confrontación entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes que se movilizaron con múltiples consignas contra el gobierno de Javier Milei. En la jornada en la que adentro del recinto se debatió una batería de leyes como la que busca destinar más fondos para las universidades y para el Hospital Garrahan, las calles porteñas se poblaron de agrupaciones sociales y políticas, pero también de docentes, médicos y jubilados que marcharon como cada miércoles, esta vez para rechazar el veto al aumento previsional que aprobó días atrás el Senado. El momento de máxima tensión llegó cuando la Policía avanzó sobre un grupo de manifestantes y los repelió con el camión hidrante y gas lacrimógeno.
En ese escenario, el Parlamento amaneció vallado para evitar que las personas que protestaban se acercaran al edificio, blindado además por un importante despliegue de efectivos. Por orden del ministerio de Seguridad, a cargo de Patricia Bullrich, se aplicó el protocolo antipiquetes con una numerosa presencia de móviles -entre ellos camiones hidrantes que avanzaron sobre los manifestantes- y personal de infantería de la Policía Federal, Gendarmería y Prefectura Naval.
También fue nutrido el grupo de policías de la Ciudad que dispuso el gobierno porteño para reforzar al operativo.
De acuerdo a distintos reportes, cerca de las 15.30 las fuerzas federales cortaron parte del tráfico vehicular en las avenidas linderas a la Plaza de los Dos Congresos y rodearon a un grupo de jubilados que enarbolaban pancartas contra el veto de Milei, pese a que lo hicieron mientras los semáforos estaban en rojo y sin interrumpir el tránsito.
En paralelo, personal policial cerró la avenida Entre Ríos, en dirección hacia Av. Callao, donde llevaron a los jubilados hasta la vereda y se retiraron del lugar, tras colocar unas vallas.
MÁXIMA TENSIÓN
Ya pasadas las 16, cuando las columnas de manifestantes intentaban avanzar por la avenida De Mayo, aparentemente para enfrentar a los policías, los agentes porteños respondieron con el camión hidrante, los gases lacrimógenos y empujando con los escudos a quienes se movilizaban para que lo hicieran sobre la vereda y no sobre la calle.
De acuerdo a las imágenes que pudieron verse por televisión, hubo insultos, corridas, forcejeos y varios afectados que, por efecto de los gases, cayeron al piso y comenzaron a frotarse los ojos. Desde el Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), convocado por la Defensoría del Pueblo, reportaron al menos 20 asistidos por molestias en los ojos, la piel y la respiración. Entre ellos, un periodista y un fotógrafo que cubrían los hechos.
Uno de los testimonios que trascendió como símbolo de la heterogénea marcha de ayer fue el de Silvina, una abuela que viajó desde Trelew (Chubut) a la ciudad de Buenos Aires junto a su nieta Ámbar, para acompañarla en su tratamiento en el Hospital Garrahan.
“Los médicos son muy importantes para nosotros”, le dijo a la prensa presente en el lugar, y advirtió: “Estamos acá para acompañarlos a ellos y al establecimiento donde le salvaron la vida a mi nieta. Le pedimos a los diputados que aprueben la ley de emergencia por su pueblo y no por el Presidente”.
Además de jubilados y médicos y administrativos nucleados en ATE y en la Asociación de Profesionales y Técnicos del Garrahan, la convocatoria contó también con representantes del sindicato de Vialidad Nacional, organismo cuya disolución quedó en suspenso por una medida judicial.
Marcharon a su vez trabajadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), colectivos de artistas y organismos de derechos humanos como Abuelas de Plaza de Mayo.
Aunque ruidosa, la manifestación de ayer estuvo lejos de tener el acompañamiento que tuvieron marchas como las federales universitarias que enfrentó este Gobierno desde su asunción.
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