Es sólido y confiable aunque algo previsible
| 10 de Octubre de 2016 | 01:06

Por NICOLAS NARDINI
INFORME
Estudiantes es un equipo hecho y derecho. Hace rato que dejó atrás la etapa de la formación. Sabe a qué juega y tiene los sistemas mecanizados, producto del trabajo y la repetición de conceptos. Dicho esto, que no es poco, bien vale marcar, al mismo tiempo, que no le sobra nada. Tendrá que dar lo máximo e incluso reinventarse en algunos aspectos de su juego, para seguir en una curva ascendente y no caer en una meseta que puede costarle algún dolor de cabeza.
El equipo de Vivas tiene dos atributos fundamentales: solidez y confiabilidad. Cuenta con la valla invicta, basando tal condición en virtudes colectivas e individuales. Como equipo, casi nunca queda mal parado, retrocede en bloque cuando pierde la pelota y cuenta con un sistema de ayudas que le permite estar dos contra uno casi siempre al momento de recuperar la pelota.
Esa solidez de bloque, por sobre todas las cosas, descansa en la confiabilidad que le dan varios de sus intérpretes. Tiene tres centrales de primera línea y al mejor arquero de todos los que militan actualmente en nuestro país. Y sus volantes centrales están por encima de la media, ya sea por el despliegue joven de Ascacibar o por la experiencia de Braña y Damonte.
LA HORA DE VARIAR
En la previa del partido en Tucumán, Vivas hizo una lectura acertada, cambió el dibujo, movió un par de piezas y el equipo respondió. Creó peligro, lo tradujo en goles y ganó.
Aquella variante del cuerpo técnico fue una muestra de que ya algunos rivales, a fuerza de estudio y aprovechando cierta repetición que el Pincha mostraba en sus formas, le encontraron la vuelta al esquema pincharrata. Así, taponando el juego por las bandas y esperando replegados, los advesarios pusieron incómodo al equipo.
A partir de esto, queda claro que Estudiantes podrá crecer, en tanto su libreto sea multicolor y cambie la previsibilidad por la sorpresa, como le pasó al Decano en Tucumán, que quedó descolocado ante el cambio de guión impulsado por el León.
El gran problema del juego ofensivo del Pincha es que al no contar con un conductor que aglutine el reparto del balón o la cuota especial de desequilibrio, el ataque depende mucho de los volantes exteriores y su desnivel en el uno contra uno. Hace falta más diagonal y pase entre líneas. Tiene material para lograrlo.
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