Día de la madre: la titánica tarea de criar hijos y no abandonar el estudio

La deserción escolar por maternidad es un tema que crece pero son muchas las chicas que, pese al embarazo prematuro, no resignan su sueño de recibirse. El rol de las salas maternales en los colegios

Lo primero fue el miedo. Un miedo que le nació de golpe y que no había siquiera imaginado. Después, al pasar los días, asumió que no iba a poder seguir estudiando y decidió contarle todo a su mamá. Con apenas 14 años y un noviazgo adolescente que daba sus primeros bríos, ella se enteró que estaba embarazada y creyó que el mundo, o su vida, se le venía encima. A poco más de un año de aquellos primeras angustias, de sus temores de nena arrancada casi de la infancia, la chica no sólo no dejó el colegio sino que va con Dante, su nene, a la Escuela Secundaria Nº2 de La Plata -La Legión para casi todos-, donde funciona una de las 52 salas maternales que, integradas al nivel secundario, contienen a más de 5 mil alumnas madres en la provincia de Buenos Aires. Chicas de entre 15 y 20 años que encaran la titánica tarea de estudiar y ejercer como madres. Pibas como la mamá de Dante, de sonrisa luminosa y franca y que hoy, ya sin la angustia de otro tiempo y su incertidumbre inicial, va a festejar por primera vez su Día de la Madre.

“Se hace difícil pero una sabe que el esfuerzo vale la pena”, cuenta Sofía Gómez (18), una de las ocho madres que recurren a la sala maternal que La Legión tiene integrada en la misma manzana para los hijos de sus alumnas adolescentes. El proyecto para articular la escuela con el Jardín Maternal N° 2 surgió en 2010, cuando la deserción escolar por maternidad comenzó en la región a ser un fenómeno poco menos que imparable. “En ese entonces teníamos muchas alumnas embarazadas que corrían riesgo de cortar sus estudios”, cuenta Nilda Silva, directora de la institución. Hoy, años después, el caso de La Legión es apenas ejemplo de una realidad en la que las alumnas madres se afirman en el paisaje de la escuela secundaria argentina ya no como una rareza sino como una postal bastante cotidiana y repetida. Y no es poco, sobre todo si se tiene en cuenta que, hasta no hace tanto, existieron tiempos en los que eran excluidas de las aulas sin ningún criterio ni humanidad.

Si bien no existen datos oficiales, en la cartera educativa bonaerense admiten que el tema de las alumnas madres es un tema creciente y, por lo tanto, se torna imperioso la necesidad de acompañar a jóvenes en contextos de vulnerabilidad para que tengan la oportunidad de completar sus estudios secundarios.

desafios de una realidad

Los últimos datos en suelo provincial son del año 2008 y ya en ese entonces se vislumbraba lo preocupante del fenómeno. Ese año se realizó un relevamiento en las escuelas secundarias de la provincia de Buenos Aires y, sobre un total de 1838 establecimientos relevados -lo cual constituye el 57,21% del total de colegios de toda la Provincia- se determinó que había 4188 chicas que eran madres y 3365 que estaban embarazadas.

“Para las chicas, el embarazo se vuelve un proyecto de vida, pero es importante que también puedan visualizar su propio futuro y sepan que pueden terminar la escuela, porque el día de mañana un título las habilita a poder trabajar en blanco”, se apunta desde el Programa Conbeca de la Asociación Conciencia.

La llegada de una criatura se vuelve siempre una aventura y un misterio, pero en el caso de chicas que recién pasaron los 15 o rondan esa edad la aventura se convierte en obstáculo y la premisa de estudiar, una misión ardua y compleja, sobre todo en el 48% de los adolescentes del país que son padres sin buscar dar a luz a ese hijo. Y más si pertenecen a estratos socioeconómicos vulnerables, como pasa en muchos casos de embarazo adolescente (ver página 5). ¿Es posible ser madre y alumna en un contexto donde la educación argentina no goza de la mejor salud? ¿Qué apoyos necesitan para poder serlo y no abandonar en el intento?

