Cambios forzados en el entretiempo

LAS ASUNCIONES DE CAPITANICH Y KICILLOF MARCARON EL REGRESO DE LA PRESIDENTA

Por MARIANO SPEZZAPRIA

Twitter: @mnspezzapria

“Necesito que me acompañes estos dos años. Es un proceso histórico que no se puede detener”. Con esa frase, Cristina Kirchner formalizó el pasado 1º de noviembre su ofrecimiento a Jorge Capitanich para nombrarlo como jefe de Gabinete. En el atardecer de la quinta de Olivos, también hubo entre la Presidenta y el gobernador de Chaco un entendimiento político con proyección hacia 2015. Y un pedido del nuevo hombre fuerte del Gobierno: que finalizara el ciclo de Guillermo Moreno.

Veinte días después, Capitanich juraba como jefe de ministros en la Casa Rosada, en un acto que concretó el regreso de la Presidenta tras 47 días de reposo por motivos de salud. Y que dejó en claro que la mandataria buscará administrar el capital simbólico que le queda al kirchnerismo -como la exaltación de la juventud militante- mientras que a Capitanich y al flamante ministro de Economía, Axel Kicillof, les tocará lidiar con la cada vez más compleja tarea cotidiana de la gestión.

PLAN EN EL CHACO

El tándem Capitanich-Kicillof no se conformó de casualidad: el economista hizo dos viajes secretos al Chaco luego de aquel encuentro entre la Presidenta y el Gobernador en Olivos. Allí se “internó” junto al “Coqui” -como apodan al nuevo jefe de Gabinete- a planificar una serie de medidas que se irán aplicando de aquí a fin de año. Con pragmatismo, ambos buscaron congeniar sus distintas miradas porque el objetivo será frenar la inflación y la caída de reservas del Banco Central.

Ya en funciones, los primeros pasos de Capitanich y Kicillof -que se conocían desde la década del 90- fueron cautelosos: antes que anticipar un programa económico, se limitaron a formular un decálogo de lo que no estaba en sus planes. Así, fueron reiterativos en frases como “no se harán anuncios grandilocuentes” (Capitanich) o “no vamos a generar cambios bruscos en la economía” (Kicillof). Le dieron así un reporte a la Presidenta, antes que un mensaje a los ciudadanos.

Pero el jefe de Gabinete y el ministro de Economía tienen en carpeta medidas para aplicar en forma gradual, gestadas en aquella sigilosa cumbre de las afueras de Resistencia. Por eso este martes, tras el feriado de mañana, podría haber novedades. La suba de impuestos a la compra de bienes de lujo -autos de alta gama, yates, motos y aviones- fue sólo un botón de muestra dado a conocer al final de una semana intensa para ratificar la “profundización” del modelo K.

MEDICINA MAS AMARGA

El mediano plazo impone al Gobierno, no obstante, medidas de carácter ortodoxo, como la paulatina reducción del gasto público y la disminución de la emisión monetaria. Para enfrentar la conocida “restricción externa”, en tanto, la Casa Rosada y el Palacio de Hacienda demandarán a la industria y el sector agropecuario que aumenten las exportaciones para atraer dólares al país. Aunque para que eso suceda, deberían dar una señal sobre el atraso en el tipo de cambio.

En el plano interno, las rispideces tendrán como protagonistas a los gremios no alineados con el Gobierno, que reclamarán a fin de año un plus salarial debido a la inflación. Por eso el jefe de la CGT oficialista, Antonio Caló, ya anticipó que no hará un planteo de ese tipo, ya que ahora “lo que importa es la defensa de los puestos de trabajo”. Así, es muy probable que las paritarias salariales para el año próximo tengan un “techo” de aumento fijado por la conducción económica.

En la vereda de enfrente, Hugo Moyano -que no fue convocado a la primera ronda de diálogo en la era Capitanich-Kicillof- advirtió que la central opositora no aceptará “ningún acuerdo que no implique un beneficio real” del salario sobre la inflación. El jefe Camionero transita ahora en un limbo político: su hijo Facundo dejó la bancada del FpV en la Cámara de Diputados y enfila hacia el massismo. Pero otros miembros de su entorno miran con más simpatía a Daniel Scioli.

