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Amores de novela

Picchio y Silveyra viven tramas sentimentales que parecen inspiradas en sus personajes de ficción

31 de Agosto de 2008 | 00:00

El amor después de las separaciones, divorcios o viudez es moneda corriente en muchas mujeres maduras que no se resignan y vuelven a creer en el amor. Soledad Silveyra, a poco de convertirse en abuela se enamoró de un remisero y Ana María Picchio se casó con un primo segundo. Lo llamativo es que ambas están viviendo un amor que ya experimentaron... en la televisión. Amigas en la vida real, Solita y Ana María tuvieron papeles que anticiparon su actual historia sentimental. Especialmente en el caso de Silveyra. La vida real y la de ficción de Picchio no son un calco, pero hay un lugar clave que une ambas tramas. Ese lugar es Italia.

Una frase muy conocida dice: "Si el amor llama a tu puerta, síguelo" y son muchas las mujeres que le hacen honor a ese pensamiento. Por ejemplo Soledad Silveyra, flamante abuela de Inés, encontró el amor a bordo de un remís, el mismo que la conducía todos los días del trabajo a su casa.

En el viaje, Solita animaba largas charlas con el remisero, de quien se enamoró. Héctor es el hombre elegido por la actriz quien, con unos cuántos años menos que ella, logró hacerle sentir las cosquillitas en la panza que disfrutaba en su adolescencia.

Un tiempo después

Muchas sorpresas depara la vida y una de ellas es que la historia que vive en carne propia Solita ya la vivió en la ficción con un éxito inigualable, hace casi cuarenta años, en 1972, a través de la telenovela más recordada y exitosa de todos los tiempos: Rolando Rivas, Taxista.

En aquella telenovela Moniquita Helguera Paz se enamoraba del taxista Rolando Rivas (Claudio García Satur). En el presente la actriz de Vidas Robadas (Telefé) y conductora de Un Tiempo Después (Telefé) está de novia con uno de los choferes que día a día hace los trayectos que unen las productoras de Endemol y Teleinde, los ámbitos donde trabaja.

Así fue como desde Palermo hasta Martínez surgió la historia de amor. Dicen que la actriz manifiesta con una sonrisa de oreja a oreja: "Soy feliz. Volví a enamorarme. Héctor es el tipo de hombre que necesitaba".

La relación entre ambos marcha viento en popa, a punto tal que ambos fueron presentados a sus respectivas familias. Sin embargo, todavía no se anima a blanquear el romance ante los medios. Prueba de ello es que cuando la prensa le preguntó sobre su nueva pareja, un hombre de 52 años, la actriz respondió: "¿Nuevo novio? ¿Y hay fotos? No te voy a decir nada. ¡Hace cuatro años que soy virgen!".

La actriz y conductora de Un Tiempo Después tuvo grandes amores en su vida, uno de ellos fue José Jaramillo, el padre de sus hijos, y Mariano Franco, un joven veinte años menor que ella.

Otra de las actrices que se abrió al amor en diferentes ocasiones y padeció lo que toda mujer atraviesa cuando se enamora (ilusión, fracasos, alegría, duelos) es Ana María Picchio. Y en su caso las historias de la ficción y la realidad se mezclaron. El año pasado su hija en Mujeres Nadie Agustina Cherri, se fue a Italia cerrando su capítulo en la ficción. El personaje de Agustina se casó y dejó la tira.

Este año, el personaje de la tira de Ana María Picchio se fue a Italia para ver a su hija. Así, el rol de la Picchio dejó la tira durante un mes. Lo curioso es que la actriz viajó en la realidad a Italia. El motivo del viaje es el amor. Pero no el amor filial, como en la ficción, sino el amor de pareja.

Durante su estadía en Italia, Picchio se casó en un castillo veneciano con un empresario de aquel país que... podría ser su primo segundo. Este detalle le agrega, por si hiciera falta, un condimento novelesco a su historia de amor real.

La actriz dio rienda suelta a sus sentimientos hacia el empresario Alberto Picchio, un septuagenario que conoció en 1992 cuando ella integraba la obra Pijamas en el teatro Astros.

En aquel entonces el italiano se encontraba instalado en Buenos Aires por cuestiones laborales, cerrando negocios con las compañías telefónicas, y fue durante un paseo por la calle Corrientes cuando se detuvo frente a la marquesina, observó la coincidencia en los apellidos y decidió entrar para investigar si existía algún parentesco entre ellos.

Un amor sanguíneo

No alcanzaron una conclusión definitiva, pero ambos quedaron con la sensación de ser primos segundos -ver aparte-. Mientras tanto, la pasión los iba envolviendo. Pero el italiano debió regresar a su país. Sin embargo el vínculo entre ambos continuó afianzándose. El presunto primo de la actriz le enviaba regalos y las llamadas telefónicas intentaban apaciguar las ganas de estar juntos.

Los viajes de Alberto al país se hicieron más frecuentes a partir de que consiguió jubilarse y hasta pasaron juntos unos días en Cariló y fue frente al mar donde decidieron casarse.

Finalmente el día tan soñado llegó y la actriz y el empresario se casaron en un fastuoso castillo medieval en Venecia. Luego de solicitar una licencia de un mes en Canal 13 -donde protagoniza la segunda temporada de Mujeres de Nadie-, la actriz partió rumbo a Italia, para darle el sí a su enamorado.

Investigando el parentesco surgió la pasión

Luego del encuentro impensado en Buenos Aires, Ana María y Alberto Picchio se comenzaron a ver con cierta regularidad. La buena onda y la atracción comenzaron a fluir, a punto tal que se embarcaron en la tarea de trazar un árbol genealógico y se llevaron la gran sorpresa de descubrir que muy posiblemente sean primos segundos. No pudieron reconstruir todo el árbol genealógico, pero hay fuertes indicios de parentesco. Picchio sabe que hay mucha gente con su apellido y por otra parte algunos detalles del pasado familiar de ambos son coincidentes. Aunque no llegaron a establecer con exactitud el parentesco, es altamente probable que sean parientes lejanos.

Sin ponerle un freno al amor que se estaba suscitando Ana María, que estaba separada, y Alberto, soltero, comenzaron a disfrutar salidas en común y a acercarse cada vez más.

DE LA TV A LA REALIDAD

SOLEDAD SILVEYRA. En 1972 representó el papel de una mujer de la alta sociedad que se enamoraba de un querible taxista. Hoy, en la vida real, se enamoró de un remisero. No se trata exactamente de la típica historia que une a un aristócrata con una persona de las clases populares, pero es poco frecuente que una figura de la farándula se ponga en pareja con su chofer.

ANA MARIA PICCHIO. Su hija en Mujeres de Nadie se radicó en Italia. Y este año, la actriz dejó la tira con la excusa de un viaje a la península para reencontrarse con su hija. Curiosamente, Picchio viajó a Italia. Pero no fue por amor filial, sino por el amor de un empresario italiano con el que protagonizó una muy novelesca boda en un castillo de Venecia.

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