No puede exhibir fallas un servicio tan esencial como el de agua y menos en el verano

El comienzo del año -caracterizado por una intensa ola de calor- encuentra a no pocas viviendas platenses sufriendo el verdadero martirio de la falta de agua, en una situación que se vino agudizando en las últimas semanas y que, en realidad, refleja fielmente las deficiencias de un servicio condicionado por su extrema fragilidad. En las últimas jornadas fueron vecinos de la localidad de Hernández los que carecieron de suministro y no dispusieron, literalmente, de una gota de agua para refrescarse o consumir.

Tal como se informó, una falla en una válvula de la estación que abastece la zona fue la que ocasionó la escasez del servicio esencial y que derivó en el reclamo de los usuarios afectados. En ese contexto, con más de 30 grados sostenidos durante todo el día, no fueron pocos los moradores que eligieron dejar el barrio y mudarse este fin de semana a viviendas de familiares y amigos que tenían servicio y pileta para contrarrestar el fuego del termómetro de un enero sofocante.

Para este caso concreto, fuentes de la empresa ABSA confirmaron que se produjo un inconveniente técnico con una válvula de 12 y 514, que fue reparada, para asegurar que con el correr de las de las horas la situación se vaya normalizando. Agregaron, asimismo, que se realizan recorridas diarias de las instalaciones y que las fallas, por ello, se detectan en forma inmediata, sin que se cierren a propósito las válvulas salvo que se trate de una maniobra específica para poder hacer una reparación.

A rasgos generales, no puede dejar de señalarse que mientras distintos vecindarios carecen de un servicio constante de agua, en otros sitios se registran pérdidas que son de magnitud y que se mantienen durante muchos días. Se ha dicho en forma reiterada en esta columna que resultan paradójicas las penurias que sufre nuestra población, asentada, como las de Berisso y Ensenada, a orillas del estuario de agua dulce más vasto del mundo.

Sólo el transcurso de muchos años sin realizar ningún tipo de inversión sobre las plantas de toma y las redes de distribución pueden explicar semejantes deficiencias. Pero al mismo tiempo, no puede dejar de mencionarse la incidencia que causa la sucesión de apagones y cortes prolongados del servicio eléctrico, tales como pérdida de alimentos y medicamentos, incomunicación, incremento de los márgenes de inseguridad por la oscuridad reinante, interrupción de tratamientos para problemas de salud, entre muchos otros de enorme gravedad. Pero, acaso, el mayor trastorno de todos resida en que queda inutilizada la distribución de agua.

Lo cierto es que servicios esenciales, como son los de distribución de agua y energía eléctrica, no pueden fallar en modo alguno. Y resulta ciertamente abusivo que –tal como lo señalan los reiterados testimonios vecinales- estas fallas ocurren acompañadas, paradojalmente, por fuertes incrementos en las tarifas del servicio. Lo que vino ocurriendo en estos meses reviste la gravedad suficiente como para que las autoridades no aguarden un día más en la puesta en movimiento de políticas estructurales eficaces, destinadas a que se resuelva cuanto antes los graves problemas que enfrentan los vecinos cuando carecen de servicios tan esenciales.

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