"Pastunistán", un sueño clave en la guerra afgana
| 14 de Agosto de 2009 | 00:00

En un debate reciente antes de las elecciones presidenciales afganas -que se realizarán la semana próxima-, la primera pregunta no fue sobre terrorismo, ni violencia, ni opio. Fue sobre la opinión de los candidatos respecto de una línea torcida, dibujada en el mapa hace 115 años por las autoridades coloniales británicas. Para los pastunes, el grupo étnico más poderoso de Afganistán, la frontera con Pakistán es un límite ilegítimo que interrumpe lo que ellos llaman “Pastunistán”
Para Occidente, la línea es la problemática frontera que separa a Afganistán de Pakistán, pero para los pastunes, el grupo étnico más poderoso del país, es un límite ilegítimo que interrumpe lo que ellos llaman "Pastunistán".
Los pastunes y sus reclamos étnicos son un tema clave en las próximas elecciones y en los conflictos armados en Afganistán y Pakistán. Al igual que el Talibán, dominado por esta tribu, muchos pastunes que no han tomado las armas sueñan con un Pastunistán unido. A medida que los pastunes de ambos países se sienten cada vez más disconformes, ese sueño se fortalece.
Una gran afluencia de pastunes en la elección del 20 de agosto favorecerá al presidente Hamid Karzai, que es pastún. Si hay pocos votantes por la violencia o las amenazas del Talibán, mejorarán las posibilidades de su rival, el ex ministro de relaciones exteriores Abdulá Abdulá, identificado con los tayikos. Algunos analistas temen que los pastunes puedan no aceptar una victoria suya.
"Los pastunes son clave en la elección afgana", dice Hassan Abbas, investigador del Centro Belfer de Ciencia y Asuntos Internacionales en la Universidad Harvard. "Son el corazón de la insurgencia en Pakistán y Afganistán porque han sido usados y abusados durante tres décadas por actores regionales e internacionales. Su tejido social ha sido despedazado y su identidad tribal ha sufrido tensiones severas por el aumento de los elementos religiosos fanáticos. Los pastunes son víctimas de las circunstancias".
QUIENES SON
Los pastunes son unos 42 millones de personas: representan el 42% de la población en Afganistán y el 15% en Pakistán. Apoyan al Talibán y aportan la mayoría de sus integrantes.
"Los pastunes de ambos lados de la frontera sienten que el mundo está en su contra", dice Moabullah, un pastún robusto y barbudo de cerca de 1,80 metros (seis pies).
Moabullah luchó contra su voluntad del lado del Talibán cuando éste dominaba Afganistán. Tras la derrota a manos de la Alianza del Norte de tayikos y uzbekos, debió huir a Irán, acosado por el bando ganador. En 2007, regresó a casa y al Talibán.
"La gente estaba sufriendo. Los pastunes sentían que su vida era muy dura", dice. "De a poco, el mulá Omar comenzó a organizar (al Talibán) y todos regresamos. Somos una sola tribu en Pakistán y Afganistán. No hay diferencia. Tenemos la misma cultura, el mismo turbante, el mismo lenguaje. Nuestra gente va y viene. Los pastunes de ambos lados de la frontera deben ayudar al Talibán".
La historia de Moabullah muestra el rencor que sienten muchos pastunes. En Pakistán, el Talibán se presenta como una alternativa a un estado que no atiende a los pobladores. También busca avivar el orgullo étnico de la tribu.
A inicios del siglo 18, Afganistán nació como una nación pastún que incluía gran parte de lo que hoy es Pakistán.
Ahora los pastunes, descendientes de reyes que mandaban desde Irán hasta Nueva Delhi, resienten ser relegados por otras tribus y ser blanco de las fuerzas internacionales.
Las fuerzas talibanes funcionan como una sola a ambos lados de la frontera, la llamada línea Durand, creada por Sir Mortimer Durand en un tratado entre Gran Bretaña y Afganistán que expiró en 1993 tras cien años de vigencia.
Pakistán quiere reforzar la frontera con una valla que impida el cruce de milicianos y provisiones. Muchos pastunes, sin embargo, creen que se debería marcar un nuevo límite que le dé a Afganistán todas las tierras pastunes, incluso las de Pakistán. Ni siquiera el gobierno prooccidental de Karzai acepta la línea Durand: quiere una comisión que decida dónde irá la frontera.
