Peligrosas bandas armadas operan detrás de prostitutas callejeras
Además de dinero en efectivo, se llevan anillos, relojes y teléfonos celulares
| 30 de Marzo de 2008 | 00:00

Por NESTOR LLIDO
"Pagame, no te hagas el loco". Esta frase pronunciada, entre insultos del más alto voltaje, es la antesala de una agresión física de la prostituta o travesti y de inmediato, en medio de la confusión, aparecen en escena uno o dos cómplices, para consumar el robo, con características de arrebato. La situación se viene repitiendo en distintos barrios porteños y del Conurbano bonaerense, como una forma de cometer un delito en la vía pública, utilizando como señuelo a quien se acerca con el argumento de "ofrecer sus servicios" a un automovilista, que termina siendo víctima de un asalto exprés.
La modalidad es conocida, pero en las últimas semanas ha recrudecido y ante la falta de prevención policial, se viene repitiendo, con el agravante de que aquellos que lo sufren en carne propia no radican las denuncias y por ende, actúa como un reaseguro para su continuidad. En consecuencia, este tipo de robos no tienen registro entre los casos de inseguridad que se dan en las calles y apenas trascienden aquellos que finalizan con algún herido durante la pelea, en la que los atacantes suelen utilizar armas blancas.
Al margen de los riesgos sanitarios a los que se exponen los que "consumen" prostitución callejera, ahora también se suman estas contingencias, que si bien no son generalizadas, colocan una nueva señal de alarma. Además, los conductores que han tenido que atravesar por esta traumática situación no siempre son los que proponen el "diálogo" con la prostituta, pero frente a la distracción que provocan, le sucede el "efecto sorpresa" para consumar el ilícito.
De acuerdo al testimonio de vecinos del barrio de Nueva Pompeya, en dos esquinas de la avenida Amancio Alcorta, en sus cruces con Perito Moreno y Ochoa, se dieron esta clase de hechos, con similares características. A partir de la siguiente mecánica: un auto se detiene en un semáforo, el conductor es abordado por una chica que "vende" sexo, pero sin esperar respuestas, empieza el griterío por el supuesto no pago del servicio. El posterior intento de subirse al vehículo genera la reacción y entonces, el ataque a golpes funciona como segundo acto y prolegómeno de lo que vendrá. Es que entra en acción el cómplice, que pueden ser dos, quien logra sustraer, mediante amenazas de muerte, las pertenencias u objetos de valor del damnificado.
Hechos no denunciados
Con un "botín", compuesto de relojes, teléfonos celulares, cadenitas, anillos, estéreos y dinero en efectivo, según el caso, la prostituta y el ladrón, en su mayoría pibes que se manejan con mucha violencia, escapaban a la carrera. La víctima también acelera el auto y huye, como primera reacción y una vez pasado el mal momento, prefiere no contar el episodio por pudor o no denuncia el hecho a la Policía, ante el temor a quedar involucrado en una situación con supuesta vinculación con la prostitución callejera o simplemente, por entender que "no los van a agarrar".
"Son pibas, a las que se conoce como "peteras", que se acercan a los coches, se quieren subir de prepo y empiezan a gritarle al que maneja que no le quiere pagar. En pocos segundos, arman un gran escándalo y el conductor se ve agredido, pero sin tiempo para poder zafar, se le aparecen otros chicos, que están escondidos, con facas, navajas o cuchillos y te roban", señaló, a este diario, un vecino de Nueva Pompeya, que dijo haber presenciado "varios casos parecidos, sin que la Policía haga nada. Sí todos sabemos que en esas esquinas suceden este tipo de cosas, como puede ser que los patrulleros no pasen por ahí".
De todas maneras, el accionar de estos dúos delictuales -que bien pueden ser un trío- de prostitutas y ladrones no es exclusivo de este barrio del sur porteño. Hay quienes han sido víctimas de esta modalidad en localidades del conurbano, sobre todo aquellas cercanas al límite con la Capital Federal y con un asentamiento en las inmediaciones que sirve como escondite, y tiempo atrás, se conocieron episodios de estas características en la "zona roja" de Palermo, tanto cuando se centraba sobre la calle Godoy Cruz, como ahora en el parque El Rosedal, con la mayoritaria intervención de travestis.
Sin dudas, que no se trata de una actitud propia de las "chicas de la calle", quienes, en varias oportunidades, han denunciado que son ellas, las que sufren las consecuencias de agresiones y hasta robos de sus ocasionales clientes. Esta problemática también permanece oculta y forma parte del cúmulo de riesgos que deben afrontar las mujeres que optan por ofrecer sus servicios sexuales en la vía pública.
