Escuelas de la Ciudad asediadas por robos y actos vandálicos
Edición Impresa | 14 de Septiembre de 2025 | 02:46

La delincuencia volvió a robar y vandalizar al sistema educativo de la Ciudad. Esta vez la víctima fue el jardín de Infantes Nº 965, que sufrió en las últimas horas el sexto ataque delictivo en lo que va del año.
Se sigue así enhebrando una indefinida seguidilla de delitos contra institutos del área educativa, en una situación que no deja de sorprender por su reiteración y por la impunidad con que este flagelo se ha ensañado contra el universo escolar.
Lo cierto es que duele señalar que ya no sorprende la pertinaz ineficacia policial para ponerle un freno a esta verdadera epidemia de episodios en contra de los centros educativos.
En esta ocasión los ladrones rompieron puertas y otras aberturas a primeras horas de la mañana y se llevaron distintos alimentos, como hormas de queso, pollo, carne, verduras y frutas, junto a elementos propios de la vajilla de cocina.
Con posterioridad causaron destrozos en varios de los autos pertenecientes a docentes y directivos del Jardín, en lo que resultó ser el tercer ataque en la semana y el sexto en el año que sufre la sede de 90 entre 154 y 155 de Los Hornos.
Por los sucesivos hechos aseguraron que “se hizo la respectiva denuncia en la comisaría de Arana”. Sin embargo, se mostraron desanimados y preocupados porque “a pesar de la ola de ataques, nadie hace nada”.
Según integrantes de la comunidad educativa, la situación causa inquietud porque además del jardín de infantes, se encuentran en el lugar las escuelas primaria y secundaria. Según dijeron, se necesitaría la existencia en el lugar de una garita policial, como una suerte de sistema permanente de custodia.
Está demasiado claro que las escuelas y jardines de la Región se encuentran en la mira de ladrones y de vándalos. El robo de material didáctico, de muebles, artefactos electrónicos y de otros bienes propios de esos establecimientos, así como los destrozos edilicios, siguen siendo un clásico de la delincuencia platense, favorecida por la escasa, por no decir nula, prevención policial para combatir esta modalidad tan dañina.
Como se ha dicho en esta columna, tanto las escuelas como los templos de todas las religiones, las sedes de clubes y otros lugares de uso común no deberían quedar expuestos e indefensos frente a robos, daños y a los eventuales riesgos que causan los muchos actos vandálicos que se registran en la zona.
Cuando un delito se reitera adquiere repercusión social y, por consiguiente, reclama un tratamiento prioritario por parte de las distintas autoridades. En el caso de la fuerza policial le concierne intervenir de una manera enérgica en el esclarecimiento de estos casos.
Además de la prevención que se les reclama, debieran identificar a los autores y darle así a la población –pero, en primer lugar, al universo escolar- la convicción de que se encuentra defendida. Algo que hoy no ocurre, frente a una delincuencia desatada, irracional y violenta.
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