Adiós a Roberto Goicoechea, un gran señor del referato
| 22 de Junio de 2000 | 00:00

A los 74 años dejó de existir el ex árbitro Roberto Goicoechea, figura consular del referato nacional, que se destacó en los años ‘60 y actualmente se encotraba aún en actividad como instructor de árbitros en la Federación Internacional del Fútbol Asociado y la Confederación Sudamericana. Con anterioridad había sido profesor de la escuela de árbitros de la Asociación del Fútbol Argentino. Sus restos eran velados en Castelli 30, Avellaneda.
Fue sin dudas Goicoechea uno de los principales referentes del arbitraje a nivel nacional y tuvo, además, trascendencia internacional ya que representó a la Argentina en el Mundial de 1966, disputado en Inglaterra. La pasión de Goicoechea por el arbitraje era un “Bien de Familia” dado que su hermano Duvall también ejercía el referato. Fue protagonista activo de una época brillante que tuvo el referato argentino al cual -cualquier similitud con la actual no es pura coincidencia- le cayeron muchas sospechas, fue campo fértil para tantas suspicacias que en la década del ‘40 se importaron árbitros ingleses.
Una época en donde junto a Humberto Dellacasa y Angel Norberto Coerezza marcó todo un hito dentro del arbitraje. Sirvieron de maestros y de inspiración a más de una generación de jueces que se forjaron a imagen y semejanza de aquéllos. Le tocó Goicoechea marcar un camino en una época difícil en donde se manejaban códigos muy particulares. Una vez, por ejemplo, Consolato Nai Foino en ocasión de un partido entre Boca y River que prácticamente definía un título y ante el famoso adelantamiento de Roma en un penal dijo enfáticamente ante los airados reclamos de los jugadores riverplatenses: “¡Aire, penal fue tirado es gol!”.
Tenía autoridad, pero no autoritarismo. Sabía distinguir la delgada separación que existe entre ambas cosas. Es famosa una anécdota suya. Cierta vez un jugador “pisó” la pelota en reiteradas ocasiones ante su marcador en forma sobradora y Goicoechea hizo “la vista gorda” ante la reacción de éste ante las provocaciones de aquél.
Fue sin dudas Goicoechea uno de los principales referentes del arbitraje a nivel nacional y tuvo, además, trascendencia internacional ya que representó a la Argentina en el Mundial de 1966, disputado en Inglaterra. La pasión de Goicoechea por el arbitraje era un “Bien de Familia” dado que su hermano Duvall también ejercía el referato. Fue protagonista activo de una época brillante que tuvo el referato argentino al cual -cualquier similitud con la actual no es pura coincidencia- le cayeron muchas sospechas, fue campo fértil para tantas suspicacias que en la década del ‘40 se importaron árbitros ingleses.
Una época en donde junto a Humberto Dellacasa y Angel Norberto Coerezza marcó todo un hito dentro del arbitraje. Sirvieron de maestros y de inspiración a más de una generación de jueces que se forjaron a imagen y semejanza de aquéllos. Le tocó Goicoechea marcar un camino en una época difícil en donde se manejaban códigos muy particulares. Una vez, por ejemplo, Consolato Nai Foino en ocasión de un partido entre Boca y River que prácticamente definía un título y ante el famoso adelantamiento de Roma en un penal dijo enfáticamente ante los airados reclamos de los jugadores riverplatenses: “¡Aire, penal fue tirado es gol!”.
Tenía autoridad, pero no autoritarismo. Sabía distinguir la delgada separación que existe entre ambas cosas. Es famosa una anécdota suya. Cierta vez un jugador “pisó” la pelota en reiteradas ocasiones ante su marcador en forma sobradora y Goicoechea hizo “la vista gorda” ante la reacción de éste ante las provocaciones de aquél.
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