"La Promoción, la Promoción..."

Lo que se vivió ayer por la tarde en el estadio del Bosque no tiene nombre. Cuando el árbitro del partido Javier Collado dio por terminado el partido, todo acto de conducta que antes era guiada por la coherencia, se quebró en un grito infernal de alivio, desahogo e ilusión.

Ayer en el estadio de 60 y 118, las 18 mil almas triperas que no perdieron la fe, y que fueron a la cancha para alentar a Gimnasia, seguramente se volvieron a sus casas, en las últimas horas del domingo, porque el festejo fue eterno, con el mejor regalo que al hincha le podían dar: seguir jugando en la primera categoría del fútbol argentino.

Y el eterno festejo no sólo fue de la gente en las tribunas, sino que los jugadores también vivieron su fiesta. Cuando terminó el partido, el plantel completo se paseó por todo el campo de juego para ser ovacionados por su gente, que cegada por la locura de la permanencia, ya no sabía qué más gritarle a sus jugadores. "La Promoción, la Promoción, se va a la...", fue el grito de los jugadores dentro de la cancha, que continuó hasta llegar al vestuario, donde parecía que la fiesta no iba a terminar nunca. Donde los abrazos y las lágrimas, pero ésta vez de felicidad, fue moneda corriente desde los integrantes del plantel, hasta los dirigentes del club.

"Lamentablemente vivir los partidos como hinchas a veces me juega en contra, pero es todo por querer la camiseta en la forma que la quiero. Pero todo ya es parte del pasado. Ahora nos queda festejar lo que logramos. Que lo festeje la gente como también lo vamos a festejar nosotros hoy a la noche, con todos los compañeros, porque el grupo es lo mejor que tenemos y con el apoyo de nuestros hinchas pudimos conseguir algo que muchos no imaginaban", contó Roberto Sosa mientras los simpatizantes del Lobo le reconocían todo el esfuerzo del equipo. Mientras lo idolatraban por ser parte del equipo que logró la gran hazaña, porque no hay una calificación mejor para terrible logro.

La zona de vestuarios fue una fiesta pura. Entre familiares, jugadores, dirigentes e hinchas que lograron romper la seguridad privada del club, hicieron de la salida de los jugadores algo inolvidable para el plantel. Y mientras muchos se acordaron de sus "primos", el Pampa paró su oreja y soltó "a 7 y 50 fueron otros, pero le arruinamos la fiesta", por el rumor que se corrió que simpatizantes de Estudiantes se encontraban festejando.

Quedará en la historia del club como un domingo histórico dentro de las páginas de Gimnasia. Bien merecido se lo tienen los jugadores, los principales responsables de que el Lobo continúe en primera división.