"Ganar una Copa del Mundo te deja la tranquilidad de haber vivido lo máximo"

Jorge Valdano, mano a mano con este diario, repasó el logro alcanzado por nuestra Selección en México, en 1986. El “filósofo del fútbol” dejó definiciones brillantes

Por NICOLAS NARDINI

En medio de uno de sus tantos viajes para comentar la Champions League para un canal de pago de España, Jorge Alberto Francisco Valdano hizo un alto en el camino para aceptar el convite de este diario y repasar, en charla exclusiva, sus sensaciones a 30 años de la obtención de la Copa del Mundo de México 1986, que lo tuvo como uno de los actores principales:

- A 30 años del logro, ¿qué sensaciones tiene viendo la historia en perspectiva? ¿Le da un perfil más épico el hecho de que haya sido el último hasta aquí para el país?

- El título fue épico porque hubo enfrentamientos que generaron un impacto emocional inolvidable. Lo que ha hecho la perspectiva con el campeonato es alterar las fases, de modo que el partido frente a Inglaterra ha crecido mucho más que la final. Ha sobrepasado en importancia a la final y la figura de Diego ha sido santificada, precisamente, por ese partido. Por lo demás, el tiempo nos ha destruido más a nosotros que al recuerdo, ja. Si a mí me dicen que han pasado cinco años me lo creo, pero si me dicen que pasaron treinta, se me hace un poco devastador (sonríe).

- Usted venía de muchos años en Europa y no había pasado por todo el proceso de Bilardo: ¿cómo fue adaptarse a la manera obsesiva de vivir el fútbol del entrenador?

No era muy distinto lo que me proponía Bilardo de lo que me proponía en ese momento el Real Madrid. Yo ya me había convertido en un delantero que trabajaba como un mediocampista o en un mediocampista que metía goles y eso fue lo que me pidió Bilardo a lo largo del campeonato. Al final, me convertí en la prueba de algo con lo que no estaba de acuerdo, Bilardo terminó diciendo `después de ver a Valdano que corrió por toda la cancha y metió cuatro goles, no quiero que me hablen más de especialistas´, cuando yo todavía hoy estoy luchando contra los polifuncionales. Por lo demás, debo decir que me trató con mucho respeto, a todos los jugadores se les asignó un número en función del orden alfabético, excepto a Maradona, a Passarella y a mí, a quienes nos respetó el número que llevábamos en nuestros respectivos equipos. No tuve ningún conflicto especial. Yo estaba más cerca de Menotti que de Bilardo y todavía hoy lo estoy, pero cuando acepté ir a la Selección, lo hice aceptando todas las consecuencias, sabiendo, por ejemplo, que me tocaría en la final hacerle hombre a hombre a Briegel (NdelaR: mediocentro defensivo de la poderosa Alemania). Los peores pronósticos se cumplieron y yo tuve que estar a la altura de las circunstancias (larga una carcajada).

“Yo siempre digo que cuando iba detrás de la pelota hacia la portería de Schumacher, en el segundo gol, iba recitando la oración a la pelota, le decía `por favor entrá porque voy a ser un poquito más feliz por el resto de mi vida´”

¿Su gran momento físico durante la Copa del Mundo fue producto de la preparación o por el plus anímico de encontrarse ante una oportunidad de hacer historia?

La verdad que tuve altibajos en el Mundial, empecé como una bala, luego tuve una frenada de asno y luego en los dos últimos partidos volví a mi nivel, aunque en semifinales fallé un par de goles imperdonables. Hay que tener en cuenta que yo fui el último jugador en incorporarme, porque venía de jugar la final de la Copa de la UEFA con el Real Madrid, de manera que estaba muy conectado con la alta competición cuando llegué a México y aunque sufrí mucho la altitud, me sentí cómodo con lo que sentía el entrenador, me sentía importante y todos esos son factores motivantes.

¿La simpleza de aquella concentración del América los ayudó a sentirse un poco más terrenales? ¿A recuperar el espíritu amateur?

La parte central de la concentración del América era hasta lujosa, lo que pasa es que no todos cabíamos ahí, de manera que tuvieron que hacer cuatro chabolas prefabricadas (NdelaR: así llaman en España a las construcciones precarias) y a mí me tocó vivir en una de ellas. Efectivamente fue un baño de humildad, pero no nos podíamos quejar, porque en otra de esas chabolas vivía Bilardo.

¿Y cómo se decidió quién iba a cada lugar?

La verdad que no lo sé, yo que llegué tarde, terminé allí, ja. Se ve que nadie quería pisar eso y el que llegó último se jodió. En una de esas construcciones precarias estaban Bilardo y Pachamé, aunque a mitad de campeonato se divorciaron y quedó Bilardo solo, Pachamé se fue a vivir al vestuario porque creo que no lo aguantaba más. En la otra, justo enfrente, estábamos Trobbiani y yo, en otra Ruggeri con Almirón y en la cuarta Passarella con el Tata Brown.

¿La obtención de la Copa del Mundo fue lo máximo de tu carrera deportiva a todo nivel?

Sí, sin ninguna duda. La Copa del Mundo no tiene competencia con nada. Ganar una Copa del Mundo te deja la tranquilidad de haber vivido lo máximo, no hay nada más. Yo he vivido partidos de local en el Bernabeu con el Real Madrid, habiendo ganado eliminatorias épicas en el minuto 93, con 120 mil personas enloquecidas y eso te provoca, lógicamente, una subida de adrenalina impresionante. Pero en el partido de la final, donde el ruido era muy raro porque había algunos argentinos, algunos alemanes, muchos mexicanos y luego todos los hinchas de otros países que van quedando sueltos, no se me iba de la cabeza que ese era un momento clave de mi vida, en realidad lo sentía desde un par de días antes hasta terminado el partido. Yo siempre digo que cuando iba detrás de la pelota hacia la portería de Schumacher, en el segundo gol, iba recitando la oración a la pelota, le decía ´por favor entrá porque voy a ser un poquito más feliz por el resto de mi vida´. Y que si no entraba sería más infeliz. Sabía que ese era un día marcado en mi vida.

Cierre los ojos y recuerde su gol en la final...

Pues eso, fue una jugada muy larga, salí desde el área pequeña mía en la posición de lateral derecho, luego metí una diagonal y aparecí en posición de “10” hasta enfrentarme al portero, fue una carrera de más de cien metros, más el grito que fueron otros cincuenta metros. Lo que recuerdo es que la alegría no me cabía, lo primero que se me cruzó por la cabeza fue ´esto no puede ser cierto, esto no me puede estar pasando a mí´. Después del festejo estaba muerto, es más, durante tres o cuatro minutos Diego se ocupó de Briegel porque yo no podía con mi alma.

¿Se superará alguna vez en el fútbol argentino la anacrónica antinomia Menotti-Bilardo para disfrutar de ambos logros y mirar al futuro?

Me estás haciendo esta entrevista justo antes del partido entre el Bayern Munich y el Atlético de Madrid. Guardiola y Simeone son Menotti y Bilardo 3.0, esa es una lucha entre opuestos eterna, no se termina nunca, gane quien gane. Yo me acuerdo que una vez con el Tenerife jugamos contra el Sevilla cuando lo entrenaba Carlos Bilardo, el Tenerife ganó 3 a 0 y el diario Clarín publicó ´3 a 0 y se acabó la discusión”. Lo único cierto de aquello era el resultado, porque la discusión es eterna, no se acabará nunca.

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