“Una puede tener muchas ganas de seguir estudiando -cuenta Carla González (19), otra alumna mamá de La Legión-, pero si la escuela y los docentes no te dan las posibilidades se te hace todo cuesta arriba”. Carla cursa 6º año, tiene una nena de tres años y actualmente está embarazada de 7 meses. “Con el papá estamos muy felices y él me apoya para que pueda seguir estudiando”, relata la mamá, quien cuenta además que el día de mañana le encantaría devolver todo el amor que le dan a su hija y convertirse así en maestra jardinera.

contenidas

El colegio de 13 y 60 también recibe a alumnas de otras escuelas platenses cuando quedan embarazadas y no tienen a mano una sala maternal para articular con su estudio. “Es una forma de pelearle al abandono escolar”, dicen desde el equipo técnico que coordina y articula el colegio secundario con la sala maternal de La Legión.

Las chicas entran al mediodía y después de las 17 ya pueden retirar a sus hijos en el jardín ubicado a apenas unos metros de su secundario. Mientras los bebés reciben los cuidados necesarios en la sala maternal, la escuela no sólo cumple en dar las materias obligatorias de cada curso sino que, además, acompaña a las alumnas en su maternidad y en el aprendizaje que eso requiere. “Por ahí se dice que si el chico llora o quiere la teta a nosotros nos llaman y nos sacan de la clase para que nos hagamos cargo -dice Noelí Martín (20), mamá de una nena de 2 años y 8 meses-, pero la verdad que eso no pasa nunca. Cuando dejamos a nuestros nenes y venimos al colegio, nosotras acá nos enfocamos únicamente en aprender. Estamos tranquilas porque sabemos que a ellos los cuidan, pero nosotros durante el horario de clase somos alumnas y nada más”.

Contra lo que suelen decir ciertas estadísticas o presumir el imaginario colectivo, las chicas cuentan que, para ellas, ser mamás fue una elección y en muy pocos casos les hizo pensar en abandonar el estudio. “Sabemos que es un esfuerzo mayor -dice Noelí-, porque uno tiene sólo la noche para estudiar y casi siempre llega cansada. Pero bueno: estudiar es importante. Y ser mamá es lo más lindo que te puede pasar”.

Lindo, nuevo y esperanzador, ser madre mientras se estudia no deja de ser una tarea difícil. Las primeras dificultades, lo saben bien sus protagonistas, aparecen durante el embarazo, cuando los malestares físicos y el cansancio empiezan a ser motivo de ausencias en el aula. Una vez que el bebé nace, surge la dificultad de no tener dónde o con quién dejar al chico, y muchas veces, incluso, la necesidad de volver a trabajar desplaza cualquier proyecto de terminar el secundario.

La familia y la pareja aparecen entonces como elementos clave a la hora de contener a las madres adolescentes para que puedan así continuar con el proyecto escolar. Quienes coordinan las salas maternales cuentan que a veces el no tener una pareja o una familia que ayude es un gran peso y, por más que el acompañamiento de la escuela como institución sea importante, hay momentos o vivencias que exceden la capacidad de contención ofrecida desde cualquier escuela.

“En mi caso es bravo porque el papá de la nena está preso”, cuenta Noelí, aunque aclara que es su hija quien le da fuerzas para seguir estudiando y llegar el día de mañana incluso a comenzar una carrera universitaria. “Me encantaría poder estudiar Derecho”, dice ella, orgullosa. Y baste con mirarle la sonrisa y el brillo de los ojos para creerle.

151 de cada mil nacimientos son de madres menores de 20 años. 34,3% de ellas solo había completado hasta la primaria y ciclos de educación general básica, y 81,7% de ellas secundario/polimodal incompleto o menos. A los 19 años, 17% de las adolescentes ya fueron madres

Durante el año 2008 se realizó un relevamiento en las escuelas secundarias de la Provincia donde se advierte que sobre un total de 1.838 establecimientos relevados, lo cual constituye el 57,21% del total de establecimientos de la Provincia, existen: 4.188 Jóvenes que son madres y 3.365 jóvenes embarazadas

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