El dulce de leche, el mate, Gardel y ahora La Libertad Avanza: Uruguay tiene su propio partido al estilo Milei
| 24 de Septiembre de 2025 | 11:56

La escena política uruguaya incorporó un nuevo actor: La Libertad Avanza Uruguay (LLA-UY), reconocido oficialmente por la Corte Electoral como partido con todos los derechos para competir en los actos electorales.
El nacimiento formal de LLA-UY no fue una iniciativa aislada ni casual: retoma el nombre, la estética y buena parte del discurso del movimiento liderado por Javier Milei en Argentina, pero buscándolo adaptar a la trama política, social e institucional del Uruguay. En ese cruce entre inspiración y adaptación es donde se juega su posible éxito o fracaso, así como su capacidad para trascender el mero guiño ideológico.
Según lo expresado por Nicolás Quintana, figura central del flamante partido libertario uruguayo, la nueva fuerza pretende “traer el modelo y la lógica de pensamiento de Bukele al Uruguay”, junto con fórmulas para encarar la inseguridad en las cárceles, ciudades carpa y políticas de “mano dura”.
Desde su arranque, LLA-UY se propone diferenciarse de los partidos tradicionales (Frente Amplio, Partido Nacional, Partido Colorado), planteando que en el próximo ciclo electoral habrá una dicotomía clara entre quienes incrementan el Estado, los impuestos y los privilegios de los políticos, y aquellos que “rompen con eso”.
Desde el punto de vista institucional, LLA-UY tuvo que adecuarse a la ley uruguaya para consolidarse como partido. La Corte Electoral reconoció su inscripción luego de que superara la exigencia formal de firmas (1.350 adhesiones válidas según la normativa vigente).
Paralelismo con Argentina
En el plano discursivo y estratégico, LLA-UY incorpora tres elementos centrales del proyecto argentino: la crítica al “estatismo”, la promesa de reducción de impuestos y gasto público, y el enfoque en seguridad como bandera de cambio. Pero lo hace con un matiz: afirma que será una fuerza uruguaya, con “los pies puestos en nuestra realidad”, aunque reconoce que guarda afinidades con Milei, otros libertarios y referentes como Nayib Bukele.
El punto clave será cómo ese discurso libertario-calificado de “rupturista” convive con la cultura política del Uruguay, país con institucionalidad sólida, partidos tradicionales muy enraizados y menores niveles de polarización extrema que los que se observan en Argentina.
El paralelo con el modelo argentino es inevitable, pero no podemos pasar por alto las diferencias contextuales. En Argentina, La Libertad Avanza logró construir una confluencia de fuerzas libertarias, liberales, conservadoras y nacionalistas bajo un liderazgo fuerte y mediático, con un discurso de crisis económica crónica como catalizador del descontento.
Milei capitalizó también la sensación de desgaste institucional, inflación persistente, déficit fiscal, desencanto con los partidos tradicionales. En cambio, Uruguay no enfrenta una crisis económica comparable (aunque sí desafíos macro y sociales), y su sistema partidario tiene mayor estabilidad. LLA-UY deberá demostrar que puede articular atracción electoral más allá de la reactividad simbólica.
La pregunta que prende fuego en los pasillos políticos es si LLA-UY aspira únicamente a consolidarse como fuerza de oposición disruptiva o si ya piensa en disputar cargos ejecutivos locales y nacionales. Para 2029 podría ser un horizonte ambicioso, aunque llegará cargado de desafíos de legitimidad, recursos, alianzas y fortalecimiento institucional.
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