Scioli avanza, mientras tanto, en un acuerdo con el denarvaísmo tanto a nivel ejecutivo como legislativo. Y sus seguidores observan con recelo el salto de Capitanich a la escena nacional.

Por eso los sciolistas ya comenzaron a alentar una interna entre su jefe y Capitanich para dirimir la candidatura presidencial del oficialismo de cara al recambio de 2015. Aunque una compulsa de esas características es más que improbable, por dos motivos: si al chaqueño le va bien en la gestión, se asegurará la bendición directa de la Presidenta. Si le va mal, sencillamente no tendrá posibilidades de aspirar al sillón de Rivadavia. Además, Cristina guardaría un par de cartas en la manga.

EL CONTROL DE LA AGENDA

La Presidenta logró en la última semana acaparar la agenda política a partir de su regreso efectivo y de los cambios en el Gabinete. Lo hizo tras un año durísimo para ella, en el que careció de iniciativa para contrarrestar el avance de otras fuerzas, como el Frente Renovador. Sergio Massa irrumpió con potencia y focalizó el debate en la seguridad y la inflación. Desplazó así de su eje la centralidad de la mandataria, que se ve obligada a disputar palmo a palmo el control de la discusión pública.

Una vez superado el enojo, la Presidenta entró en acción. Sólo cuatro días después de las elecciones del 27 de octubre convocó a Capitanich y comenzó a remodelar el Gabinete: formalizó a Kicillof como ministro de Economía y eyectó a Moreno, Abal Medina, Marcó del Pont y Yauhar. Aunque no serían los únicos cambios que tendría en mente Cristina Kirchner para su elenco de colaboradores inmediatos. Ni tampoco para la estructura ministerial, que podría recibir algunas modificaciones.

En este contexto, el ex presidente de la UIA Carlos Lascurain ya es mencionado como posible reemplazante de Débora Giorgi en el Ministerio de Industria. Su llegada al Gabinete nacional no solamente buscaría dinamizar un área que luce estancada, sino también contrarrestar la presencia de José Ignacio de Mendiguren en el entorno de Massa. El “Vasco” fue el dirigente más requerido por los empresarios españoles en la visita “presidencial” del intendente de Tigre a la península ibérica.

Pero en los planes de la Presidenta no figuraría sólo un cambio de nombres: además existiría la posibilidad de crear un Ministerio de Industria y Comercio, en cuya estructura revistarían dos secretarías importantes: la de Comercio Interior, a cargo ahora de Augusto Costa; y la de Comercio Exterior, hasta el momento bajo la conducción de la morenista Beatriz Paglieri. Aunque no se descarta que esa funcionaria también sea “renunciada” y reemplazada por Paula Español.

Se trata de una economista cercana al ministro Kicillof, que actualmente se desempeña como gerenta financiera de Cammesa, la empresa mixta que controla el Estado y opera el despacho eléctrico. El ala política del Gobierno tampoco quedaría intacta: en caso de que la Presidenta lo considere necesario, convocaría a otro gobernador -como el entrerriano Sergio Urribarri, que en un principio aspiraba a la Jefatura de Gabinete- para hacerse cargo del Ministerio del Interior.

Si eso sucediera, a Florencio Randazzo le sería encomendado el Ministerio de Transporte, que dejaría de estar unificado con el de Interior. No son pocos los que recuerdan por estos días que el funcionario de origen bonaerense blanqueó sus aspiraciones presidenciales mientras Cristina Kirchner guardaba reposo por enfermedad. Otros que pensaban hacer lo mismo, no tuvieron esa osadía. Y ahora aguardan con expectativa los cambios que se sumarían a los que ya sucedieron.

Forzada por la realidad política y económica, la Presidenta empezó a mover el banco de suplentes, como esos técnicos que no vacilan en hacer cambios en el entretiempo cuando su equipo no responde a la altura de las circunstancias.