Curas bajo sospecha, escondidos en Paraguay

Fueron por lo menos cinco los curas que consiguieron llegar a Paraguay para refugiarse de las denuncias de presuntos abusos a menores por lo cuales se los perseguía en Argentina.

Una investigación del diario La Nación de ese país sacó a la luz los casos y también el sistema de silencio que se montó para ocultarlos. La maniobra funcionó incluso hasta estos días ya que uno de los involucrados permanece con un cargo e incluso participó de la visita que hizo el papa Francisco el año pasado. En la primera entrega del informe, el periódico dio a conocer la historia de Carlos Richard Ibáñez Morino, quien llegó a Paraguay en 1992 en circunstancias misteriosas, y al parecer irregulares. Pese a que tenía una orden de captura encima, se las ingenió para desempeñarse en el seno de la iglesia, ocupando distintas áreas hasta la actualidad.

La salida de Argentina de Ibañez fue de urgencia, luego de que en el lapso de un año acumuló diez denuncias de abusos sexuales en la ciudad cordobesa de Bell Ville, donde estaba radicado.

“Una tarde del mes de diciembre de 1991, dos menores que adoptaron los nombre ficticios para resguardar su identidad de Tomás y Carlitos denunciaron que padre Carlos los llevó a un consultorio llamado “Juan XXIII”, donde ambos adolescentes tuvieron un encuentro sexual con el sacerdote. La paga para ambos fue de 550.000 australes, moneda que en ese entonces se utilizaba en Argentina”.

El extracto de la primera actuación judicial que se abrió contra el cura, y que derivó en otras nueve, con patrones similares: las víctimas eran jóvenes de barrios humildes.

La ola de versiones puso en alerta a la comunidad de Bell Ville. Pero cuando un juez de ese distrito intervino ya era tarde, Carlos Ibáñez pudo huir de Bell Ville y se refugió en Paraguay, donde llegó a oficiar misas, casamientos, bautismos y se hizo docente de varias universidades”, precisó el diario paraguay.

Las notificaciones judiciales llegaron a Paraguay aunque encontraron una respuesta inesperada. No sólo la Iglesia resolvió darle protección a Ibañez, sino que la Justicia paraguaya actuó a su favor.

El pedido de arresto que presentó Argentina recién se cumplió dos años después, en 1994. Y las subsiguientes solicitudes para su extradición naufragaron. La defensa del religioso consiguió que en dos oportunidades se rechazaran, con argumentos basados en “formas” que supuestamente no se ajustaban a las normas internacionales del derecho.

La dilación tuvo el efecto deseado para Ibáñez. El 14 de agosto del 2006, el Juzgado de Bell Ville sacó la sentencia Nº 15, mediante la que el padre Ibáñez quedaba sobreseído de la investigación, ya que el proceso penal había finalizado un par de años antes. “El no pudo demostrar que las denuncias fueran falsas, porque simplemente nunca se presentó ante la Justicia. Quedó sobreseído en la causa, pero porque el plazo procesal terminó, ya que la Justicia paraguaya nunca lo extraditó”, precisó a La Nación una alta fuente de la Justicia cordobesa que recordó el caso.

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