El patrimonio ferroviario que se perdió con los años

Romero, Abasto, Meridiano V, Gambier, Gorina, Circunvalación. Cada uno de estos lugares, diferentes o parecidos, tienen un pasado en común que los atraviesa en silencio: las vías abandonadas del tren. Y con ellas, claro, las viejas estaciones o las maquinarias en desuso que quedaron como única prueba de una realidad que ya no está. En todos los casos, ya sea por donde pasaba el histórico Ferrocarril Provincial o donde paraban los vagones de la antigua línea Roca, la postal que se repite no deja lugar a dudas y hace pensar, de manera inevitable, en el enorme patrimonio ferroviario que nuestra región y el país fue perdiendo a lo largo de todos estos años.
Según datos recientes difundidos por la Comisión Nacional Salvemos al Tren, de hecho, La Plata perdió en los últimos quince años unos 80 kilómetros de ramal, además de los polos ferroviarios de Tolosa y Los Hornos. "La mayor pérdida es el degradamiento de la infraestructura -apunta Norberto Rosendo, secretario de la Comisión-. Si lo pensamos en cifras sería algo incalculable. Pensemos solamente que en los talleres de Tolosa llegaron a trabajar más de 300 hombres, muchos de los cuales ahora son cartoneros".
A nivel nacional, las pérdidas toman dimensiones escalofriantes: mientras que a fines de los 80 el país tenía 40 mil kilómetros de ramal ferroviario, hoy por hoy apenas llega a 7 mil. Lo mismo puede decirse de los servicios de pullman: hace quince años había 600; ahora sólo quedan 70.
"En la década del 90 el gasto social para mantener a 110 mil agentes ferroviarios en todo el país era de 350 millones de pesos al año; hoy el costo es el mismo pero quedan apenas 16 mil agentes", asegura Rosendo, y agrega: "el patrimonio que el ferrocarril perdió en los últimos años es enorme, descomunal, y lo peor de todo es la inmensa cantidad de trabajadores que fue quedando en la calle".
El de las estaciones también es todo un ejemplo del paulatino derrumbe que viene sufriendo el patrimonio ferroviario de la región. Basta con mencionar un estudio elaborado recientemente por especialistas en preservación del patrimonio arquitectónico, en el cual se detalla que de las 2.817 estaciones que hay en el país sólo el 30 por ciento mantiene el servicio, y que la gran mayoría de aquellas que están abandonadas se fue transformando con el correr del tiempo en viviendas, museos, centros culturales, jardines de infantes y hasta complejos deportivos. Pero muchas de ellas, sin embargo, luchan por no terminar en el olvido de los escombros.
"El ferrocarril es el alma de desarrollo de un país. Así como se fue apagando nuestro país, se fue apagando el ferrocarril". El que lo dice es Carlos Di Gilio, socio del museo ferroviario que aún hoy funciona en los abandonados talleres de Tolosa, en 3 y 526. "Hace cinco meses que de acá se llevaron las últimas maquinarias. No dejaron nada. Vaciaron un lugar que supo generar trabajo y ser el pulmón de la maquinaria ferroviaria de la región".
Nada distinto es lo que sucede en los talleres de Los Hornos, otro de los polos ferroviarios que alguna vez tuvo la Ciudad y que comprende las calles 131, 140, 52 y 56. "Acá está todo abandonado, y lo más terrible es que si hubiese voluntad política tranquilamente se podría reactivar", asegura José Gaya, secretario general de la Agrupación de Ferroviarios Domingo Mercante.
Según cuenta, los talleres cuentan con una superficie cubierta de 50 mil metros cuadrados y un equipamiento de alta tecnología "que está totalmente desaprovechado y en condiciones de volverse a reactivar. No se puede creer que uno de los talleres más importantes del país esté así de olvidado. En ellos podrían repararse los cambios de vías, desvíos, maquinarias, y sin embargo a ninguna autoridad parece importarle".
Tanto Gaya como Di Gilio coinciden en que, de abrirse estos talleres, "se generaría un gran impacto en la sociedad, la cual hace tiempo que viene esperando una reactivación".