Video: un vecino saca a pasear a una oveja y sorprende a todo el barrio
| 15 de Septiembre de 2016 | 02:56

“Rulito” llama la atención en el barrio. Su dueño, Oscar, lo pasea por la rambla de enfrente de su casa, en diagonal 73 entre 116 y 117, como si fuera un cachorro de caniche. Con correa, porque de otra manera no tardaría es salir disparado, y dando algunos saltos propios de su corta edad, el corderito en plena vía pública despierta, a quien lo cruza, curiosidad y ternura a la vez.
La oveja macho, que nació hace un mes y medio en el campo que Oscar Mazzacane posee en el paraje El Pino - camino a Magdalena - es, desde entonces, la mascota de la familia del barrio El Mondongo. “Le damos la mamadera y lo cuidamos como si fuera uno más de nosotros”, contó el hombre mientras trataba de sacarle de la boca al travieso “Rulito” un ramo de los coquitos que suelen desprender los paraísos y que, él cree, podría hacerle daño al pequeño animal.
De la raza “scottish black face”, conocida en nuestro país como “cara negra”, la oveja que sale a pasear, por lo menos, dos veces al día, por el verde bulevar, es melliza. Su mamá dio a luz a dos ejemplares y, según cuenta Oscar, por lo general, cuando nacen a la vez dos corderos, uno queda apartado de las “atenciones” maternas, no es alimentado como lo requiere su crecimiento y, si no se lo rescata de esa situación a tiempo, puede morir. Tal es el caso de “Rulito”.
“La traje a casa hasta que crezca un poco y se alimente por sí misma. Una vez que sea más grande la devuelvo al campo para que esté con las otras ovejas”, anticipa Oscar y se apura a la aclaración: “su destino, dentro más o menos de dos meses y medio, va a ser el de insignia de la majada”. Para esa función le colocarán un cencerro y se distinguirá así del resto de sus pares.
En rigor, la actividad que se desarrolla en la propiedad rural de Mazzacane es la producción de hacienda - incluida la ovina - y cría de caballos. Las ovejas de esa chacra, por lo general, terminan en las carnicerías. Sobre todo las de esa raza en particular que no son aptas para el mercado lanar.
Los paseos por la rambla
En sus vueltas por la rambla, el cordero bebé pasta, olfatea la superficie, pega saltos, topetea -sin causar el más mínimo daño- las piernas de su dueño, y pega el tirón una y otra vez, a la correa que sostiene con fuerza Oscar. “Es como si fuera un cachorro -comenta el vecino-. Quiere jugar. Y no les explicó cómo están las plantas del jardín de mi casa”. Y es que tras el paseo por el barrio, Oscar entra a su casa de la diagonal y una vez que cierra la puerta le saca la atadura al animal y lo deja andar suelto por la propiedad.
Manso, en realidad, se deja incluso mimar por los desconocidos que pasan caminando por esa calle y se encuentran con la oveja en plena ciudad, una escena insólita que sorprende tanto a peatones como a automovilistas.
Mascotas de toda índole
Aunque la oveja del barrio Hipódromo resulta una presencia inaudita en un marco urbano, no es la primera vez que un animal de otros hábitats circula por las calles platenses.
Dos años atrás, un vecino causó furor en un bar de 8 y 47. Y es que el hombre, sentado en una de las mesas ubicadas en el exterior del local, tenía, como única compañía, una lechuza, “Toti”, que había sido domesticada por él para tenerla de mascota.
También los memoriosos platenses recuerdan a un chimpancé que paseaba, hacia fines de los ´80 por la zona de la Estación de Trenes atado a una correa que llevaba su dueño y que despertaba el asombro de quienes lo cruzaran.
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