La matanza reabre el debate sobre las armas
Edición Impresa | 3 de Octubre de 2017 | 03:36

Toda la dirigencia política estadounidense repudió la masacre en Las Vegas y se solidarizó con las víctimas y sus familias, pero sólo la oposición demócrata sostuvo que “las oraciones no son suficientes” y reclamó impulsar, aprobar y ejecutar mayores controles a la venta y tenencia de armas de fuego, una decisión que el actual oficialismo republicano rechazó por última vez el año pasado.
Tras los últimos acontecimientos trágicos, la mayor parte de los estadounidenses se expresaron a favor de endurecer la legislación sobre las armas, según encuestas.
“Las Vegas, estamos de duelo con ustedes, las víctimas, los que perdieron a sus seres queridos, los servicios de emergencia y todos los afectados por esta masacre a sangre fría”, escribió la ex candidata presidencial demócrata Hillary Clinton en su cuenta de Twitter. Agregó que “la multitud huyó al escuchar el sonido de los disparos. Imaginen las muertes, si el atacante hubiera tenido un silenciador, como pide que sea más fácil de obtener la (Asociación Nacional del Rifle) NRA”.
“Nuestro dolor no es suficiente. Podemos y debemos poner la política a un lado, enfrentarnos a la NRA y trabajar juntos para tratar de evitar que esto suceda otra vez”, concluyó la ex secretaria de Estado, que el año pasado, en plena campaña electoral, apoyó los esfuerzos del entonces presidente Barack Obama para aprobar en el Congreso una serie de controles básicos en la compra de armas.
En su último año de gobierno, Obama puso un énfasis especial en este tema e inclusive lanzó pedidos públicos a los legisladores republicanos con los ojos llenos de lágrimas y rodeado de los padres de muchas de las víctimas de la masacre de Sandy Hook, un episodio que para muchos analistas en Estados Unidos desnudó el poder absoluto de la NRA y las grandes empresas fabricantes de armas, las mismas que hoy ganaron cuando sus acciones volvieron a subir en Wall Street.
En diciembre de 2012, un joven de 20 años entró a su antigua escuela primaria en Newtown, Connecticut, y mató a 20 niños, seis adultos y luego se suicidó. Su madre, a la que él asesinó horas antes de la masacre, lo había hecho socio de la NRA, le compró armas y lo llevaba de caza desde los cuatro años.
El caso sacudió al país entero, pero no logró cambiar ni en un ápice las leyes sobre el control de armas. Desde entonces, Estados Unidos fue testigo de 1.518 tiroteos masivos, en los que más de 1.700 personas fallecieron y más de 6.000 resultaron heridos, según el sitio web especializado Mass Shooting Tracker.
Con el tiempo se volvió evidente que Estados Unidos tenía un problema que ninguna de las otras potencias mundiales sufría, al menos no en la misma escala.
En Estados Unidos se registran seis veces más asesinatos a mano armada que en Canadá y casi 16 veces más que en Alemania. (Télam)
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