Del sueño a la pesadilla: jubilados atrapados en una estafa virtual
Edición Impresa | 18 de Septiembre de 2025 | 04:56

La Plata fue el punto de partida de una historia que parecía abrir una oportunidad para que una pareja de jubilados cumpliera un anhelo que venía enarbolando desde hacía varios años pero que por cuestiones de la vida siempre habían tenido que postergar: comprarse una casa rodante y, justamente, salir a rodar por las rutas argentinas. Sin embargo, todo la ilusión acumulada durante tanto tiempo se le vino abajo a este matrimonio cuando se reveló ante ellos la dura verdad de que habían pasado a convertirse en una víctima más de las denominadas estafas virtuales.
La víctima, de 65 años, junto a su pareja, buscaba concretar la compra de una casa rodante a través de la plataforma Marketplace de Facebook. Allí encontraron una publicación que ofrecía el vehículo, con fotografías convincentes y un contacto aparentemente confiable.
La supuesta vendedora, que decía residir en Mendoza, aseguró que se encargaría de trasladar la casa rodante hasta La Plata. Incluso, para hacer más creíble el trato, impuso condiciones que la pareja aceptó sin cuestionamientos ya que, por tratarse de una excelente oportunidad, les parecía justo. La vil estafadora aclaró que los gastos del viaje debían ser cubiertos por los compradores. La pareja jamás imaginó que justo ahí se encontraba la trampa. Así, en torno a los gastos de traslado, comenzó a desplegarse la maniobra delictiva: un acuerdo en apariencia razonable se transformó en la excusa perfecta para iniciar un flujo constante de transferencias de dinero.
El primer paso se dio el 13 de septiembre al mediodía, cuando los estafadores aseguraron que el traslado ya estaba en marcha. Desde ese momento, los pedidos de dinero empezaron a llegar con insistencia. El argumento inicial fue el combustible necesario para la camioneta que llevaba la casa rodante. La víctima accedió y realizó la primera transferencia, convencida de que todo era parte del trato.
Con el correr de las horas, las excusas comenzaron a multiplicarse. Los supuestos vendedores aseguraron que debían cubrir gastos de comida. A medida que avanzaba el supuesto viaje, nuevas dificultades aparecieron. Los estafadores afirmaron que la camioneta había sufrido una avería mecánica. Las víctimas, todavía confiadas ya que habían pactado que no pagarían nada del valor de la casa rodante hasta que la recibieran, volvieron a realizar una transferencia.
Las transferencias se multiplicaron entre el 13 y el 14 de septiembre. La suma de pequeñas y medianas exigencias terminó acumulando un monto total impactante: un millón quinientos treinta mil pesos. Para sostener la credibilidad, los estafadores enviaban de manera periódica ubicaciones por WhatsApp y fotos que simulaban el avance del traslado. Cada detalle parecía pensado para reforzar la confianza.
La situación cambió drásticamente el 14 de septiembre por la noche. Cansada de los pedidos constantes y con dudas crecientes, la víctima decidió llamar directamente al contacto. En lugar de la supuesta vendedora, atendió un hombre que aseguró haber encontrado un celular y documentación en la vía pública, en la localidad de Moreno. Le dijo que podía devolverlo, pero que a cambio necesitaba una recompensa económica.
Ese fue el punto de quiebre. La pareja comprendió que todo había sido un engaño. Al día siguiente, otro integrante de la red delictiva intentó un último movimiento. Esta vez la víctima se negó.
La negativa desató insultos y amenazas verbales, lo que terminó de confirmar la magnitud del engaño. Fue en ese momento en el que se dieron cuenta de que el sueño de tener una casa rodante para salir a recorrer el país se había convertido en una verdadera pesadilla.
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