"Pagame, no te hagas el loco". Esta frase pronunciada, entre insultos del más alto voltaje, es la antesala de una agresión física de la prostituta o travesti y de inmediato, en medio de la confusión, aparecen en escena uno o dos cómplices, para consumar el robo, con características de arrebato. La situación se viene repitiendo en distintos barrios porteños y del Conurbano bonaerense, como una forma de cometer un delito en la vía pública, utilizando como señuelo a quien se acerca con el argumento de "ofrecer sus servicios" a un automovilista, que termina siendo víctima de un asalto exprés.
La modalidad es conocida, pero en las últimas semanas ha recrudecido y ante la falta de prevención policial, se viene repitiendo, con el agravante de que aquellos que lo sufren en carne propia no radican las denuncias y por ende, actúa como un reaseguro para su continuidad. En consecuencia, este tipo de robos no tienen registro entre los casos de inseguridad que se dan en las calles y apenas trascienden aquellos que finalizan con algún herido durante la pelea, en la que los atacantes suelen utilizar armas blancas.
Al margen de los riesgos sanitarios a los que se exponen los que "consumen" prostitución callejera, ahora también se suman estas contingencias, que si bien no son generalizadas, colocan una nueva señal de alarma. Además, los conductores que han tenido que atravesar por esta traumática situación no siempre son los que proponen el "diálogo" con la prostituta, pero frente a la distracción que provocan, le sucede el "efecto sorpresa" para consumar el ilícito.
De acuerdo al testimonio de vecinos del barrio de Nueva Pompeya, en dos esquinas de la avenida Amancio Alcorta, en sus cruces con Perito Moreno y Ochoa, se dieron esta clase de hechos, con similares características. A partir de la siguiente mecánica: un auto se detiene en un semáforo, el conductor es abordado por una chica que "vende" sexo, pero sin esperar respuestas, empieza el griterío por el supuesto no pago del servicio. El posterior intento de subirse al vehículo genera la reacción y entonces, el ataque a golpes funciona como segundo acto y prolegómeno de lo que vendrá. Es que entra en acción el cómplice, que pueden ser dos, quien logra sustraer, mediante amenazas de muerte, las pertenencias u objetos de valor del damnificado.
Hechos no denunciados
Con un "botín", compuesto de relojes, teléfonos celulares, cadenitas, anillos, estéreos y dinero en efectivo, según el caso, la prostituta y el ladrón, en su mayoría pibes que se manejan con mucha violencia, escapaban a la carrera. La víctima también acelera el auto y huye, como primera reacción y una vez pasado el mal momento, prefiere no contar el episodio por pudor o no denuncia el hecho a la Policía, ante el temor a quedar involucrado en una situación con supuesta vinculación con la prostitución callejera o simplemente, por entender que "no los van a agarrar".
"Son pibas, a las que se conoce como "peteras", que se acercan a los coches, se quieren subir de prepo y empiezan a gritarle al que maneja que no le quiere pagar. En pocos segundos, arman un gran escándalo y el conductor se ve agredido, pero sin tiempo para poder zafar, se le aparecen otros chicos, que están escondidos, con facas, navajas o cuchillos y te roban", señaló, a este diario, un vecino de Nueva Pompeya, que dijo haber presenciado "varios casos parecidos, sin que la Policía haga nada. Sí todos sabemos que en esas esquinas suceden este tipo de cosas, como puede ser que los patrulleros no pasen por ahí".
De todas maneras, el accionar de estos dúos delictuales -que bien pueden ser un trío- de prostitutas y ladrones no es exclusivo de este barrio del sur porteño. Hay quienes han sido víctimas de esta modalidad en localidades del conurbano, sobre todo aquellas cercanas al límite con la Capital Federal y con un asentamiento en las inmediaciones que sirve como escondite, y tiempo atrás, se conocieron episodios de estas características en la "zona roja" de Palermo, tanto cuando se centraba sobre la calle Godoy Cruz, como ahora en el parque El Rosedal, con la mayoritaria intervención de travestis.
Sin dudas, que no se trata de una actitud propia de las "chicas de la calle", quienes, en varias oportunidades, han denunciado que son ellas, las que sufren las consecuencias de agresiones y hasta robos de sus ocasionales clientes. Esta problemática también permanece oculta y forma parte del cúmulo de riesgos que deben afrontar las mujeres que optan por ofrecer sus servicios sexuales en la vía pública.
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