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Crónica de un viaje Redondo

"Ser ricotero no es conocer la letra ni el estilo, es saber el equilibrio del momento y volver a escuchar".

Crónica de un viaje Redondo

Crónica de un viaje Redondo

5 de Octubre de 2008 | 00:00
"Conduje toda la noche, reventando los cambios..."

Un Baion para el ojo Idiota

El colectivo se va llenando en forma lenta pero inexorable. Los asientos sin numerar parecen ya estar reservados, adelante viajan los chicos, los nuevos, aquellos que han ido unas pocas veces a los recitales que causan una la peregrinación desde todo el país. La "guardia vieja" primera en subirse ocupa los lugares del fondo como reyes en sus tronos. Cuelgan allí sus banderas cual estandartes de guerra y se preparan para el largo viaje cuyo destino es el estadio de Juan Gilberto Funes en la ciudad de la Punta en San Luis. En un principio parece haber cierta rivalidad entre los distintos grupos, pero no es más que una sensación y el viaje transcurre sin mayores incidentes, debiendo
Mario, el organizador del viaje, llamar la atención dos o tres veces. Mucho de lo que se espera de un grupo de gente que normalmente es comparada con los barras bravas de una hinchada. La salida se celebra con cervezas y fernet que muchos han traído en sus bolsos, unos pocos tienen también heladeras con agua mineral para la vuelta. Los cánticos empiezan antes de haber salido de La Plata, alrededor de las 23, con el paso de las horas y ya para las 3 de la mañana se van apagando y todos se duermen.

Esta vez, San Luis es un destino lejano para los platenses. Cada pasaje sale 190 pesos ida y vuelta. Doce horas para ir y algunas más para volver. Salir del estadio entre tantos colectivos será una lenta tarea. A esta suma hay que incluir la entrada entre 60 y 70 pesos, más algo de comer y la remera
obligatoria con fecha y lugar (un recuerdo tan preciado como la entrada que todos guardan como prueba de su presencia allí).

Durante la noche el viaje se interrumpe con una parada en una estación de servicio en la ciudad de Azul, muchos son los que bajan a buscar algunas galletitas o alguna otra cosa para comer. Los ánimos sin embargo están ahora bastante más calmos que a la salida de la ciudad y pronto todos vuelven a dormir. La siguiente parada a las 8 de la mañana aproximadamente se realiza casi llegando a San Luis y a diferencia de Buenos Aires, en la estación de servicio venden cerveza, una parte nutritiva para el desayuno de muchos de los que viajan en el bondi.

En la ruta nuevamente contando los minutos para llegar, el primer indicio que se ve es un arco con el nombre de la provincia. Las distancias se acortan cada vez más y los ánimos se van caldeando a medida que la paciencia se agota. Pasado San Luis comienza el tiempo de descuento y el colectivo enfila hacia unas colinas llenas de verde. El estadio está metido en una depresión y no se ve hasta último momento. Al llegar contrasta notablemente lo moderno del estadio con las montañas y la flora de la zona.

"El Bronceador ya no te cuida de la radiación"

La Mosca y la Sopa

El arribo al estadio es difícil de describir, grupos de chicos y otros no tanto, están parados al borde de la ruta mostrando sus banderas, con bombos y platillos celebrando la llegada de cada colectivo nuevo. Los alrededores del estadio parecen asediados con la presencia de los redonditos. El sol pega con una fuerza terrible, el suelo seco por la falta de lluvia es de color marrón claro sino fuera por el viento haría un calor inaguantable. Pero el viento tiene sus consecuencias, la tierra se levanta y todo el mundo tiene los ojos y la nariz llena de polvo. Las banderas con los nombres de las ciudades, barrios o zonas cubren los autos, los árboles y cualquier espacio disponible.

Si bien el viento calma es recién mediodía y para el recital faltan 9 horas. Pegado a la entrada del estadio hay un sinfín de carritos ordenados para formar dos calles entre ellos. Venden cerveza a 9 pesos, Coca Cola a 20 y choripanes a 7, también se venden disco y DVDs piratas, remeras y banderas. El precio de la gaseosa justifica un vendedor, "es porque los chicos compran una para el fernet y la toman entre 4 o 5."

