Gimnasia dio todo, por eso, hay más reproches para Estudiantes
| 25 de Abril de 2016 | 01:24

Por
Martin Mendinueta Opinion
E l punto que se llevó cada uno tiene el valor que le quieran dar. Estudiantes, ahora más lejos de Lanús, probablemente traslade su orgullo al hecho de no haber perdido en su riesgosa excursión al Bosque. En la gran pulseada de la Ciudad, el “León” quedó como dueño del primer semestre. Ganó cómodo en condición de local y no perdió de visitante. Ese balance, esa mirada, le ofrece un saldo claramente positivo.
Gimnasia, por su parte, puede sentir, genuinamente, que concretó un paso hacia adelante en el nuevo ciclo. Jugó en equipo, tuvo orden, ímpetu y las mejores llegadas del partido. Fue el que más cerca estuvo de ganar. Hizo un muy buen primer tiempo, de generoso despliegue y búsqueda ofensiva constante. Así traccionó para que el jugador más destacado del rival fuera su arquero. Aunque no haya conseguido el éxtasis triunfal, esto a Gimnasia le sirve, le suma. Y a su todavía nuevo DT, mucho más.
Luego del remanso dominguero en familia y viendo por TV otros clásicos, hoy será el día de chicanas e ironías en el escenario laboral. Cualquier ámbito colectivo se convertirá en tierra fértil para bajar línea de acuerdo al análisis y a las simpatías de cada uno.
El “tripero” elevará la voz con preguntas y afirmaciones. “¿Tuvieron mucho miedo a perder? ¡Los salvó Andújar, eh! ¿ Qué les pasó que no patearon al arco en todo el primer tiempo? Jugando así no van a poder alcanzar al puntero”.
Y el “Pincha”, no se quedará atrás: “Podían jugar dos horas más que no nos iban a hacer un gol. Ustedes tenían la obligación de ganar y no supieron hacerlo; nosotros ya habíamos ganado en el partido de ida. En el Bosque tampoco pudieron... Fijate, no jugamos bien y empatamos, ¿imaginate si hubiéramos apretado un poquito el acelerador?”.
Los dos tendrán parte de razón en la discusión de la oficina. El cero a cero aburridón les otorga el permiso para elaborar miradas que parecen opuestas y, sin embargo, son complementarias.
DUEÑO DE CASA Y DEL PARTIDO
El primer tiempo que realizó Gimnasia mereció un aplauso. Liderado por “Fito” Rinaudo, se instaló en el campo rival incomodándolo mucho. Con Maximiliano Meza como un enganche recostado sobre la derecha, y la movilidad permanente de Niell y Bou, logró que Estudiantes jamás pudiera desplegar el juego que lo caracteriza. En ese lapso, Roberto Brum y Rinaudo predominaron sobre Damonte y Ascacibar. Lucas Diarte sufrió un asedio constante porque también se sumaba Facundo Oreja a ocupar posiciones de ataque.
Mariano Andújar evitó el gol del mejor jugador albiazul con una gran reacción sobre su palo izquierdo. Pasivo e impreciso, sin poder asociarse en secuencias de pases y desnudo de convicción para salir de contragolpe, Estudiantes extrañó sus mejores virtudes. Prácticamente no jugó.
Gimnasia dio todo. Corrió, anticipó, presionó... Con mayor jerarquía individual hubiera sido muy difícil que Estudiantes no hubiese recibido, por lo menos, un gol. La anulación de los atributos albirrojos, y la firme determinación para disputar cada pelota, hicieron que la prestación del dueño de casa fuera reconocida por sus hinchas.
MIGAJAS DE CADA UNO, Y A DORMIR
El complemento mostró cansado al más ambicioso y una mínima mejoría en ese huésped de rasgos desconocidos. Augusto Solari tuvo una linda incursión en el área y perdió su oportunidad de gol por no haberse decidido a patear de zurda. Lucas Viatri desperdició otra situación clara conectando mal un buen centro, Franco Niell tampoco pudo con Andújar (evitó con una pierna lo que era gol cantado), y la última esperanza de alarido salió de la cabeza de Federico Rasic. La pelota se fue cerca del palo izquierdo.
La función 156 se acabó. El cero a cero cayó como un telón pesado. Los platenses esperábamos más.
Creo que Gustavo Alfaro fue quien más contento se retiró. Su primer clásico platense, cargado de responsabilidad y presión, lo sacó adelante con una inteligente planificación que, lógicamente, encontró eco en sus dirigidos. Kevin Ceceri, esa apuesta le pertenece, aprobó. Obvio que este empate no provocó que el pueblo “tripero” formara un coro con su apellido, pero a él le garantiza tranquilidad para encarar la parte final del torneo.
Estudiantes sólo se llevó la satisfacción de no haber perdido. Jugó mal ante un oponente que entregó el ciento por ciento de su realidad y, sin embargo, no le alcanzó para quedarse con la fiesta. No tengo dudas, en el bolso de los reproches hay varios más para quien, en la previa, lució el traje de favorito.
Gustavo Alfaro fue quien más contento se retiró. Su primer clásico platense, cargado de responsabilidad y presión, lo sacó adelante con una inteligente planificación
El clásico 156 ya pasó. El cero a cero cayó como un telón pesado. Los platenses esperábamos más
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