Lo habían escrachado con fotos, pero los asaltó igual
| 17 de Agosto de 2016 | 02:43

Apenas cruzó la entrada, el hombre morocho y de pelo corto resaltó de entre el montón de gente que ayer a las 10 de la mañana caminaba por 7 entre 45 y 46. Es que esa persona no era otra que el mismo delincuente que, a principios de año, había ingresado a robar a mano armada. Tal vez el asaltante no lo haya visto, pero en una pared del negocio está impresa su figura en un papel, debajo del lema “Peligro, ladrón”, que colgaron los empleados para escracharlo.
Desde luego, ese aviso no le hizo ni cosquillas al delincuente, que no dudó en hacer lo que mejor sabe. Entró cuando no había clientes, sacó un arma con la que amenazó a la encargada y cruzó el mostrador como si fuera uno más del personal que trabaja ahí.
La violencia fue la pauta desde el comienzo: el ladrón abordó a la joven y la tiró al suelo, para luego agarrarla de los pelos y darle un cachetazo, según contaron en el comercio.
“No llevaba una mochila, como la otra vez que se robó mercadería, sino que ahora vino directamente a llevarse la plata”, dijo respecto del asaltante Jesica Garcete, otra empleada del local, ausente durante el episodio.
La víctima no estaba sola. Otra chica que trabaja en el kiosco “alcanzó a escaparse a la calle y salir corriendo para pedir ayuda”, contó Jesica.
La empleada a la que maltrataron, encima, quedó encerrada en el baño. Apurado ante la chance de que alguien lo descubriera, el ladrón sacó la plata de la caja. La recaudación a esa hora no llegaba a mil pesos. Y tan pronto como apareció en escena se escapó corriendo.
Varios policías se agolparon frente al local en los minutos posteriores, mezclados entre los nuevos clientes en llegar, que hacían fila para comprar algo y se iban enterando de lo que pasó.
Con una picana
Si resulta increíble que un caso así haya ocurrido un día hábil en una avenida transitada, lo que sucedió el domingo pasado también fue llamativo. No tanto por el contexto de una cuadra casi desierta a las 6 de la tarde, sino por el arma del ladrón.
Aquella vez también actuó un solo delincuente, que llevaba escondido un dispositivo eléctrico que parecía una picana, según describió Jesica: “No se llegó a ver qué era, pero la amenazó todo el tiempo”. A la chica que atendía en ese momento -la misma que ayer salió corriendo a la calle- casi le hicieron una descarga.
Con esa mecánica, el ladrón pudo llevarse otra vez la plata de la caja, para luego irse también corriendo.
En el kiosco hay cámaras de seguridad que captaron cada uno de los movimientos de los dos casos. Y también, de otros dos ocurridos en el verano, por parte del mismo sujeto de ayer.
Las “postales” de aquellos robos quedaron impresas en un papel pegado en una máquina de café. Ahí se ve la figura del delincuente, a cara destapada y con una mochila en la espalda. Fueron dos asaltos consecutivos, ocurridos de tarde, en los que el ladrón encontró “bastante plata” en la caja fuerte.
Desde entonces no lo habían vuelto a ver hasta ayer. “Los propios policías reconocen haberlo visto en la zona, pero todavía no lo agarraron”, lanzó Jesica.
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