Por donde están estacionados los colectivos y los autos hay carpas, y se están organizando asados. Algunos de proporciones épicas se proponen alimentar al colectivo entero e inclusive a algún despistado que no haya traído su comida. "Somos los villeros pero tenemos el mejor asado, si alguien quiere le convidamos," dice un chico delante de la bandera de Laferrere.

Lentamente la gente comienza a acercarse a los carritos donde sólo pueden estar sonando los redondos y la gente baila y festeja como si ya estuviesen tocando los Redondos o los Fundamentalistas. La cerveza sale de los puestos a raudales pasando de mano en mano, nadie se preocupa si quien toma el vaso es un conocido o no.

Mientras el sol se pone, nubes grises comienzan a aparecer desde atrás de las sierras. Nubes oscuras cargadas de agua. Por un momento muchos levantan la cabeza y se preguntan si la fiesta será pasada por agua. Lentamente la gente ingresa al estadio sin mayores inconvenientes.

"Cuando la noche es más oscura se viene el día en tu corazón."

Luzbelito

El recital finalmente empieza a las 21:15, casi puntual como es su costumbre se apagan las luces. Inicia el recital con "Pedía siempre temas en la radio," pero la verdadera celebración empieza cuando suenan las viejas canciones de Patricio Rey, como Cruz Diablo. Cuesta trabajo escuchar la música, pero no se debe a que sea de mala calidad, sino que las más de 35.000 personas que asisten cada canción, corean cada ritmo como si fuese la ultima vez que se pudiesen presentar.

Para muchos no hay diferencia entre Los Redondos y Los Fundamentalistas Del Aire Acondicionado, sólo se lamenta la ausencia de Skay Bellinson. La pelea entre el cantante y el guitarrista tiene una dimensión casi mística así como todo lo que rodea a la banda y sus seguidores. Poco se sabe al respecto, mucho se rumorea y los chicos "sólo le piden que se vuelvan a juntar," como le cantan una y otra vez en el estadio. Las viejas banderas con frases de canciones de los Redondos se mezclan con las banderas más nuevas que esgrimen frases de los fundamentalistas, aunque sólo mencionan al Indio.

El Indio ronda ya los 60 años, pero nada parece demostrar este hecho. Arriba del escenario canta, baila y delieta a su público como es su costumbre. En un momento tal vez recordando su edad dice, "Ténganme paciencia, ya estoy medio vejete."

Suena Juguetes Perdidos, y un escalofrío recorre el estadio. Este es tal vez uno de los temas favoritos y más emotivos del repertorio. Las luces de los celulares apuntan al escenario como encendedores y mezclándose con las bengalas y la iluminación del estadio.

Por último pasadas las 23 horas se prenden las luces del estadio, tiemblan todos los espectadores ante lo que saben que vendrá. Suenan los primeros acordes de ¨jijiji,¨tema clásico con el que siempre cierran los recitales (tantos los Redondos, como los Fundamentalistas, como el ausente Skay Bellinson). Una fiebre parece ir apoderándose de todos mientras bailan al ritmo de esta última canción, nuevamente el estadio se ve iluminado por bengalas, las cuales siempre han tratado de ser apagadas infructuosamente por parte de la seguridad.

"Siempre tengo a mi lado mi dios"

Octubre

Canta el indio en Motorpsico y repite Juan Cusatti, "la lluvia y el granizo llegaron después del recital. No nos arruinaron la fiesta." Los últimos en volver al colectivo llegan mojados y pasarán frío en el largo viaje de vuelta. Ahora reina el silencio y todos extenuados se derrumban en sus asientos. Las pocas charlas suenan como murmullos de fondos y todos se van durmiendo.

Al llegar a La Plata, enseguida cada uno toma su rumbo, muchos vuelven a sus casas, algunos se dirigen al Estadio Unico a ver el clásico. El tumulto de gente que se formó en torno a una noche desaparece tragada por el asfalto y los kilómetros. Nada queda, salvo los recuerdos, las remeras y entradas mojadas por la transpiración. La próxima cita será acá en La Plata y nuevamente esta
peregrinación se iniciará desde todo el país congregados para ver al Indio bailar sobre el escenario.


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