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La Ciudad |SU FALLECIMIENTO

Hipólito Frangi

Hipólito Frangi

Hipólito Frangi

5 de Febrero de 2015 | 23:07

Murió ayer a los 94 años el ex intendente municipal de La Plata Hipólito Frangi. Fue, por encima de aquel cargo institucional que desempeñó entre 1958 y 1962, un platense profundamente comprometido con la Ciudad, un dirigente político ejemplar, un referente ético y un demócrata de profundas e inquebrantables convicciones.

“Polo” Frangi -como lo llamaban desde muy joven- había nacido en La Plata el 23 de octubre de 1920. Hijo de una humilde familia de inmigrantes italianos, fue formado en los pilares básicos del esfuerzo, la superación, la honestidad y la solidaridad. Y sobre esos ejes construyó una trayectoria pública que fue valorada y respetada por sus propios correligionarios -fue un radical de toda la vida- y también por sus circunstanciales adversarios.

Concibió a la política como una tarea de servicio y como un compromiso ético. Y también como una expresión de amor por su Ciudad. Porque era un apasionado por La Plata; un estudioso de las problemáticas urbanas; un profundo conocedor de las normas municipales; un incansable caminante de los barrios y un hombre especialmente sensible para interpretar las necesidades y los desafíos de la comunidad.

Hasta sus últimos días mantuvo una admirable lucidez y esa formidable energía de ciudadano comprometido. Se le encendían la mirada y la pasión cuando hablaba de La Plata. Y aunque guardaba recuerdos de muchas épocas pasadas, no era un nostálgico ni un hombre apegado a las añoranzas. Tenía, a sus 94 años, una visión actualizada y moderna de la política, las instituciones y los desafíos urbanísticos de la Ciudad.

Cultivó toda su vida ideas simples pero fundamentales: “No hay política sin ética”; “El funcionario es, ante todo, un servidor público”; “En política, lo fundamental es el respeto por los opositores y por las ideas de los otros”. Estos conceptos (extraídos de la última entrevista con este diario, publicada el 29 de julio de 2012) no eran abstractos ni teóricos. Los practicó toda su vida de manera consecuente.

En el año 2000 fue declarado ciudadano ilustre de La Plata. Ya tenía 80 años. Y todas las fuerzas políticas destacaron en aquel momento su conducta, su honradez y su compromiso de muchas décadas con la Ciudad.

Su padre -Leonildo Cipriano Frangi- había venido de Italia a trabajar como albañil. Pero aprendió el oficio de panadero hasta instalarse en la panadería “la Sonámbula”, de 16 entre 67 y 68, una empresa fundada por su abuelo Luis en 1887 que todavía es atendida por los Frangi. “Es la más antigua panadería en manos de una familia”, decía Polo con orgullo. Allí había trabajado de chico. Empezó a conocer la Ciudad arriba de un carro en el que repartían el pan con una canasta bajo el brazo.

Cursó sus estudios primarios en la Escuela 58 y en la 11. Luego, completó el secundario en la Escuela de Comercio, donde también se graduó como contador público nacional, antes de que se fundara la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional.

De joven empezó su militancia en el radicalismo. Era una herencia de su padre, que también había abrazado la vocación política y había sido electo concejal por la UCR en 1925. Ocupó distintos cargos partidarios.

Fue electo intendente de La Plata como candidato de la Unión Cívica Radical Intransigente que lideraba Arturo Frondizi. Y ejerció su mandato en la Ciudad mientras Frondizi era Presidente y Oscar Alende gobernador de la Provincia.

Había encontrado en Frondizi y en Alende a dos referentes. Pero también valoraba especialmente a dirigentes como Lisandro de la Torre, Ataúlfo Pérez Aznar, el socialista Teodoro Bronzini, Moisés Lebensohn, Ricardo Balbín o Fulgencio Romero, entre otros.

De su gestión municipal quedan varias “marcas” importantes: la habilitación de la actual avenida 520; la delimitación y regularización jurídica del Bosque como paseo público municipal; la privatización de todo el servicio de transporte de pasajeros, que antes pesaba sobre el presupuesto municipal y provincial; el traslado del corralón municipal; la expropiación de los predios para la construcción de las torres administrativas de Plaza Moreno, además de importantes planes de vivienda y pavimentación.

Pero además de su dedicación a la política, ejerció con rigor su profesión de contador en el ámbito privado; fue un lector incansable de literatura universal y tuvo una destacada actuación deportiva que recordaba siempre con singular entusiasmo: había sido jugador de la sexta y la quinta división de Gimnasia y Esgrima, club del que fue hincha toda su vida. Se recordaba a sí mismo como un “buen arquero” y siempre mencionaba que en su equipo jugaba el “Pichón” Negri, quien luego se destacaría como jugador de Estudiantes.

Era un lector constante de la prensa europea: El País, El Corriere della Sera, Le Monde. Más allá de su pasión por los temas de la Ciudad, era un hombre profundamente interesado por la actualidad internacional y un meduloso analista de los acontecimientos mundiales.

Hombre culto, ameno, capaz de hablar con solvencia de los temas más variados, Frangi se convirtió en un actor central de la vida comunitaria durante la segunda mitad del siglo XX. Tras su paso por la jefatura comunal, vivió con la modestia y la austeridad que fueron uno de sus sellos distintivos. Y alejado de la función pública y aún de la militancia y la dirigencia partidarias, nunca perdió su compromiso con las instituciones de la Ciudad.

Fue, hasta el final de su vida, un hombre de consulta para cualquiera que se interesara por los temas de La Plata. Y contaron con su apoyo, su mirada lúcida y su empuje todas las iniciativas que apuntaran a la defensa del patrimonio urbanístico y al fortalecimiento de La Plata en su rol de capitalidad.

Fue cabal representante de una generación que ponía los intereses comunes por encima de las ambiciones personales.

Por su casa de la calle 61, cerca del Parque Saavedra, pasaron dirigentes de todos los sectores; hombres y mujeres de distintas generaciones; intelectuales; visitantes ilustres y humildes vecinos a los que siempre recibía con especial calidez. Allí se encontraban con un hombre rodeado de libros; lleno de ideas y desbordante de vitalidad.

Hipólito Frangi tuvo cuatro hijos: Hipólito Arturo, Raúl, Alejandro e Irene, quienes le dieron cuatro nietos. Para todos fue un referente y una guía. Como lo fue para la Ciudad en su conjunto, que hoy lo despide con honores en el salón dorado del Palacio Municipal.

Sus restos serán velados hasta hoy al mediodía e inhumados luego en el Cementerio local.

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