Obtener “me gusta”, una obsesión de los adolescentes en las redes

Así lo estableció un estudio entre chicos de 13 y 18 años. Los “likes” activan una parte del cerebro vinculada al placer

Conseguir una aprobación virtual parece ser la principal premisa en tiempos de redes sociales. Si bien puede ser un simple ícono en forma de corazón o de un dedo pulgar levantado, los “likes” se convirtieron de un tiempo a esta parte en una verdadera obsesión para los adolescentes que conviven en plataformas como Facebook, Snapchat o Instagram. Así, al menos, lo asegura una investigación de la Universidad de California en Los Angeles, EE.UU, cuyos hacedores detectaron que el mismo punto de recompensa cerebral implicado en la sensación de placer -que se activa al pensar en sexo o en dinero, por ejemplo- también reacciona cuando alguien ve una cantidad suficiente de “Me gusta” en sus publicaciones.

“Esos ‘otros’ que aparecen en las redes nos devuelven como en espejo una confirmación o desconfirmación de quiénes somos y eso está muy ligado a la autoestima”

Roxana Morduchowicz, especialista en cultura juvenil y autora del libro Los chicos y las pantallas, sostiene que la popularidad es uno de los valores más importantes para los chicos actuales. “Tener muchos amigos y ser popular es un valor prioritario en esta etapa de su vida -opina- la vida social de los jóvenes hoy se mueve entre dos esferas: la virtual y la real. Los adolescentes entran y salen de ambos universos permanentemente, sin necesidad de distinguir sus fronteras de manera explícita”.

Para realizar el estudio, los investigadores crearon una falsa red social similar a Instagram y cuyo objetivo era también compartir fotos. Luego reclutaron a 32 jóvenes de entre 13 y 18 años y les comunicaron el contenido y el uso de la nueva red. El ícono del “Me gusta” utilizado fue el de un corazón. El análisis consistió en dos partes: en la primera se les pidió a los chicos que subieran imágenes propias para compartir con los demás. Luego, se los situó en un laboratorio para que observaran 150 fotos. El repertorio registraba desde contenidos bizarros, emotivos, hasta los subidos por los protagonistas. Mientras tanto, a medida que recibían las imágenes, los científicos analizaron al detalle la actividad cerebral mediante técnicas de resonancia magnética.

Los adolescentes también podían observar cuántos “Me gusta” tenía cada una de las 150 fotos. La cifra de cada ejemplo era ficticia, pero a los participantes les hicieron creer que esa estadística pertenecía al voto de los otros 31 participantes. Los resultados fueron claros: cuando veían una imagen con muchos “Me gusta”, los jóvenes experimentaban actividad cerebral en las regiones del procesamiento de recompensa, cognición social, imitación y atención. Cuando una foto no tenía tantos “likes”, esas regiones no registraban una actividad tan marcada. El efecto se acentuaba todavía más cuando las más valoradas eran algunas de las propias.

Tras asegurar que “las redes, blogs y demás formas de contacto virtual se han convertido en un factor clave en la construcción de su identidad”, Morduchowicz opina que “los chicos no miden el alcance y piensan que sólo sus amigos ven su perfil en las redes. De esta manera, la intimidad cede ante el deseo de ser popular”.

Parte de lo que dice la experta entra en sintonía con la mirada que se tiene del tema en la carrera de Psicología de la Universidad Austral, donde se apunta que “esos ‘otros’ que aparecen en las redes nos devuelven como en un espejo una confirmación o desconfirmación de quiénes somos y eso está muy ligado a la autoestima. En este marco las redes sociales brindan una rica fuente de recursos simbólicos con los que los adolescentes interactúan en la elaboración de la propia identidad”.

Se sabe que cada red tiene sus trucos (o trampas, según cómo se mire) para aumentar la cantidad de likes o “me gusta” en forma exponencial. Aplicaciones y cuentas falsas son dos de los recursos más utilizados entre los chicos actuales. “Los adolescentes están permanentemente pensando en sus audiencias -reafirma la autora de “Los chicos y las pantallas”-. Si no reciben comentarios a lo que suben, ya sean fotos o textos, lo cambian inmediatamente”.

Otro factor clave del estudio fue que los individuos tendían a clickear “Me gusta” en fotos que ya acumulaban varios “likes” con anterioridad, sin importar su contenido sino sólo la cantidad de aprobaciones que habían recibido. Así, los expertos percibieron cómo actúa el entorno en el comportamiento de los adolescentes ante las redes.

“La presión social existe y mucho en las redes -sostienen los responsables del trabajo-. Y es un arma de doble filo. Hay gente que se deja llevar demasiado con el objetivo de estar, de pertenecer, aunque sea a un grupo de personas que opinan igual ante una publicación. Y el problema aparece cuando esa publicación tiene un contenido polémico, transgresor o incluso violento”.

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