Antesala a un infierno que se cobró 194 vidas

Con el grupo soporte de Callejeros, ya se habían encendido bengalas y “3 tiros”

La investigación de la muerte de 194 personas que la noche del 30 de diciembre de 2004 concurrieron al recital en República Cromagnon permitió determinar cómo fueron, minuto a minuto, los momentos previos al incendio, cuyos autores nunca pudieron ser identificados.

A las 20, actuó en el local el grupo soporte "Ojos Locos" y algunos asistentes encendieron bengalas, candelas y "tres tiros". A las 22.30, el gerenciador del local, Omar Chabán, se acercó a la cabina de sonido, tomó un micrófono e increpó al público para que no se tirara más pirotecnia.

De la declaración de numerosos testigos surge que Chabán dijo que había más de 6.000 personas -cuando el local estaba habilitado para 1.031-, entre ellos niños; que no tenía ventilación, y que si se producía un incendio no iban a poder salir y se iban a morir todos, igual que como había sucedido en un shopping de Asunción, Paraguay, meses antes.

Tragedia anunciada

A las 22.50, el grupo Callejeros subió al escenario para comenzar a tocar y el cantante, Patricio Santos Fontanet, le dijo al público que le hicieran caso a Chabán y que no tiraran bengalas porque podía pasar algo grave y morir todos.

Al inicio del primer tema, el encendido de pirotecnia continuaba y, de repente, una candela impactó contra la media sombra que recubría el techo, lo que originó un incendio que se expandió rápidamente, generó un humo muy espeso y tóxico que se propagó por todo el salón y se acumuló con más intensidad en los sectores altos más cercanos al techo.

Como consecuencia del fuego, el material que recubría el techo comenzó a derretirse generando, en algunos sectores del local, una especie de "lluvia de fuego" que caía sobre los asistentes al recital. Ante esta situación, el grupo dejó de tocar y las personas comenzaron a pugnar por salir, pero la mayoría de las puertas se encontraban cerradas, al igual que la denominada "salida alternativa de emergencia".

Estado de pánico

Por eso, se generaron amontonamientos y avalanchas que dificultaron notoriamente la evacuación del local, a lo que se sumó que se cortó la luz del local, lo que provocó en las personas allí presentes un estado de pánico y desesperación.

Gran parte del techo del local estaba cubierto por una tela denominada media-sombra, por encima de la cual había colocada una capa de espuma de poliuretano y otra de guata. Estos materiales, al quemarse, produjeron emanaciones de cianuro de hidrógeno (ácido cianhídrico), dióxido de carbono, monóxido de carbono, óxido de nitrógeno y vapores de isocianato.

La saturación del recinto con los gases propició que los asistentes al recital sufrieran intoxicación y asfixia y tuvieran que ser atendidos y trasladados a hospitales de toda la ciudad. Si no se hubiera colocado la media sombra, y la bengala hubiera impactado en el centro de un cuadrado de espuma de poliuretano de 177 metros cuadrados de área de superficie, éste hubiera tardado aproximadamente 13 minutos para incendiarse.

Una trampa mortal

Sin embargo, en este caso, el siniestro se desató en pocos minutos, Cromagnon se convirtió en una "trampa mortal" y varios factores impidieron una salida rápida y ordenada, entre ellos que la cantidad de asistentes triplicaba el máximo permitido.

Además, el local no estaba preparado ni autorizado para la realización de recitales, no contaba con salidas de emergencia y cuatro de las seis puertas estaban cerradas con trabas.

A las 23.30, casi media hora después de comenzado el incendio, los bomberos pudieron abrir la llamada "puerta de emergencia", que estaba cerrada con candados y atada con alambres, y cayeron hacia ellos "pilas humanas de hasta un metro cincuenta de altura", según declararon los rescatistas.

Los que estaban en el sector VIP del primer piso fueron sacados del lugar por terceros, en estado de inconsciencia o muertos, ya que una pequeña puerta metálica que estaba allí nunca se pudo abrir y se debió hacer un boquete de medio metro.

A las 2 terminó la evacuación completa de las personas que se encontraban en el local cuando, según un peritaje realizado por la Superintendencia de Bomberos, si todas las puertas hubieran estado abiertas 3.000 asistentes hubieran escapado en 3,28 minutos. Los bomberos secuestraron 27 elementos de pirotecnia y detectaron que 10 de los 15 extintores manuales se encontraban despresurizados, sólo tres tenían precinto y dos se habían vencido en octubre de 2004.

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