"Pastún y afgano, en realidad, significan lo mismo", dice Lateef Afridi, un ex legislador del secular Partido Nacional Awami en Pakistán que, aunque odia al Talibán, comparte su sueño de un Pastunistán unido.
Para Occidente, la línea es la problemática frontera que separa a Afganistán de Pakistán, pero para los pastunes, el grupo étnico más poderoso del país, es un límite ilegítimo que interrumpe lo que ellos llaman "Pastunistán".
Los pastunes y sus reclamos étnicos son un tema clave en las próximas elecciones y en los conflictos armados en Afganistán y Pakistán. Al igual que el Talibán, dominado por esta tribu, muchos pastunes que no han tomado las armas sueñan con un Pastunistán unido. A medida que los pastunes de ambos países se sienten cada vez más disconformes, ese sueño se fortalece.
Una gran afluencia de pastunes en la elección del 20 de agosto favorecerá al presidente Hamid Karzai, que es pastún. Si hay pocos votantes por la violencia o las amenazas del Talibán, mejorarán las posibilidades de su rival, el ex ministro de relaciones exteriores Abdulá Abdulá, identificado con los tayikos. Algunos analistas temen que los pastunes puedan no aceptar una victoria suya.
"Los pastunes son clave en la elección afgana", dice Hassan Abbas, investigador del Centro Belfer de Ciencia y Asuntos Internacionales en la Universidad Harvard. "Son el corazón de la insurgencia en Pakistán y Afganistán porque han sido usados y abusados durante tres décadas por actores regionales e internacionales. Su tejido social ha sido despedazado y su identidad tribal ha sufrido tensiones severas por el aumento de los elementos religiosos fanáticos. Los pastunes son víctimas de las circunstancias".
QUIENES SON
Los pastunes son unos 42 millones de personas: representan el 42% de la población en Afganistán y el 15% en Pakistán. Apoyan al Talibán y aportan la mayoría de sus integrantes.
"Los pastunes de ambos lados de la frontera sienten que el mundo está en su contra", dice Moabullah, un pastún robusto y barbudo de cerca de 1,80 metros (seis pies).
Moabullah luchó contra su voluntad del lado del Talibán cuando éste dominaba Afganistán. Tras la derrota a manos de la Alianza del Norte de tayikos y uzbekos, debió huir a Irán, acosado por el bando ganador. En 2007, regresó a casa y al Talibán.
"La gente estaba sufriendo. Los pastunes sentían que su vida era muy dura", dice. "De a poco, el mulá Omar comenzó a organizar (al Talibán) y todos regresamos. Somos una sola tribu en Pakistán y Afganistán. No hay diferencia. Tenemos la misma cultura, el mismo turbante, el mismo lenguaje. Nuestra gente va y viene. Los pastunes de ambos lados de la frontera deben ayudar al Talibán".
La historia de Moabullah muestra el rencor que sienten muchos pastunes. En Pakistán, el Talibán se presenta como una alternativa a un estado que no atiende a los pobladores. También busca avivar el orgullo étnico de la tribu.
A inicios del siglo 18, Afganistán nació como una nación pastún que incluía gran parte de lo que hoy es Pakistán.
Ahora los pastunes, descendientes de reyes que mandaban desde Irán hasta Nueva Delhi, resienten ser relegados por otras tribus y ser blanco de las fuerzas internacionales.
Las fuerzas talibanes funcionan como una sola a ambos lados de la frontera, la llamada línea Durand, creada por Sir Mortimer Durand en un tratado entre Gran Bretaña y Afganistán que expiró en 1993 tras cien años de vigencia.
Pakistán quiere reforzar la frontera con una valla que impida el cruce de milicianos y provisiones. Muchos pastunes, sin embargo, creen que se debería marcar un nuevo límite que le dé a Afganistán todas las tierras pastunes, incluso las de Pakistán. Ni siquiera el gobierno prooccidental de Karzai acepta la línea Durand: quiere una comisión que decida dónde irá la frontera.
"Pastún y afgano, en realidad, significan lo mismo", dice Lateef Afridi, un ex legislador del secular Partido Nacional Awami en Pakistán que, aunque odia al Talibán, comparte su sueño de un Pastunistán unido.
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