Meditar más allá del yoga o mindfulness: actividades para sanar

Encontrar actividades como hacer deporte, leer, mirar una película o salir a caminar es clave para poner la mente en blanco y darle al cerebro un descanso similar al que logra la meditación tradicional

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En un mundo marcado por la inmediatez, las notificaciones constantes y la presión de la productividad, encontrar momentos para desconectar la mente se vuelve una necesidad tanto como alimentarse o dormir. Lejos de la idea clásica de meditar con los ojos cerrados, en silencio y en posición de loto, cada vez más especialistas en salud mental subrayan que actividades cotidianas como hacer deporte, mirar una película, sumergirse en un libro o simplemente salir a caminar pueden tener efectos similares a los de la meditación formal, al funcionar como un respiro para el cerebro en medio del ruido diario.

La explicación científica se centra en el modo en que el cerebro alterna entre estados de alerta y de descanso. Cuando la mente se concentra en una actividad placentera o repetitiva, se reduce la hiperactividad de las áreas asociadas a la preocupación y la ansiedad, y se activa lo que los neurólogos llaman “modo por defecto”, un estado en el que el cerebro procesa información de manera más libre, ordena recuerdos y, paradójicamente, encuentra soluciones creativas a problemas sin que se lo exija de manera directa. Así, leer un libro de principio a fin o mirar una serie sin interrupciones no solo es entretenimiento, sino también una forma de reposo cognitivo que ayuda a recuperar energía mental.

Los psicólogos explican que, a diferencia de lo que ocurre con el simple ocio pasivo frente a una pantalla sin elección consciente, cuando se participa de actividades como el deporte, la caminata o la lectura, se produce un involucramiento activo que enfoca la atención y disminuye la dispersión. Es un modo de entrenar la mente para estar en el presente sin necesidad de ejercicios específicos de respiración o técnicas de mindfulness, lo que convierte a estas prácticas en accesibles y efectivas para personas que no se sienten atraídas por la meditación tradicional.

Salir a caminar, por ejemplo, permite que el movimiento físico sincronice el cuerpo con el entorno, generando un ritmo interno que calma pensamientos intrusivos y facilita la sensación de claridad mental. Del mismo modo, practicar un deporte no solo descarga tensiones físicas sino que obliga a concentrarse en reglas, movimientos y objetivos concretos, lo que da un respiro frente a la rumiación mental. Incluso mirar una película puede ser un refugio, ya que al seguir una narrativa se produce una inmersión que funciona como un descanso de las preocupaciones inmediatas.

En tiempos en los que la saturación informativa es constante, encontrar estas pequeñas vías de escape es clave para preservar la salud psicológica y emocional. No se trata de escapar de la realidad, sino de permitir que la mente se tome un intervalo de descanso y reorganización. El desafío es aprender a reconocer qué actividades tienen ese efecto personal de poner la mente en blanco y darles un lugar cotidiano en la agenda, porque al final de cuentas el bienestar no siempre requiere de grandes técnicas milenarias, sino de gestos simples que nos devuelvan la calma en medio de la vorágine diaria.

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Cinco actividades para poner la mente en blanco

1. Andar en bicicleta: el ritmo repetitivo del pedaleo y la atención en el camino ayudan a liberar la mente de pensamientos intrusivos.

2. Pintar o dibujar: enfocarse en los trazos y colores genera un estado de concentración plena que calma la ansiedad.

3. Escuchar música: sumergirse en melodías o ritmos favorece la desconexión y produce un efecto similar al de la meditación guiada.

4. Cocinar una receta: seguir pasos concretos y manipular ingredientes concentra la atención y aporta satisfacción inmediata.

5. Jardinería: cuidar plantas, regar o trasplantar favorece la conexión con lo natural y aquieta la mente.

 

Pintar o dibujar también ayuda a que la mente se despeje / Freepik

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