Mariela Anastasio: paisajes rurales que amenazan
Edición Impresa | 1 de Octubre de 2017 | 08:14

Por MARCOS NUÑEZ
“No será lo mismo”, de Mariela Anastasio, reúne nueve cuentos que atormentan al lector por la acumulación: una invasión de cascarudos, mosquitas que aparecen por todos los rincones de una casa, peces muertos en una estancia inundada y caranchos que aterrizan sobre el techo de una casita hasta desbordarlo. En la mayoría de los cuentos del libro, la amenaza, el peor escenario, es el punto de partida, como en “Los peces”, donde la protagonista busca el camino a tientas hasta una estancia que está anegada: “Dicen que el río desbordó, y que en el campo los peces nadan entre los pastos. (…) Un montón de sapos reventados se incrustan en el barro”. El camino velado, la imposibilidad de ver más allá de los propios pies, es uno de los tópicos que atraviesa los cuentos. Los personajes, como si una voluntad superior no les permitiera erguir la frente, andan a tientas, descubriendo los paisajes rurales en la medida que el lector avanza con la lectura.
El relato que abre No será lo mismo, “Los cascarudos”, y también “El conejo” son piezas que ponen en evidencia el dominio de la autora de la arquitectura del cuento
Nueve, un número muy salingeriano, es el total de cuentos que incluye el libro de Anastasio. La mayoría de ellos lleva por título nombres de animales e insectos que abundan en la fauna rural, ese mundo en el que parece no haber fronteras más allá de los alambrados. Y sin embargo, cuando aparece la amenaza pareciera no haber lugar hacia donde escapar de ella.
El relato que abre No será lo mismo, “Los cascarudos”, y también “El conejo” son piezas que ponen en evidencia el dominio de la autora de la arquitectura del cuento. Lo verdaderamente inquietante allí es la mansedumbre con la que los personajes acusan recibo de lo inexorable; no hay sorpresa ni desesperación, ni siquiera hay lugar para la angustia, sino que gana una silenciosa resignación frente a eso que llega para quedarse, que avanza sobre eso que estaba ahí, que siempre estuvo, que a falta de una mejor palabra diremos que era lo normal.
Otro de los grandes aciertos de la escritora platense es que diseña personajes y tramas en las que los protagonistas evocan a otros: piensan en otros, hablan de otros y van al encuentro de otros. Y, a pesar de esas otras presencias, da la sensación de que los personajes centrales son seres solitarios, y aparece aquí otra vez la vastedad de los paisajes rurales para acentuar aún más esa soledad.
Otro de los grandes aciertos de la escritora platense es que diseña personajes y tramas en las que los protagonistas evocan a otros: piensan en otros, hablan de otros y van al encuentro de otros
Raymond Carver, el gran cuentista norteamericano, solía decir que muchos personajes de sus relatos encontraban que el mundo les amenazaba. Mariela Anastasio escribió sobre unos personajes y le dio formas concretas a esas amenazas, incluso formas insólitas como en “Las mosquitas”, donde la protagonista está preocupada por algo que al fin y al cabo los demás parecen no ver. Un pasaje de este relato tiene la fuerza de una advertencia para todos aquellos que están a punto de empezar a leer el libro: “Cuando te parece que te estás relajando por fin, algo otra vez te despierta, una mosca en el oído”.
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