Ocho años a padrastro que esclavizaba a una nena junto a perros y un mono

“Decía que sólo comía pan y tomaba agua, que robaba algo para comer cuando no la veían”, se lee en el fallo

El matrimonio que mantuvo  durante nueve años en condición de esclavitud a una niña, recluida en un  sótano, apenas alimentada y conviviendo con perros y un mono, la  trató como una “cosa” y le causó “severas e irreversibles  consecuencias en su salud”, sostuvo el tribunal oral que condenó a ocho  años de cárcel a su padrastro.   

Al dar a conocer los fundamentos de la condena, el tribunal  oral en lo criminal número 30 le atribuyó a Daniel Gómez, hoy de 45  años y detenido en el complejo penitenciario de Ezeiza, por los  delitos de “reducción a la servidumbre y lesiones gravísimas”, un  “accionar que ha estado direccionado –directamente- a causar  lesiones en el cuerpo y salud”.   

No existen elementos que permitan vislumbrar la posible  aplicación de alguna de las causas de justificación o de  inimputabilidad”, resumieron los jueces Luis María Rizzi, Marcela Rodríguez y  Aldo De la Fuente.   

El fallo, de 61 páginas, describe con  dolorosa crudeza que Gómez y su pareja, Adriana María José Barros  (quien murió el 19 de enero de 2015 de cáncer) “maltrataban  físicamente” a la niña, “ya que le pegaban en su cuerpo con distintos elementos tales como cinturón o una percha, la quemaban con  fósforos o la tiraban por una escalera que se hallaba en la vivienda”.    

La pequeña “dormía en el garaje, la sacaban en pocas  oportunidades, sólo una vez por día, no sabía dibujar y si no dibujaba la  encerraban de nuevo y no la sacaban más del garaje, la sacaban para  Navidad y ese día le daban de comer, estaba todo el día dentro  del garaje, la cuidaban poco, le daban sólo pan y agua”.    

El fallo explica que “en el garaje había un perro que la  mordía, no la llevaban al hospital a curarla, no tenía colchón y pasaba  frío, se mudaron tres veces, describiendo las características de  la segunda casa, en el garaje había un perro y un mono, ella  estaba atada a la jaula del mono y ello la asustaba mucho”.    

Durante el juicio, Gómez “reconoció lisa y llanamente los  hechos tal como había sido descrito, pidiendo perdón por todo los  daños físicos y psíquicos que le causó su accionar a la joven”.   

La pareja fue detenida el 7 de abril de 2014; la niña, pese a los cuidados desde que fue rescatada, “no ha logrado desarrollar  la lectoescritura, aspecto que las profesionales habrían adjudicado  al daño recibido, su desnutrición o que bien pudiera ser congénito. Se trata de una persona discapacitada; que igualmente logró  interesarse en muchas actividades, por lo que iba a ser evaluada por  un centro de capacitación laboral, como una suerte de formación  laboral para que pueda tener salida laboral en un futuro”.    

La niña declaró en la instrucción de la causa bajo el sistema  de Cámara Gesell, y allí “al preguntarle donde hacía sus  necesidades le refirió que ‘en un balde que le dejaban’. También relató que  ‘...si se portaba mal, o sea, si se le caía un plato, levantaba  la voz o se escondía debajo de la mesa cuando estaba adentro de la  casa, la madre y la hermana la quemaba con un fósforo en la  panza”.   

Además, narró que no salía a la calle “salvo cuando le decían ‘vos te querés ir’. Entonces la desnudaban y la largaban a la calle”.    

Decía que sólo comía pan y tomaba agua, que robaba algo para comer cuando no la veían”, se lee en el fallo.   

La especial situación de vulnerabilidad en la que  naturalmente se encuentra un niño de tan corta edad, lejos de haber sido  neutralizada por la atención y el cuidado que el imputado le debió  brindar, fue descarnadamente agudizada. Fue sometida al ejercicio de  un poder abusivo por parte del encartado, quien la colocó bajo su  irreductible dominio a modo de ‘cosa’”, resumieron los jueces.   

 

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