De la realeza al hogar: cómo hacer al interior de casa un lugar majestuoso

Ideas, trucos y guiños para quienes quieran sentirse un poco reyes en su vivienda. Elementos dorados, espejos en los pasillos, texturas, pequeños detalles y más

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Las monarquías están lejos, pero el deseo de un toque real sigue presente. Quizás porque lo asociamos a la ceremonia, al brillo, a esa idea de lo eterno que tienen los castillos, aunque en la Ciudad los PH con patio, pisos en altura o casas bajas con vereda arbolada sean los que habiten cuadra a cuadra.

En La Plata, ciudad universitaria, joven, pero también atravesada por la arquitectura de cúpulas, diagonales y edificios de otra época, no resulta extraño pensar en una “deco real” adaptada a escala local. Se trata, al fin y al cabo, de un juego: cómo hacer que tu living, tu cuarto o incluso tu balcón, tengan un aire regio sin caer en la exageración.

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UNO POR UNO, TIPS CLAVES

El primer paso está en los colores y texturas. Los tonos dorados y los bronces aportan sofisticación al instante. Un marco de espejo con acabado antiguo, un candelabro heredado o comprado en una feria americana, o incluso un porta-macetas con detalles metálicos, pueden hacer la diferencia.

No es necesario pintar todo de oro: basta con introducir acentos. En una ciudad como La Plata, donde los mercados y ferias de Plaza Italia o Meridiano V ofrecen hallazgos inesperados, la búsqueda puede convertirse en una aventura.

Los espejos son un clásico del estilo real. No sólo amplían la luz y el espacio, sino que también funcionan como objetos de distinción. Un espejo ovalado enmarcado en madera tallada, o incluso uno recuperado y pintado de blanco envejecido, suma inmediatamente un aire palaciego. Y aquí la clave está en la ubicación: frente a una ventana, en un pasillo estrecho, o acompañando una mesa de comedor.

Otro secreto está en las telas. El terciopelo, el lino grueso, las cortinas largas que rozan el piso: pequeños gestos que evocan lujo. En lugar de renovar todo un sillón, alcanza con sumar un par de almohadones de textura intensa. Para quienes viven en departamentos céntricos, donde la luz puede ser intensa y la privacidad un tema, las cortinas de tela pesada cumplen doble función: estética y práctica.

No se trata sólo de objetos, sino de atmósfera. Una mesa redonda con mantel de hilo o de estampado floral, combinada con vajilla heredada o de segunda mano, puede recrear la sensación de estar en un té real, incluso aunque la tetera se use a diario.

Los floreros de vidrio con flores frescas —tan fáciles de conseguir en las florerías del Casco Urbano, en los viveros o en puestos en la periferia local— completan la escena.

El reciclaje es un gran aliado de esta versión realista de la realeza. Una cómoda en desuso pintada de blanco y patinada puede parecer salida de una casona francesa.

Un marco viejo encontrado en la calle, restaurado y colgado con una lámina botánica, se transforma en pieza de colección. En La Plata, donde la tradición de dejar muebles en la vereda sigue vigente, no es raro encontrar joyas a la espera de segunda vida.

Ahora bien, ¿qué sería de la realeza sin un trono? En clave platense, el trono puede ser ese sillón preferido, esa reposera en el patio bajo una glicina, esa silla vintage que se convierte en pieza central del ambiente. La idea no es exagerar, sino rescatar lo singular: cada casa puede tener su rincón de nobleza, su detalle que marca diferencia.

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FINALMENTE, LA ILUMINACIÓN

Las lámparas de araña pueden parecer excesivas, pero hoy existen versiones minimalistas y accesibles que reinterpretan ese espíritu. Otra opción son las velas: en candelabros, en frascos reciclados, en bandejas metálicas. La luz cálida, tenue, siempre aporta una dosis de realeza íntima, ideal para cenas, lecturas o simplemente para desacelerar.

En definitiva, la deco real en clave platense no busca copiar un palacio de Buckingham, sino jugar con la idea de realeza en lo cotidiano. Transformar un picnic en el Bosque en banquete, un mate en ceremonia, una sobremesa en ritual. Porque si algo enseña esta ciudad de diagonales y plazas, es que la grandeza también puede estar en los detalles, y que la realeza no es otra cosa que la capacidad de habitar la propia casa como si fuera un reino personal.

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