Las moscas vuelan de forma sorprendente

Especial para EL DIA de National Geographic

Las moscas que están volando reaccionan a las amenazas como si fueran aviones caza: desviándose en una fracción de un abrir y cerrar de ojos, según un estudio publicado en Science.

Demasiado rápidos para ser atrapados, estos insectos voladores se valen de su fuerza aerodinámica y en un aleteo cambian su curso de manera casi instantánea, según pudo saberse tras un estudio realizado con moscas de la fruta.

De hecho, todo sucede tan rápido- en menos de una centésima de segundo- que para capturar el movimiento, los científicos necesitaron tres cámaras de alta velocidad, cada una capaz de tomar 7.500 cuadros por segundo.

Y no sólo eso, sino que la maniobra de escape- en la que la mosca de la fruta (Drosophila hydei) efectúa rotaciones de 90 grados o más, por momentos volando casi cabeza abajo- es muy controlada y específica, según Florian Muijres, del laboratorio Dickinson Lab, de la Universidad de Washington en Seattle, donde se llevó a cabo el estudio. Pequeñas diferencias en el movimiento de las alas generan la fuerza necesaria para cambiar de dirección repentinamente. Las diferencias tienen que ser muy precisas, de otra manera “el animal giraría sin control”, explicó Muijres.

“En base a la dirección de la cual proviene la amenaza- sea por detrás, por el frente o por los costados- las moscas realizan distintos tipos de maniobras de escape que son muy controladas”, agregó.

Eso contrasta con la táctica de escape de la mosca que está quieta, un tema investigado anteriormente en el Dickinson Lab. Desde la posición de descanso, la mosca efectúa un salto y avanza por el aire con sus patas. “Recién en la segunda fase, gana control y comienza a agitar las alas”, agrega Muijres.

El nuevo estudio, en el que se emplearon robots alados sumergidos en tambores de aceite mineral para comprender mejor los velocísimos movimientos de las moscas, cuestiona los resultados de estudios recientes en los que se afirmaba que las moscas giraban usando una maniobra de viraje alrededor de un eje vertical, una buena forma de que un insecto suspendido en el aire cambie de dirección según Graham Taylos, profesor de biología matemática de la Universidad de Oxford.

Sin embargo, para cambiar de dirección mientras vuela, el insecto necesita redireccionar su fuerza aerodinámica para crear la rotación necesaria para curvar el rumbo de su vuelo, explicó Taylor, que no participó del nuevo estudio. Los aviones, los helicópteros y otros insectos lo hacen por lo que no es una sorpresa que también lo haga la mosca de la fruta.

Lo que sí es una sorpresa, agregó Taylor, es la remarcable rapidez de la respuesta de escape, “y la sutileza de los cambios que hacen las moscas con sus alas al girar. “Las moscas responden a una amenaza que se aproxima en la mitad del tiempo que tardamos en empezar a pestañear en respuesta al flash de una cámara. Y el tiempo que les lleva completar el giro después de eso es incluso más rápido”, así que vuelven a alcanzar velocidad completa 50 veces más rápido de lo que tardamos en completar ese parpadeo.

El hecho de que las moscas puedan reaccionar tan rápido indicaría que están adaptadas para eso, con una neurona dedicada a esas emergencias en vuelo que rige los músculos de las alas y el cuerpo.

Comprender el funcionamiento de este mecanismo de control en un animal con un cerebro tan pequeño y limitado como el de una mosca puede resultar útil en el desarrollo de mini robots aéreos que puedan esquivar objetos. Además, Taylor explica que los cambios en el batir de las alas de la mosca de la fruta, que el equipo de investigación midió usando los robots alados, pueden ser de utilidad para los diseñadores que trabajan en control de vuelo con microvehículos.

De hecho, Muijres señaló que en la Universidad de Tecnología de Delft, en los Países Bajos, se está desarrollando un micro vehículo aéreo, una especie de libélula que bate las alas, conocido como DelFly.

¿Y si queremos atrapar una mosca de verdad? ¿Tenemos que darnos por vencidos? Es difícil, asegura Muijres, pero hay un truco. Cuando nos acercamos a la mosca desde un costado, ésta vuela en dirección opuesta “así que si movemos la mano en esa misma dirección, es posible atraparla”, asegura el científico.

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